Ángel Luis Guerrero pertenece a la generación de jazzistas que siguió a la de Orbis Tertius; músicos que iniciaron su carrera entre los años 80 y 90 del siglo pasado. Inició su formación en la Facultad de Música de la Universidad Veracruzana, institución que abandonó para formarse, como los jazzistas, “en la calle”

Yo nací con la luna de enero, y nací con alma de rockero

Yo soy oriundo de Xalapa. Cuando era niño había un piano en mi casa y ese fue mi primer acercamiento con la música; mis hermanas estudiaban piano y yo las escuchaba. En la adolescencia, a los 13 años, empecé a interesarme por la guitarra y a tocarla de manera autodidacta; primero tocaba música de los Beatles, después le entré al rock.

A conquistar el territorio: al conservatorio

A los 15 años salí de la secundaria y entré a la Facultad de Música; yo quería estudiar guitarra, pero mi hermana me recomendó que eligiera el contrabajo, porque poca gente quería estudiar ese instrumento y era más fácil entrar, y como también me llamaba la atención el bajo, entré a la carrera de contrabajo clásico. Primero estudié con el maestro Mirek (no recuerdo su apellido, es polaco y esos apellidos son difíciles de recordar); posteriormente estuve con el maestro Andrés Kalarus, que es muy reconocido en el ámbito de la música clásica.

Estudié cuatro años en el conservatorio, a principios de los ochenta. Por esas fechas, mis gustos musicales ya eran un poco más sofisticados, me gustaba el rock progresivo, el jazz rock y la música clásica; el jazz tradicional todavía no me llamaba mucho la atención, no entendía mucho su estructura. Yo tenía la escuela clásica, pero no entendía cómo enfocar el jazz, no sabía cómo estructurar esos acordes. En esa época no había ninguna escuela especializada en jazz, ni en rock, ni en música popular, ni en nada de lo que me interesaba, pero Franco Bonzagni empezó a dar un taller de jazz y, poco después, vino Carlos Tercero a dar unos cursos; él es pianista, compositor y arreglista; con sus clases pude entender un poquito más el jazz y su armonía. Me dejó de interesar la facultad porque no cubría mis expectativas musicales; la abandoné y empecé a estudiar de manera autodidacta. En ese entonces todavía no tenía mucha relación con los jazzistas de Xalapa, Lucio, Memo, Franco, León, toda esa gente, pero conocí a Emanuel Mora, un guitarrista muy importante. Con él trabajé en mis inicios, yo estaba todavía en el conservatorio, apenas explorando el jazz y él era ya más experimentado.

Con mi música a otra parte

Cuando salí de la facultad, empecé a tocar en grupos de música popular. Después me fui a trabajar a otros estados, con el maestro Carlos Tercero; estuve un tiempo en Villahermosa y, después, en Cancún.
Mi trabajo en Cancún era de “secre”, de cargador de instrumentos (risas), pero cuando el bajista no estaba, entraba yo a tocar el bajo; ahí tuve la oportunidad de tocar en big bands, que no era muy fácil. También hice muchas transcripciones de partituras, mucho copiado; en esa época no había Sibelius (un programa editor de partituras), no había computadora, todo se hacía a mano; de esta manera me acerqué al arreglo cuando era muy joven. El maestro Carlos Tercero es un arreglista muy experimentado, yo le preguntaba y él me ayudó mucho, es una gran bendición tener esa oportunidad.

Return to Forever

Después de estar un tiempo por allá, regresé a Xalapa y conocí a Miguel Flores Morelos, el guitarrista, y a Claude Pineda. Miguel Flores era bajista, tocaba mucho la música Motown y funk y todo eso, pero estaba más inclinado a lo latin; se pasó a la guitarra y entonces yo entré a tocar el bajo. Me invitaron a formar parte del grupo Caña Fresca, que era una fusión de trova y bossa nova.

Después, el grupo cambió y se llamó Mar Adentro, pero yo estuve muy poquito tiempo ahí. También acompañé a Alicia Pacheco, junto con Pepe González. En esos dos grupos fue mi iniciación en el bossa y la música brasileña.
Estuve un tiempo trabajando con Chucho Reyes, él fue de los primeros que me empezaron a meter al jazz latino; me decía: “no toques el tumbao como bossa nova, tócalo como jazz latino”

También fui fundador de Jazz entre Tres, con Humberto León y Adolfo Álvarez. En ese trío me inicié en el jazz tradicional; pasaba horas platicando con Adolfo en su casa. Con él empecé a conocer los músicos y los temas de esa corriente; me ponía discos y así fui adiestrando mi oído. Y con toda la armonía de Humberto León, para mí fue la súper escuela. Estuve un tiempo con ellos, no recuerdo cuánto, y después salí; Adolfo siguió con el proyecto.
Toda esa época fue muy bonita, muy creativa, y aprendí mucho tocando al lado de gente tan experimentada.

