Hace un par de semanas, el presbítero José Manuel Suazo Reyes, flamante vocero de la Arquidiócesis de Xalapa, declaró que la Iglesia católica de Veracruz no tenía previsto asistir a los foros convocados por el Congreso del estado para analizar la iniciativa de Ley de Convivencia entre personas del mismo sexo, pues, según reiteró, la jerarquía eclesiástica ya había expuesto su sentir con respecto a este polémico tema.
“Aquí oramos por todos, no es necesario ir al Congreso, aquí estamos no sólo presentando una oración sino argumentos sobre nuestra postura de por qué nos oponemos a una iniciativa de ley como esta”, declaró Suazo, quien definió que este tipo de leyes podrían ser “una tentación” promovida únicamente con fines políticos y por intereses de partido.
Otro sacerdote, José Juan Sánchez Jácome, quien anteriormente ocupó la vocería de la Arquidiócesis xalapeña, fijó también una postura similar en un artículo publicado en el semanario católico “Alégrate, Dios está contigo”, en donde inclusive reprochó que algunos “prestigiados columnistas” hayan abordado este asunto desde otro punto de vista.
Y es que una de las críticas que se había hecho precisamente a la jerarquía eclesiástica de Xalapa es que parecía tener miedo a participar porque sabía de antemano que tendría perdido el debate ya que afuera de sus templos no podría imponer los dogmas que rigen la fe cristiana.
Pero, además, quienes se resisten a legislar o se niegan a reconocer este tipo de uniones de personas del mismo sexo acababan de recibir un duro revés, ya que el 23 de abril de este año la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) estableció jurisprudencia en esta materia al resolver a favor de 39 personas que habían acudido a un juez de Distrito demandándole un amparo contra el artículo 143 del Código Civil de Oaxaca que define al matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer y cuyo objeto es el de “perpetuar la especie”.
Los peticionarios lo consideraban discriminatorio ya que impide que personas del mismo sexo puedan contraer matrimonio entre ellas. El juez les negó el amparo con el argumento de que los demandantes no tenían “interés legítimo para impugnar la norma”. Entonces, interpusieron un recurso de revisión y la Suprema Corte atrajo el caso. La Primera Sala de la SCJN otorgó el amparo a esas personas porque, en efecto, encontró que dicho precepto resultaba inconstitucional, ya que excluía a las parejas de un mismo sexo de la posibilidad de ejercer un derecho. De ahora en adelante, las autoridades de Oaxaca no podrán ampararse en ese artículo para negarles la posibilidad de formalizar su unión a las parejas gay.
El Código Civil de Oaxaca decía que el matrimonio es un asunto entre un hombre y una mujer, lo mismo que sostiene la Iglesia católica y que durante siglos siempre se entendió así. Pero en la actualidad eso está cambiando a una enorme velocidad. Y tampoco resulta casual. No son pocos los países que han aceptado que el matrimonio puede ser un contrato civil entre un hombre y una mujer pero también entre personas del mismo sexo.
Esas distintas disposiciones sexuales han existido, existen y existirán. Y reprimirlas, no reconocerlas, sólo ha causado sufrimientos inútiles y sin límites a millones de personas que viven con miedo, sintiéndose ajenas a una supuesta normalidad. Por fortuna, cada vez son más los que entienden que la homosexualidad es una orientación que no solo merece respeto y consideración sino que no debe privar a nadie del ejercicio pleno de sus derechos.
La Iglesia católica ya no puede cerrar los ojos ante estas realidades de la sociedad contemporánea, como cínicamente lo ha hecho para encubrir los crímenes sexuales de sus sacerdotes y religiosos pederastas.
En Veracruz, un estado con una histórica tradición liberal, uno esperaría otra actitud más abierta y tolerante de los miembros del clero. Como en Coahuila, donde el domingo pasado el obispo de Saltillo, Raúl Vera, bautizó a Natalie, hija del matrimonio de Crystal Cobas Barrón y Lourdes Badillo Valdez, una pareja gay que causó sorpresa en la iglesia de San Francisco cuando mostró su acta de matrimonio en los trámites para que su hija recibiera el sacramento. Sin embargo, no enfrentaron ningún impedimento.
“Cada paso que damos es un logro para abrir el camino de nuestra hija. En cada parte donde tocamos puerta hay resistencia, pero no es imposible. Lo hemos logrado”, manifestó Lourdes, quien fue la madre embarazada físicamente mediante una inseminación artificial. “Estoy muy contenta, muy feliz. Es otro pasito que damos a pesar de que hay leyes y la misma sociedad que no ve bien este tipo de relaciones”, agregó su pareja Crystal Cobas.
El obispo Vera bautizó a Natalie, de un año cinco meses, y a otros dos niños en una ceremonia previa a la misa dominical de las 13:00 horas. “Yo he dado apertura y damos claridad a parejas homosexuales o lo que sea, pero luego vienen grupos de la Iglesia diciendo que yo promuevo la promiscuidad, son grupos conservadores que dañan una pastoral. Pero quién soy yo para juzgar, y el Papa (Francisco) tiene la misma actitud de Cristo”, manifestó el obispo.
¿Quién del presbiterio de Xalapa y de todo Veracruz podría emular esta humildad cristiana?