Los comicios internos del Partido Acción Nacional se realizaron ayer con el mismo clima de duda, confrontación y presagios de triquiñuelas que cualquier elección local o federal.
Pese a que el PAN pregonaba que sería ejemplo de civilidad y democracia, con lo ocurrido ayer nos demostró exactamente lo contrario. Los mexicanos nos estamos acostumbrando a ver este tipo de ejercicios demoscópicos, cualquiera sea su territorialidad y objetivo, como uno más de los mecanismos de corrupción, imposición y violencia social. Cualquiera sea su dimensión, las elecciones cada vez cuestan más y cada vez les creemos menos.
La confrontación entre el exsenador Gustavo Madero Muñoz y el senador con licencia Ernesto Cordero Arroyo llegó a niveles inconcebibles de virulencia mediática dentro de una misma organización política, a menos que se invoque al PRD cuyos militantes en ese tema se pintan solos.
Pero, incluso, si consideramos los pleitos tribales de los perredistas, esta elección interna blanquiazul -que al anochecer del domingo parecía librada a favor de Madero, al menos en Veracruz- tomó notas de crispación que ya augura importantes rupturas tras conocerse los resultados.
Gustavo Madero actuó de la misma manera que él criticó en los comicios federales en que perdió su candidata Josefina Vázquez Mota. Utilizando todo el aparato propagandístico del PAN, recursos extraordinarios para hacer campaña, provenientes de las arcas públicas de los gobiernos de Puebla, Baja California y Sonora, encabezados por Rafael Moreno Valle, Francisco Kike Vega y Guillermo Padrés Elías, Madero demostró que ya aprendió la lección o que ya la conocía al dedillo.
A favor del chihuahuense, no solo hubo recursos públicos y del propio comité nacional del PAN; también apoyos abiertos, trabajo político de gobernadores, alcaldes y delegados del DF; labores de cargada, amenazas a contrarios y compra de votos.
Ernesto Cordero, quien en su coordinación de campaña llevó la penitencia (el senador chiapaneco Roberto Gil Zuarth fue uno de los causantes del descalabro del PAN en los comicios federales pasados, en que Vázquez Mota quedó en tercer lugar), ha debido nadar contra la corriente, y ya ayer le pedían que reconociera su derrota, antes siquiera de que se computaran todos los votos emitidos en el país.
Incluso, votos clonados tachados sobre la figura de quien quiere reelegirse pudieron descubrirse en el sur del estado, Xalapa y en Martínez de la Torre, lo que habla de una estrategia fraudulenta completa, cargada de mucho dinero.
Madero, el ganón
Los primeros reportes de este domingo por la noche daban por sentado el triunfo de Gustavo Madero. Con el 83 por ciento de participación del padrón en la zona conurbada de Veracruz-Boca del Río –donde poco pudo hacer Julen Rementería del Puerto-, Gustavo Madero había logrado una contundente victoria: de 679 contra 422, en el municipio porteño, y de 579 contra 137, en el coto de los Yunes, Boca del Río.
En el sur, donde se acusan actos fraudulentos a favor de Madero y de intervención del alcalde priista de Coatzacoalcos Joaquín Caballero para favorecer a Cordero, el triunfo también se lo llevó Madero: en Coatzalacoalcos (donde votaron los panistas de Nanchital, Moloacán e Ixhuatlán del Sureste), Madero obtuvo 182 votos contra 122 de Cordero. Caso similar ocurrió en Minatitlán, donde arrasó 142-49; solo en Jáltipan y Acayucan, donde se habla del trabajo de Xóchitl Tress y los hijos de Cirilo Vázquez, ganó Cordero.
En la zona centro, aunque Cordero ganó en Orizaba (164 contra 154 de su contrincante), Zongolica (31-27) y Atzacan (30-20), en los demás municipios el triunfo se lo llevó Madero, en algunos de ellos de manera contundente, como en Ixtaczoquitlán, donde el chihuahuense obtuvo 117 y Cordero apenas 41. En Córdoba (donde votaron también los panistas de Omealca, Naranjal y Coetzala), Madero obtuvo 301 votos contra 180 del senador con licencia.
La elección panista huele a futurismo
Si se confirman las tendencias veracruzanas en el ámbito nacional, la siguiente estación de Gustavo Madero es definir la candidatura presidencial blanquiazul en 2018. Aunque faltan muchos años, en torno a Madero se acuerpan personajes importantes de la política blanquiazul que buscarán ser el abanderado panista en los comicios presidenciales.
Uno de ellos, sin lugar a dudas, es el gobernador de Puebla, Rafael Moreno Valle, quien ha creado toda una estructura para luchar por la grande y que gobierna su estado con mano de hierro y un gasto enorme en comunicación. Su activismo a favor de Madero fue el más cínico y abierto. No solo aportó recursos del erario a la campaña sino que se movió en los estados colindantes para convencer a los panistas de votar por el chihuahuense.
Se le acusa de sostener reuniones no solo en su estado sino en Tlaxcala, Oaxaca y Veracruz. Aunque vino con el señuelo de sostener una reunión con su homólogo Javier Duarte de Ochoa para analizar los temas comunes de seguridad pública, en reunión celebrada en Martínez de la Torre, lo cierto es que su principal objetivo fue reunirse con los panistas veracruzanos.
Otro de los beneficiarios de un casi seguro triunfo de Madero es Miguel Ángel Yunes Linares, de quien se dice que a partir de este lunes comenzará a hacer recorridos por la entidad en abierta precampaña para la candidatura del PAN, por segunda ocasión, por el Gobierno de Veracruz en 2016.
Era visible, por ejemplo, que el gobierno federal peñista le apostara por la reelección de Madero. Su apoyo a las reformas estructurales en el marco del Pacto por México, a excepción de la fiscal, y la exacerbada oposición del entonces líder de la fracción parlamentaria del PAN en el Senado de la República, encabezada por Ernesto Cordero, permitía intuir quién tenía las simpatías de Enrique Peña Nieto.
Como ve, este proceso interno no solo compete a los panistas. Tiene repercusiones en la política nacional y local. Mañana sabremos a ciencia cierta el resultado de este desaseado ejercicio ‘democrático’.
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