Se va enlazando, enlazando, como en el muro la hiedra

En 1993 empecé a formar el grupo Enlace, con José Miguel Flores en el piano, Iván Martínez (que ya se nos adelantó) en la batería, Paco Balbuena, sobrino de Humberto León, en la guitarra, y yo en el bajo; empezamos en cuarteto.

En esa época, la gente de Xalapa estaba muy habituada a escuchar jazz tradicional, y aunque Lucio [Sánchez] ya tocaba fusión, la fusión que tocábamos nosotros era más hacia el rock y hacia el funk, y la gente no lo consideraba jazz, decían no, esto es otra cosa, no es jazz. Poco a poco empezamos a crear un público diferente. Me acuerdo que el Ivec organizaba el Festival Nacional de Jazz cada año, fueron como tres consecutivos y participamos en todos, alternando con músicos de México como Agustín Bernal, Luis Zepeda, Roberto Aymes, y con grupos locales como Orbis Tertius. Nosotros nos poníamos súper nerviosos de estar alternando con musicazos así, afortunadamente había buenos comentarios, nos animaban y nos exhortaban a seguir.

Enlace fue cambiando de formato, al cuarteto le añadimos saxofones; también fueron cambiando los elementos. Hubo diferentes etapas, estuvo Daniel Morín en el sax alto, después entró Héctor Espinosa en el sax tenor; por un tiempo estuvieron los dos, después se quedó nada más Héctor. Luego nos quedamos sin guitarrista, estábamos Hugo Pérez en el piano, Héctor Espinosa en el sax tenor, Iván Martínez en la batería y yo en el bajo. Estuvimos en cuarteto hasta que conocí a Marlon [Hernández], me gustó mucho su trabajo y lo invité a entrar al grupo.

Qué cosa fuera la masa sin cantera

La manera como yo me sostuve económicamente fue tocando en grupos de baile. Trabajé un tiempo en el grupo Dos más Uno, de los hermanos Perea; la base de ese grupo era la misma de Ensamble, que en ese momento estaba formada por Yatzil Xaca en el piano y Fernando Pérez en la guitarra.
Llegó el momento en que me cansé de los grupos de baile; ya era difícil, porque mi interés musical era otro, y esos grupos eran muy absorbentes, había que dedicarles mucho tiempo; entonces entré a trabajar a La Corte de los Milagros, con Juanito Valdivia, que en paz descanse. Ahí conocí a músicos de la trova como Caíto, Mastuerzo y varios músicos importantes de ese género. También esa fue una etapa muy formativa, de mucho aprendizaje.

Pa’ la orquesta, que nada te cuesta

Cuando tenía como un año trabajando en la Corte, falleció el bajista de la Orquesta de Música Popular, Arturo García; tenían que tocar la semana siguiente y me llamaron. En esa época, la orquesta estaba dirigida por el maestro Popo Sánchez. Estuve tocando y preparándome un año, hasta que entré a trabajar oficialmente a la Universidad Veracruzana, y empezó otra etapa en mi carrera musical. Dejé Enlace como cinco o seis años porque la orquesta me exigía mucho. Cuando ya estaba ahí, el maestro Popo me invitó a tocar con su grupo en dos ocasiones; una al DF y otra a Campeche. Además, ocasionalmente tocábamos aquí en Xalapa, como quinteto de jazz de la Orquesta de Música Popular. Ese quinteto estaba formado por la base de la orquesta: Alci Rebolledo en la guitarra, Fernando Torres en la batería, Gerardo García en la percusión y, en el piano, primero estuvo el maestro Leo Corona y después Alonso Blanco.

Otra gran experiencia con la Orquesta de Música Popular, fue cuando vino a dirigirnos el maestro Víctor Mendoza, catedrático de Berklee especializado en el jazz latino. Él dirigió la orquesta completa y además formó un combo con el que fuimos a Minatitlán y a Coatzacoalcos; en esa gira tocamos temas originales del maestro Víctor Mendoza, es un súper músico del jazz latino.
Esa también fue una época muy, muy buena por la experiencia del maestro Popo y su nivel de exigencia, que es bastante alto, entonces también fue bastante, bastante formativo en mi carrera musical.

(CONTINÚA)

SEGUNDA PARTE: Largo y gozoso camino
TERCERA PARTE: La escuela y la secuela
 

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