Ojalá alguien le diga al Fiscal Jorge Winckler que en los primeros 15 días de febrero hubo nueve feminicidios en la entidad. Y también le dé a conocer que la pesadilla va en aumento porque en enero hubo cinco en ese lapso de tiempo.

Parte sustantiva de su chamba como abogado de los veracruzanos es aprehender y procesar a quienes segaron esas vidas, pero hasta el momento no se sabe de al menos una detención.

Según el propio Winckler del 1 al 12 de enero se registraron en el estado 55 homicidios, 16 privaciones de la libertad, 196 robos de vehículos, 186 robos a comercios, 56 robos a casa habitación, 46 robos a transeúntes, tres robos a bancos y ocho extorsiones.

Ajá ¿y?

¿Acaso le gusta presumir que cada día Veracruz se hunde más en el infierno de la inseguridad y la violencia?

Una de sus obligaciones es informar cuántos de los autores de esos 566 delitos perpetrados la primera quincena de enero han sido detenidos y están bajo proceso porque para eso se le paga, para que detenga a delincuentes.

Los padres, hermanos, hijos y amigos de las 14 mujeres asesinadas en treinta días quieren saber si ya detuvieron a los responsables. ¿Qué les contesta, señor Fiscal?

En sus primeros dos años en el cargo, Jorge Winckler se dedicó a perseguir y encarcelar a peces gordos y charales del duartismo, pero dejó en la orfandad al veracruzano de a pie que al preguntar por un desaparecido; al pedir informes sobre los responsables del asesinato de un familiar, recibió como contestación una patada en el trasero.

Su dependencia de Yunes Linares, su ineficacia, su arrogancia y marcado desprecio por quienes iban a la FGE en demanda de justicia, le ganaron la repulsa de los familiares de desaparecidos que exigieron su remoción.

A esta exigencia se sumaron empresarios, organismos no gubernamentales, familiares de mujeres asesinadas y el entonces gobernador electo Cuitláhuac García. Pero Yunes desoyó a todo mundo y envalentonado, Winckler llegó a declarar que cubriría toda la ruta como titular de la FGE “y me faltan siete años”.

Sus pleitos con el Ejecutivo y el Legislativo estatales han desamparado aún más a los veracruzanos, pero en especial a las veracruzanas que ven impotentes cómo cada dos días en promedio asesinan a una de ellas.

“Después de cada festín de sangre los feminicidas saben que pueden pasearse libre e impunemente porque la Fiscalía no los persigue” dijo en días pasados una mujer activista. Y al parecer no le falta razón porque los feminicidios no paran.

Sin duda uno de los asesinatos más horrendos por su sevicia y crudeza fue el de la empresaria de Coatzacoalcos Susana Carrera; secuestrada, torturada, asesinada y decapitada por unos sujetos que le echaron la culpa al marido de no haber reunido cuatro millones de pesos que exigían por su rescate.

Ese fue el detonante para que en ese municipio del sur -uno de los más vapuleados a nivel nacional por la delincuencia-, la ciudadanía saliera a protestar desesperada en demanda de protección y castigo a los criminales.

Dar con los chacales que cometieron esa salvajada sería un tanque de oxígeno para el desprestigiado Fiscal Jorge Winckler. Pero él anda en otro rollo; luchando como gato panza arriba para que no lo echen de la Fiscalía.

Y los criminales también andan en lo suyo; multiplicando a mansalva su cruenta lista de víctimas femeninas.

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