Quién sabe qué juego se trae entre manos el ex gobernador Fidel Herrera Beltrán, pues cuentan que el antepasado fin de semana, en una cena en la ciudad de Coatepec en la que reapareció como padrino de una generación de egresados de la carrera de Relaciones Industriales, de la Universidad Veracruzana, el ex mandatario estatal le habría confiado al alcalde priista de ese municipio cafetalero, Roberto Pérez Moreno, que la candidata del PRI a la diputación federal no sería la ex senadora y actual titular de la Secretaría de Protección Civil del estado, Noemí Guzmán Lagunes –contra la cual, coincidentemente, en los últimos días se ha desatado una ruda campaña mediática y en redes sociales–, sino otra guapa y joven mujer que ni siquiera es nativa o vecina de ese distrito electoral: Corintia Cruz Oregón, ex regidora del Ayuntamiento de Xalapa y actual secretaria de Organización del Comité Directivo Estatal del partido tricolor.
No se sabe si Herrera Beltrán deliberadamente soltó y dejó la víbora chillando a sabiendas de que el munícipe coatepecano, conocido popularmente como “Juanelo”, simpatiza más con el actual diputado local Juan Manuel Velázquez Yunes, ex alcalde de Perote y su presunto socio en la compra de un precioso rancho, o si acaso el zorruno político cuenqueño estaría buscando congraciarse con el gobernador Javier Duarte, protector de la ex regidora Cruz Oregón, a sabiendas de que su sucesor estaría vetando presuntamente la nominación de la ex alcaldesa del puerto de Veracruz, Carolina Gudiño Corro, la consentida del Tío Fide, a cuya desairada ceremonia de registro civil y bautizo de su primogénita, el sábado 5 de este mes, no acudió ningún miembro del gabinete duartista pero sí el ex mandatario oriundo de Nopaltepec.
Ello, al parecer, habría motivado que hace una semana en la principal columna política de un influyente diario capitalino se deslizara una absurda intriga en contra de Duarte de Ochoa, de quien se aseguraba que andaba “como que inquieto, medio nervioso, algo intranquilo”, dizque porque “el gobernador anda viendo cómo diablos reconciliarse con su némesis, Fidel Herrera”, y que no era “tanto por gusto, sino por necesidad”, ya que “desde el DF le hicieron saber a Duarte que el panorama electoral en Veracruz no pinta nada bien para el PRI en la elección intermedia, por lo que –¡desde ya!– tiene que hacer amarres, cerrar filas y cicatrizar heridas para evitar un descalabro.”
Este comentario, sospechosamente, se deslizó casi una semana después de la ceremonia civil y religiosa de la hija de la soberbia ex munícipe porteña, no obstante que según versiones periodísticas, la noche del domingo anterior –29 de junio– Herrera Beltrán se habría reunido en la Casa Veracruz con el gobernador Duarte, a cuyo encuentro se sumaron también el secretario de Gobierno, Érick Lagos Hernández; el titular de la Secretaría de Desarrollo Social, Jorge Carvallo Delfín, y el coordinador general de Comunicación Social del gobierno del estado, Alberto Silva Ramos, quienes aparentemente estarían “amarrados” como virtuales candidatos del PRI a la diputación federal por los distritos de Acayucan, San Andrés Tuxtla y Tuxpan, respectivamente.
Sólo que a diferencia de febrero de 2013 –cuando en la víspera de la elección local de ese año se mandó a filtrar deliberadamente en los medios de comunicación una fotografía de esa otra reunión en la Casa Veracruz entre Javier Duarte y Fidel Herrera, los cuales fueron acompañados por Lagos Hernández, a la sazón presidente del CDE del PRI, y por los diputados locales del partido tricolor que lideraba en ese entonces Carvallo Delfín–, en esta ocasión Herrera Beltrán parece sentir que sus ex discípulos lo estarían excluyendo de la estrategia y operación electoral del proceso federal de 2015, y que sobre todo su opinión ya no tendrá mayor peso a la hora de seleccionar a los 21 candidatos a diputados al Congreso de la Unión por el principio de mayoría relativa, pues ha trascendido que el ex gobernador andaría presionando para que la ex alcaldesa porteña Gudiño Corro sea postulada por el distrito urbano de la ciudad de Veracruz, mientras que por Cosamaloapan habría intentado perfilar a su hijo Javier Herrera Borunda, cuando de Palacio de Gobierno están considerando por el puerto jarocho a la diputada local Anilú Ingram Vallines y a la senadora suplente Ainara Rementería Coello –ambas muy cercanas al gobernador Javier Duarte–, en tanto que por la circunscripción de la que es oriundo y ha sido representante popular el Tío Fide se ha venido autopromoviendo desde principios de este año el tesorero del estado, Tarek Abdalá Saad.
Para dar fin a este jaloneo, Herrera Borunda optó por deslindarse públicamente y desmentir la versión de que aspira a ser candidato del PRI a la diputación federal por el distrito de Cosamaloapan. El hijo del ex gobernador dijo que no le interesaba la política pese a tener el “gran ejemplo” de su padre, Fidel Herrera. El joven abogado expresó que seguirá al frente de su despacho y en la fundación “Papel Social”. Según el abogado no le interesa por ahora la actividad política ni mezclar sus tareas altruistas con el tema electoral.
A diferencia de su hiperactivo progenitor –quien evidentemente debe añorar aún “la plenitud del pinche poder”–, Javier Herrera muy prudentemente decidió bajarse del ring.
Herrera Beltrán debería hacer lo mismo y alejarse del estado y de quienes lo gobiernan, tal como sabiamente lo han hecho otros ex gobernadores priistas sobrevivientes como Patricio Chirinos y Miguel Alemán Velasco. Pero en el caso de Fidel es imposible. Sería tanto como pedirle que atentara contra su propia naturaleza.