Los razonamientos críticos que ha hecho Manuel Clouthier Carrillo sobre la situación del Partido Acción Nacional (PAN) son devastadores. Según el hijo del excandidato presidencial panista en 1988, Manuel J. Clouthier, el partido de la derecha mexicana vive una profunda descomposición moral, y acusa directamente al expresidente Felipe Calderón Hinojosa de meter la corrupción en su partido “hasta el tuétano”. Por ello concluye: el PAN no está en crisis sino en decadencia.
En una larga entrevista publicada por el portal Sin Embargo, quien fuera bloqueado por el PAN y Calderón cuando buscó la candidatura presidencial de su partido, tras lo cual buscó convertirse en candidato ciudadano –lo que le fue impedido porque la legislación electoral no contemplaba esta figura–, señala que el blanquiazul ya no tiene doctrina ni principios ni valores.
“Se mimetizó con el PRI, y eso es lo peor que le podía pasar porque termina siendo una muy mala copia, porque la gente, mientras se le presente la imitación, pues va a preferir el original”.
De espíritu rijoso como su padre, Clouthier Carrillo denuncia el ánimo represor contra los militantes que prevalece en el PAN, cuyos dirigentes consideran que no debe hablarse de lo malo, que no debe denunciarse, que es mejor callar.
“Cuando se calla, el militante se convierte en silencioso cómplice que ratifica las acciones corruptas y antidemocráticas de abuso de poder dentro del partido”.
Señala que parte de la responsabilidad de la situación que vive el blanquiazul y por lo que perdió los comicios presidenciales en 2012 recae en el expresidente Felipe Calderón, quien castigaba a quienes no pensaban como él dentro del partido. “Era uno de sus rasgos, no escuchar a los demás”.
Recuerda una carta que le leyó a Calderón en Los Pinos, en que le pedía que volteara a ver a Sinaloa para combatir el narcotráfico, solicitud que nunca obtuvo respuesta, y dice que no le sorprendió pues Calderón no fue capaz ni siquiera de apaciguar a Michoacán, su propia tierra.
Y acusa:
“El mejor ejemplo del fracaso de su guerra es Michoacán. Es su tierra, fue Presidente de la República seis años y es el periodo en que peor quedó la entidad, hoy nos hace crisis lo que él dejó. En otras palabras no tuvo la decencia del bien nacido de haber trabajado a favor de su estado. Mi reclamo fue que tampoco trabajó a favor del mío: los gobiernos panistas no trabajaron en Sinaloa”.
Cuando ve el futuro del PAN, una vez concluido el proceso electoral interno en que ganó Gustavo Madero, su visión es pesimista. Considera que el PAN no cambiará mucho pues los estandartes por los que luchó durante 69 años antes de llegar al poder (la democracia, la lucha contra la corrupción y contra el abuso del poder) ya no son de los panistas.
“No viven la democracia interna, hay un nivel de corrupción espantoso en donde son gobierno y como oposición se ha convertido en un partido de tráfico de influencias, ya siendo gobierno o siendo oposición, de lo que se trata es de hacer negocios. La lucha entre Madero y Calderón en alguna medida era eso: el primero estaba luchando para hacer negocios, todo ese tema del Pacto por México, las reformas estructurales, como la energética, habla de la posibilidad de hacer negocios ellos”.
Por otro lado, señala, los calderonistas buscan protegerse de todo el mugrero que dejaron cuando fueron gobierno. Y hace una comparación de su partido con el PRI: “El PRI se corrompió al paso del tiempo, pero lo impresionante de los panistas es que se corrompieron demasiado rápido. Eso impactó, esa hambre de dinero de parte del panismo en el poder”.
Aunque vivió de cerca la vida partidista al lado de su padre, Clouthier Carrillo se separó del PAN por 15 años para dedicarse al periodismo. Lo invitó el exdirigente panista Germán Martínez a que fuera candidato a diputado federal y, entonces, encontró a un partido diferente: el poder le había hecho mucho daño.
“Yo se lo dije a Germán: ‘Déjame disentir, el resultado electoral no puede ser el objetivo, debe ser la consecuencia de hacer las cosas bien, pero si es el objetivo entonces lo vas a buscar a cualquier costo. No estoy de acuerdo’”.
Los partidos comprados
Cuando hace 25 años nació el Partido de la Revolución Democrática, nadie se hubiera atrevido a predecir que un cuarto de siglo después, esa organización creada por varias organizaciones fracturadas y entonces confrontadas, se convertiría prácticamente en un organismo corporativista del PRI, al estilo de las organizaciones sociales creadas en la época cardenista, cuando se afilió a trabajadores, campesinos y clasemedieros en organizaciones sectoriales que obedecían sin chistar los mandamientos del entonces PNR.
Tampoco los viejos constructores del Partido Acción Nacional hubieran sospechado que, una vez logrado el poder, los descendientes de sus batallas lucharían a brazo partido por mantener los cotos de poder y los negocios al amparo de influencias, una vez perdida la Presidencia de la República tras 12 años de evidentes fracasos políticos.
El PRI, encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto, no tuvo que acudir al expediente del mayoriteo en las cámaras para aprobar las reformas estructurales. Con enorme inteligencia y manejo de recursos, pudo obtener el apoyo de uno y otro partido, que se alejaron de la posibilidad de convertirse en partidos de real oposición.
Si alguien dice que el PRI volvió a Los Pinos para ser lo mismo, está totalmente equivocado. El PRI volvió diferente, pero peor, porque México no puede ser un país democrático cuando el PRI gobierna con sus estructuras internas y con las extensiones panista y perredista. Y, sin oposición, no hay democracia.
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