Uno de ellos surgió del Partido Verde, aunque hoy se ha entregado a Morena y su candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, el otro fue priista, pero hoy se ha apropiado del Partido Acción Nacional e, incluso, del Partido de la Revolución Democrática, para instaurar un cacicazgo familiar en que él pretende convertirse en una especie de Padrino. Parecen diferentes, pero ambos tienen algo en común: heredarán las deudas estatales más altas entre los nueve estados que el próximo 1 de julio elegirán un nuevo gobierno.

Según cifras de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), Manuel Velasco Coello, gobernador de Chiapas, y el de Veracruz, Miguel Ángel Yunes Linares, heredarán deuda pública que representan el 6.70 por ciento de su Producto Interno Bruto estatal, en el primer caso, y de 4.90% en el que nos afecta, Veracruz, a pesar de tener casi dos años con el manejo más opaco del presupuesto, a grado tal que ni el Congreso local sabe en qué se gastan los dineros.

El monto cumulado de deuda pública de los nueve estados que cambiarán Gobernador es de casi 204 mil millones de pesos, una suma cercana a los 212 mil millones de pesos que se calcula costará el Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.

Según el semáforo de la organización “México, ¿Cómo Vamos?”, con datos al cierre de 2017, aunque no se refleja en gasto eficiente, los gobiernos de Manuel Velasco Coello (PVEM) en Chiapas y de Miguel Ángel Yunes Linares (PAN-PRD) en Veracruz son los que dejan el nivel de la deuda pública estatal en rojo.

Lo más grave de Veracruz es que el gobernador Yunes Linares, como en el caso de la violencia criminal, tampoco pudo con el paquete de la deuda pública legada por dos sexenios de corrupción galopante, en particular, el de Javier Duarte de Ochoa.

Pese a múltiples negociaciones con los acreedores financieros, que el gobierno estatal nos vendió como la panacea y el paso previo a una autopista de desarrollo, la deuda tuvo una disminución prácticamente marginal: nuestra entidad adeuda un 4.90 por ciento del PIB estatal, frente al 5.10 por ciento de Javier Duarte de Ochoa, lo que significa una quita de 0.20%. Por tanto, seguimos sumamente lejos del promedio nacional de endeudamiento de 3% del PIBE.

Al presentar el análisis de semáforo estatal electoral, la directora de México, ¿Cómo Vamos?, Valeria Moy, dijo que los estados de Tabasco, Veracruz y Yucatán, todos ellos del sureste del país, “tienen un largo camino que recorrer”, puesto que, para colmo, además de su nivel de endeudamiento dejan grandes retos en la generación de empleo formal, la productividad laboral y el crecimiento económico.

En una entidad donde el 62 por ciento de sus trabajadores labora en la informalidad sin acceso a servicios sociales y el 54 por ciento no puede comprar la canasta básica con sus ingresos laborales, considerando la deuda per cápita, es el séptimo estado más endeudado a nivel nacional, ya que cada veracruzano debe 5 mil 919 pesos al cierre de 2017, y es el quinto con mayor costo de deuda, de acuerdo con datos oficiales destacados por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

La deuda, por cierto, se mantiene en niveles cercanos a los 50 mil millones de pesos, sin considerar los enormes pasivos que sigue acumulando el Gobierno de Veracruz por deudas contraídas con proveedores y prestadores de servicios, la mayoría de ellos en franca quiebra porque el actual gobernador no ha querido hincarle el diente a esa papa a punto de quemarse.

¿Y con eso promete el hijo convertir al estado en una especie de Boca del Río, un municipio cuyo alto nivel de desarrollo es producto de décadas de inversión pública federal y estatal, además de la muy importante inversión privada, que el pretendido príncipe heredero quiere atribuirse como mérito propio y exclusivo? No me vengan con pavadas.

Manos fuera de los comicios

¿De verdad creen el gobernador Yunes y los organismos electorales que los veracruzanos somos tan tontos como para creerles que ambos se comprometen a blindar el proceso electoral en marcha y el primero en no intervenir ni meter las manos? Esas declaraciones hechas la semana pasada no solo causan risa sino, en muchos, cierta molestia como la que genera cuando alguien quiere agarrarnos de pen… dencieros.

El martes pasado, una nota periodística pareció ser publicada por el portal Deforma, esa página de cotorreo que tanto gusta en redes sociales. Según la misma, Miguel Ángel Yunes Linares se comprometió a “no intervenir” en el proceso electoral y garantizar las condiciones de tranquilidad para la celebración de los comicios. Y no, no lo dijo en el confesionario, sino ante el Fiscal Especial para la Atención de Delitos Electorales (Fepade) de la PGR, Héctor Marcos Díaz-Santana Castaños, quien debió haber hecho como que le creyó.

Sobre todo porque acto seguido, Yunes firmó un convenio para blindar los procesos electorales. No contento con ello, pontificó: “Puedo garantizar que, además de la firma en ese documento, está la convicción personal del gobernador de no intervenir en el proceso, de dejar que los veracruzanos se expresen sin ninguna limitación”.

Además, siempre según los reportes periodísticos, pidió a los actores políticos, pasar “de la estridencia de la denuncia política, de la denuncia periodística a la eficacia de la denuncia cuando existan elementos suficientes para hacerlo. Celebro que la Fepade tenga este despliegue ministerial que dé la oportunidad a cualquier persona para que presente la denuncia, para que a la estridencia periodística se dé seguimiento con la eficacia de la denuncia y por esa vía garantizar que nadie esté por encima de la ley”.

¿Todo mundo sabe de dónde han salido los abundantes recursos que gasta el candidato del PAN, su hijo, en armar multitudinarios festines de coacción para obligar a miles de empleados, colonos, campesinos y comerciantes a acudir a brindar un supuesto apoyo que están lejos de querer prodigar?; ¿de qué mente salen las instrucciones para que decenas de operadores vayan a comprar a diputados locales, alcaldes y dirigentes de medio pelo para dar la impresión de que el hijo tiene tanta simpatía que es capaz de ganar simpatizantes solo con sonreír?

Si tiene las respuestas, mándeme un e-mail.

 

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