“La seguridad resultó ser un barril sin fondo, sin resultados”: Yo

Si es como se comenta en los corrillos políticos en el sentido de que el gobernador Javier Duarte de Ochoa dará una sacudida a su gabinete, eso sería lo más sano.

Cuando un gobernante elige a alguien para que ocupe un cargo dentro de su equipo, se supone que ya tuvo en sus manos su historial académico, sus antecedentes como servidor público, los logros adquiridos dentro de la función pública, que lo conoce y le tiene la confianza suficiente para entregarle una responsabilidad que va a compartir con él en esta empresa de administrar los recursos de los veracruzanos y la conducción de los destinos de todos los habitantes del estado.

El gobernador ha entregado por completo su confianza a los elegidos, seguro de que no la fallarán y que los resultados de su trabajo abonarán en beneficio de todo un proyecto de gobierno.

En esta lógica, se supone que elige a los mejores porque es con ellos con los que va a gobernar un estado; ni va a dirigir una empresa ni va a echarse en la hamaca a dejar que las cosas pasen por la inercia que traen, menos en las circunstancias en que Javier Duarte de Ochoa asumió funciones como mandatario veracruzano: con un estado quebrado, hipotecado, y una espiral de violencia que a la fecha no se ha podido controlar, menos disminuir.

Lamentablemente para el titular del poder Ejecutivo, esa libertad para elegir a sus colaboradores cuando arrancó su administración no la tuvo. El montón de compromisos que tuvo que hacer para ganar la elección a Miguel Ángel Yunes Linares, más los que traía con su antecesor Fidel Herrera, impidieron que Javier Duarte, en la soledad de su despacho, formara su gabinete de gobierno, lo tuvo que integrar con recomendados y con gente que El Tío le sembró en las dependencias más importantes.

Y, bueno, como no hay plazo que no se cumpla, dice el refrán popular, Javier Duarte –pensamos- ha cumplido, y en el umbral para cumplir su cuarto año de gobierno y de una elección federal que implicará ausencias de importantes funcionarios, el gobernante debe tomar las precauciones del caso y dar una sacudida al equipo para fortalecerlo y así entrar en la recta final de su gobierno, el quinto y sexto año.

Ya hemos dicho que improvisar es lo menos recomendable, que eso garantiza el fracaso, que un gobernante que aspire a convertirse en un auténtico estadista debe rodearse de los mejores hombres, incluso mejores que él, y coordinarlos para trabajar a favor de sus gobernados.

En este tenor, ¿a quién o a quiénes debe relevar de sus cargos el gobernante?

La lista sería muy grande y, para evitar suspicacias por no incluir a algunos, mejor vamos a manejar porcentajes. Creemos que el setenta por ciento de sus colaboradores deben salir al grito de ¡ya!, porque en vez de ayudar al gobernador lo han perjudicado con sus actitudes irresponsables, por su mediocridad, por su falta de capacidad para estar al frente de los cargos que les entregaron sin tener los méritos suficientes, por corruptos, abusivos y torpes.

¿Una sacudida al gabinete? Qué bueno, aún es tiempo de recuperar lo perdido, en estos tres años y medio de gobierno; si don Fernando Gutiérrez Barrios necesitó solo dos años para poner en orden al estado y convertirse en el líder de los veracruzanos, porqué Javier Duarte no va a poder heredar a su sucesor un estado realmente próspero, con planes y programas de gran magnitud en marcha y, sobre todo, con finanzas sanas.

Adelante, bienvenidos los cambios, un anuncio así es bastante esperanzador.

Servidores públicos, en la mira 

En su conferencia de prensa de cada lunes, el gobernador Javier Duarte de Ochoa advirtió a todos los veracruzanos, principalmente a los servidores públicos estatales y municipales, que en Veracruz no hay cabida para la impunidad.

Quien cometa un delito, del orden que sea y como sea, será sancionado conforme a las leyes.

Y, aunque se refería en concreto a los policías, el jalón de orejas es para todos los que trabajan en la administración pública.

Hay que recordar que en los primeros meses de 2011, Duarte de Ochoa determinó desaparecer la Policía Intermunicipal Xalapa-Banderilla-Tlalnelhuayocan, porque sus elementos estarían coludidos con la delincuencia organizada; posteriormente extinguió la Policía Intermunicipal Veracruz-Boca del Río-Medellín, con el mismo argumento.

Mientras que en Xalapa y sus municipios conurbados la Policía Estatal asumió la responsabilidad de resguardar a los habitantes de la zona, a Veracruz y su conurbación llegaron elementos de la Secretaría de Marina Armada de México.

Pero la sospecha de posibles contubernios entre las policías municipales y la delincuencia, sigue en algunos lugares; cada vez menos, por cierto.

Por esa razón es que el gobierno estatal se ha dado a la tarea de capacitar y reforzar a quienes prestan este servicio en los municipios; con la Policía Municipal Acreditable se da certeza a los ciudadanos de que sus cuerpos de seguridad ahora tienen más herramientas para defenderlos.

La apuesta de Javier Duarte, pues, tiene que ver con la aplicación de la ley para no permitir que nadie interrumpa la tranquilidad del pueblo veracruzano, y que los servidores públicos verdaderamente sirvan a la población.

Les quitan el sueño 

Dos integrantes del gabinete del presidente Enrique Peña Nieto le quitan el sueño a los aspirantes a suceder al gobernador Javier Duarte de Ochoa; si alguno de ellos, o los dos, salen como candidatos a diputados federales, ya valieron queso en sus aspiraciones sucesorias.

Tal como se ha comentado en muchas columnas políticas y de análisis, los peñistas podrían estar preparándose para arrebatarle la posición a los locales y, por supuesto, a la Fidelidad son: Fernando Aportela Rodríguez y José Antonio González Anaya.

Fernando Aportela es subsecretario de Hacienda y Crédito Público,  integrante del Consejo de Estabilidad del Sistema Financiero. Estudió la licenciatura en Economía por el Instituto Tecnológico  Autónomo de México (ITAM) y es doctor en Economía por el Massachusetts Institute of  Technology.

Fue subsecretario de Ingresos de Sefiplan durante el gobierno de Miguel Alemán Velazco, investigador gerente en la Dirección General de Investigación Económica del Banco de México, director de área del Gabinete Económico de la Presidencia de la República, miembro del equipo asesor del Secretario de Hacienda y Crédito Público y profesor de Finanzas Públicas en el ITAM.

José Antonio González Anaya, actual director del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), oriundo de Coatzacoalcos, es doctor en Economía por la Universidad de Harvard y experto en pensiones y jubilaciones. Ha sido coordinador de asesores de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y coordinador con Entidades Federativas. Se ha desempeñado como economista en el  Banco Mundial y como investigador y profesor para el Centro de Análisis para el Desarrollo, de la Universidad de Stanford. En el sexenio de Felipe Calderón, fue subsecretario de Ingresos de la SHCP y responsable de cabildear el presupuesto federal.

¿Con esos antecedentes es suficiente para la candidatura?

Reflexión

A propósito del reconocimiento que harán al Premio Nobel de Literatura, Octavo Paz, por su contribución a la construcción de un México moderno y por ser un destacado impulsor de la democracia en este país, inscribiendo su nombre con letras de oro en el muro de honor del Congreso de Veracruz, ¿Cómo cuántos libros del ilustre escritor colombiano habrán leído nuestros padres conscriptos?…¡Ni uno!, no saben.