“Me libré de todo en este 2017 y cuando cantaba victoria que me cae el SAT” Yo

Estamos en los últimos días de este ajetreado y triste año 2017. Pronto nos reuniremos con nuestros familiares más cercanos para echarnos un taco y un trago y de esta forma celebrar la llegada de la Navidad y, una semana después, a reunirse para despedir al año que se va y recibir el que viene.

Pocos serán los hogares veracruzanos donde reine la alegría, donde haya suficientes platillos para degustar y bebidas para ponerse alegres. Tampoco se comprarán los calzones amarillos ni la planta del dólar, ni los pavos, ni las doce uvas, ni nada. Pobre pollo rostizado, una ensaladita de codito con jamón y piña de lata, unos panes bimbo y párenle de contar.

La beberecua puede que sea a base de puras chelas y, si acaso, un brandicito un ron o un tequilita de esos que las tiendas sacan por saldo de temporada navideña, baratones, con las tradicionales cocas, y a beber o, más bien, a darle en la torre al hígado.

Quienes tienen la fortuna de vivir de una plaza, los maestros por ejemplo o los empleados de cualquier dependencia pública, tampoco la están pasando bien, y es que la situación en general es deprimente. Dos o tres sexenios sin construir la estructura necesaria para la creación de nuevos empleos, de tener al frente del gobierno a pandillas de rufianes, no es para menos.

Y, luego, para acabarla de fregar, impulsamos al paladín de la justicia (fanfarrón, le dice Dante) para que se friegue al gordo y su pandilla y nos sale el tiro por la culata, pues ni pa’dónde hacerse.

Si la Navidad anterior estuvo triste y fue de esperanza para mejorar, esta está peor porque, en vez de mejorar, retrocedimos.

Los que llegaron al gobierno “del cambio” se agandallaron los cargos, corrieron injustamente a miles de trabajadores que estaban cumpliendo con su chamba y, en su lugar, metieron a la flota del PAN, una bola de improvisados inútiles que de nada han servido que no sea para estirar la mano quincenalmente, y llevarse sus buenas dietas sin el menor esfuerzo. Por cierto, los diputados del Congreso Local, mejor conocidos en esta temporada con el mote de “Los Villancicos” porque ¡beben y beben y vuelven a beber!, la pasarán a toda leche, con sus buenas dietas, sus aguinaldotes, muchos de ellos, del PAN, por vez primera, en su jodida vida, una navidad con la talegas repletas.

Volviendo al tema, ya ven lo que pasó este año, eso de la promesa de acabar con la inseguridad en solo seis meses (Gutiérrez Barrios lo hizo en dos) ya ven en qué paró: el góber finalmente admitió que no pudo, que falló, pero retomó el compromiso de acabar con la inseguridad y… de plano, ya ni quien le crea con todo y sus droncitos esos de los que se siente muy orgulloso, como chamaco.

Si intentamos hacer un balance de lo que fue el año, hay que jalar una caja de pañuelos para enjugar el chorro de lágrimas que habremos de sacar de la tristeza: familiares secuestrados, otros muertos, desaparecidos, muchos que prefirieron irse a otras partes de pelada, nuestra economía por los suelos sobre todo si se trata de taxistas con los que tanto se han ensañado y… la pura sufridera.

Pa’acabarla de fregar ni para sacar la rama. De plano sería suicida hacerlo, por una ramita de esas te matan. Y lo cañón, ni quien se asome a darte unas monedas porque la gente no tiene con qué y los de los fraccionamientos o andan por el extranjero o son muy ojales.

Si se saca la rama es para cantar de retirada el verso ese de “!Ya se va la rama, con patas de alambre, porque en esta casa, están muertos de hambre!”, como lo hacíamos de chavos cuando no nos daban aguinaldo.

Ante este panorama tan desolador, creemos que serán pocos los que festejen estos días; lo mejor será planchar oreja desde temprano y a esperar que vengan tiempos mejores para reponerse de esta jodidez y podamos celebrar como antes: con un pavito relleno, con una piernita envinada, con suficiente bacalao (del noruego), con dos que tres ensaladas (sí, surtidito), con bolillitos recién salidos del horno de la panadería de la colonia donde aprovechan para hornear lomos, pavos y piernas, con un vinito espumoso y unos buenos güiscazos o un Zacapa 18 años… ¡Qué tiempos aquellos!

Ni modo, como dice mi amigo David Varona, hay tiempos de echar cohetes y otros de levantar varas, total, no hay mal que dure más de dos años ni veracruzano que lo aguante, el que viene, el 2018, tiene que ser mejor.

De momento, solo nos queda desear a todos los cuates del gremio, a los directivos de este medio y a nuestros lectores, salud para aguantar estos malos tiempos y pedirle a Dios que nos permita seguir viviendo para cuando menos ver que los imbéciles de hoy sean las reses de mañana.

Traten de ser felices y que el 2018 sea un mejor año.

APUNTES descansa

Como todo mortal nosotros también tenemos derecho a un descansito, esta columna deja de salir el lunes y, si Dios lo permite, nos vemos el martes dos de enero de 2018, con candidato y toda la cosa. Escríbanos a mrossete@nullyahoo.com.mx formatosiete@nullgmail.com www.formato7.com/columnistas