Se ha cumplido el primer cuatrimestre del año y ninguna autoridad estatal o municipal ha podido emprender obra pública alguna. La situación de las finanzas públicas no parece haber llegado al fondo y, aunque han pasado tres años, la administración del gobernador Javier Duarte de Ochoa parece que no ha logrado subsanar los enormes boquetes heredados por el gobierno anterior.

Para colmo, la mayoría de los ayuntamientos está sufriendo una rasurada en sus participaciones federales que algunos calculan en un tercio, al menos durante el mes de marzo, lo que a varias comunas no solo les ha impedido cumplir con la prestación de los servicios públicos sino incluso les está empezando a provocar problemas para su gasto corriente.

¿Qué está ocurriendo en la Secretaría de Finanzas y Planeación? En este espacio hemos mencionado los enormes problemas que esa lentitud en el flujo de los recursos está generando, por ejemplo, en la Universidad Veracruzana, si bien prácticamente todas las dependencias estatales están en una especie de actitud contemplativa porque no hay dinero que permita echar a andar los programas de trabajo que, ahora parece, solo sirven para tapar el ojo al macho.

A los graves problemas provocados por una ola de corrupción que el Órgano de Fiscalización Superior (Orfis) no ha sido capaz de contener, acaso porque los múltiples procedimientos administrativos que debe cubrir no se lo permiten, se suma la necesidad de cumplir con los compromisos financieros que el gobierno estatal solo ha postergado, mediante negociaciones con acreedores bancarios.

Ayuntamientos, con el agua hasta el cuello

En su primer año de gestión, la inmensa mayoría de  los alcaldes de la entidad tuvieron que hacer ajustes drásticos en su gasto desde el mes de marzo porque las participaciones federales sufrieron un severo recorte, que algunos calculan en 30 por ciento.

Los primeros en levantar la voz fueron los alcaldes que triunfaron bajo las siglas de Alternativa Veracruzana (AVE), pero es tal el problema que se han unido al reproche alcaldes priistas y del PRD. So pena de ser repudiados por sus paisanos y por el personal que presta sus servicios en las oficinas municipales, los alcaldes han debido salir a hablar con la verdad, pues en el tercero y cuarto meses del año debieron aplicar un plan de guerra.

El alcalde de Alto Lucero, Félix Manuel Domínguez Lagunes, por ejemplo, precisó que, de los 2 millones 200 mil pesos que recibió cada mes durante enero y febrero, debió hacer de tripas corazón en marzo, pues la Sefiplan solo le transfirió un millón 600 mil pesos, lo que le obligó a aplicar una dieta dolorosa para poder cumplir al menos con el pago de la nómina.

En la misma situación se vio el ayuntamiento de Zacualpan, aunque en su caso, la disminución de 30 por ciento la sufrió en el mes de abril, además con un retraso que le generó problemas serios para el pago de servicios, según declaró a la agencia AVC el alcalde Julián García Luna. En Coatepec, el recorte hizo que disminuyera el flujo de 4 millones que recibieron en los dos primeros meses, a 2.2 millones en marzo, sin mediar aviso.

Pintar guarniciones, tapar baches y comer pinole

Los alcaldes deben hacer gala de sus capacidades histriónicas para aparentar que las cosas marchan bien. Salvo los municipios grandes, cuya recaudación del impuesto predial les permite tener un colchón financiero en los primeros meses del año, la inmensa mayoría de los ayuntamientos deben hacer mucho ruido con pocas nueces.

Pero aún los alcaldes de los municipios grandes, como el de Xalapa, deben promover la imagen del ayuntamiento con acciones de gestión e intermediarismo, como la promoción del empleo, la organización de foros para la elaboración de programas llenos de buenas intenciones, además de tapar baches, construir algunas calles y entregar despensas a damnificados, como lo ha hecho Américo Zúñiga Martínez.

En el caso de la capital del estado, no hay anuncio de ninguna obra de trascendencia para resolver los graves problemas derivados de su explosivo crecimiento urbano, como avenidas, puentes o circuitos viales. Como en el caso de su antecesora y actual dirigente priista Elizabeth Morales, Zúñiga Martínez ha debido orientarse a atender el rezago urbano de las colonias marginadas, que significan obras de menor calado, baratas y rápidas de realizar y cacarear.

En la misma situación están los ayuntamientos de Veracruz y Coatzacoalcos, donde generalmente las grandes obras las realiza el gobierno estatal, hace mucho tiempo imposibilitado financieramente para emprender las acciones que esperan los veracruzanos.

Mientras en los estados de México, Puebla, Morelos y el DF anuncian carreteras de grandes especificaciones, segundos pisos, autopistas urbanas, nuevas universidades, obras para resolver el abasto de agua potable e, incluso, la creación de ambiciosos proyectos culturales, cuya realización implica inversiones multimillonarias, en Veracruz observamos que la deficiente infraestructura carretera se va destruyendo paulatina e inexorablemente.

Al enorme hoyo presupuestal dejado por Fidel Herrera Beltrán, en cuya última parte de su gestión se confrontó con el entonces presidente Felipe Calderón, hoy debemos agregar que la relación con el presidente Enrique Peña Nieto no está surtiendo efectos positivos.

Cada semana tenemos noticias de fatales accidentes en carreteras que están a punto de convertirse en caminos de terracería, incluyendo autopistas, sin que tengamos el apoyo del gobierno federal, responsable de la mayoría de esas vías de comunicación. La morosidad de los trayectos por Veracruz, aunado al peligro latente de la delincuencia organizada, nos está acercando a la situación general del sureste del país.

¿Qué es lo que sigue?

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