{Hora libre}
La recién aprobada ley estatal de educación es tan importante como para dejarla en manos del secretario de Educación.
Es rumor extendido entre los funcionarios del sector y los dirigentes sindicales, tanto formales como disidentes, que Adolfo Mota Hernández está prácticamente desligado del tema que le encomendaron por obra y gracia de sus influencias políticas.
Cuando hubo de llevarse a la SEP el documento que finalmente recaló por unas horas en el Congreso local para poco después ser aprobado por demoledora mayoría en la sesión del martes 6 de marzo, todos los que podían opinar pidieron que no acudiera el titular de la SEV a la reunión en el DF pues complicaría innecesariamente su revisión, dada su total ignorancia sobre su contenido.
Que no sabe nada de sus implicaciones, lo demostró el mismo secretario cuando, al final de la jornada legislativa, quiso poner polvo de por medio para no mostrar ante los periodistas su inoperancia en un trámite en el que lo mejor que hizo fue estar ausente.
Para su desgracia, fue alcanzado por los incisivos tundeteclas, quienes fueron testigos atónitos de la torpe verborrea que es capaz de improvisar el exdiputado y exdirigente estatal priista para tratar de ocultar su inenarrable e injustificable ignorancia sobre una de las reformas legislativas que más podrían abonar a la mejora de la calidad educativa en Veracruz.
Adolfo Mota y el poder más allá del cargo
Uno de los temas que le permitieron mostrar sus dotes de Houdini político fue el de su posible empoderamiento como presidente del recién creado Instituto Veracruzano para el Desarrollo Profesional y la Evaluación Educativa no solo durante su gestión secretarial sino en el futuro.
En efecto, Adolfo Mota Hernández no solo presidirá este poderoso brazo administrativo mientras sea titular de la Secretaría de Educación de Veracruz, sino que nombrará tanto a su director como a los consejeros, que tendrán vigencia más allá del actual periodo gubernamental.
Las posibilidades de establecer compromisos transexenales gracias a la imposición de amigos, aliados y contlapaches en el nuevo instituto certificador de habilidades en los procesos de enseñanza-aprendizaje, permitirían a Mota un rico filón para seguir medrando con el sector educativo, habida cuenta del grupo de familiares que tiene de consentidos en la nómina oficial.
¿Alguien podría avisarle al gobernador Javier Duarte de Ochoa que, aunque lo mantenga en el puesto hasta que logre la candidatura a una diputación federal o termine la actual gestión estatal, Adolfo Mota Hernández debiera estar vedado para imponer su inexperta opinión en un tema de la mayor importancia, como es la educación de los veracruzanos?
No hay que buscarle mucho para estar ciertos de que una de las mayores preocupaciones de Javier Duarte es el tema educativo, pese a que ha mantenido a un político joven e impreparado en la dependencia que administra la mayor tajada del presupuesto veracruzano cada año.
Por ello comenzamos estos comentarios señalando que la nueva realidad educativa de Veracruz es tan importante como para dejárselo ya no a cualquier secretario de Educación sino a este que actúa con los ojos extraviados.
Y es que este nuevo instituto, ni más ni menos, será el responsable del ingreso y permanencia de los más de cien mil maestros del sistema educativo estatal, por lo que la intromisión de criterios político-partidistas y personales daría al traste con un logro que ha significado muchas pérdidas, como de tiempo educativo por marchas y plantones interminables.
Ojalá que el gobernador Javier Duarte de Ochoa participe directamente para que el proceso de selección de quienes se van a hacer cargo de esta dependencia tengan historial académico y experiencia educativa de gran nivel para que los propósitos de desarrollo profesional del magisterio no sean una tomadura de pelo.
Comentarios: belin.alvaro@nullgmail.com