Al inicio de esta administración fueron diversas las promesas que se hicieron en materia económica, política y social. El gobierno recibía en ese momento finanzas sanas y programas bien establecidos y con resultados probados. México crecía al 4%, el escenario no podía pintar mejor. A pesar de las condiciones en las que se hacía el cambio de gobierno, distintas fuerzas políticas pusieron de su parte –tal como lo solicitó el gabinete entrante– para garantizar mejores herramientas que seguirían impulsando al país y mejorando la vida de los mexicanos.
Hoy podemos ver que el manejo económico de esta administración ha estado lleno de claroscuros que no nos han dejado ver del todo la estrategia del actual gobierno para contrarrestar en el corto plazo los efectos que los tropiezos económicos, atravesados en este último periodo, tendrán sobre las familias de los mexicanos.
Durante los últimos meses, hemos sido testigos de cómo las expectativas de crecimiento económico para el país han ido a la baja;la información que confirma esta tendencia es recurrente y proviene de distintas fuentes reconocidas que han tenido que ajustar sus proyecciones.
A punto de llegar a la primera mitad del segundo año de esta administración, las noticias no son alentadoras. Hace unos días el Banxico calificó a la baja las expectativas de crecimiento de 3% y 4% a 2.3% y 3.3 por ciento. A estas cifras se suman las que hace unos días da a conocer la Secretaría de Hacienda, quien bajó sus cifras de crecimiento económico de 3.9% a 2.7 por ciento.
Hasta este momento, la única respuesta que conocemos del gobierno se refiere a los beneficios que traerán las reformas aprobadas durante esta legislatura; sin embargo, es por todos sabido que para que estos resultados lleguen tendremos que esperar por lo menos un par de años, pues la implementación de las mismas no será de un día para otro y, por lo tanto, tampoco sus efectos.
Es por eso que hoy es imperante que el gobierno les dé a los ciudadanos la certeza de que está viendo por el futuro de nuestro país y de nuestras familias con políticas de corto plazo que aligeren la carga económica que hasta el momento se ha sentido en el bolsillo de todos los mexicanos. No podemos permitir cerrar este año con un crecimiento de casi 1% como sucedió en 2013.
Hoy no es momento de fiarnos en lo que algunas reformas puedan traernos en unos años, sino de emprender las medidas necesarias para que la economía familiar de nuestro país tenga un respiro de inmediato. La administración debe comenzar a dar respuestas a lo que los indicadores muestran, un estancamiento de nuestra economía.