En el periódico El Financiero, la analista Georgina Morett comentó este martes que los asesinatos del sacerdote Alejo Nabor Jiménez Juárez y el sacristán Alfredo Juárez de la Cruz, ocurridos en Poza Rica, se convirtieron «en otro eslabón en el enfrentamiento entre el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, y el gobernador electo, Miguel Ángel Yunes Linares».

Narra la periodista que el gobernador electo calificó el hecho como «la culminación de la ola de violencia que vive Veracruz y que las autoridades pretenden negar» y que por ello pidió a los veracruzanos que levanten la voz, a fin de que el gobierno federal escuche su demanda de vivir en paz y tome la decisión de intervenir para frenar la violencia.

Y remata Georgina Morett:

«En el enfrentamiento que mantienen Duarte y Yunes Linares, cada hecho delictivo ha servido para que el panista pida, sin éxito, el apoyo al gobierno federal».

Pero sucede que la presencia de las fuerzas armadas federales es una realidad palpable en Veracruz, desde hace mucho tiempo.

La Secretaría de Marina sigue a cargo de la seguridad en la zona conurbada Veracruz-Boca del Río. El Ejército Mexicano ha fortalecido su presencia en puntos de la entidad que son considerados como «focos rojos» en el tema de la seguridad, como en la frontera con Tamaulipas, los límites con Puebla, la zona de Córdoba y Orizaba, y en el sur en la frontera con Tabasco.

Según Yunes Linares, la delincuencia organizada llegó a Veracruz “de la mano de Fidel Herrera» y éste encomendó a Duarte la protección de los grupos delincuenciales, «que operan no sólo con impunidad y protección, sino también con el apoyo de los altos mandos de Seguridad Pública y de la Fiscalía General”.

Son datos falsos. La delincuencia organizada tiene mucho más tiempo operando en territorio veracruzano. Baste recordar la captura del narcotraficante Jesús Albino Quintero Meraz, alias “El Beto”, el 26 de mayo de 2002, por elementos del Ejército, en una residencia ubicada en el fraccionamiento Costa de Oro, de la zona conurbada Veracruz-Boca del Río, a unos metros de la del entonces Gobernador Miguel Alemán Velasco.

“El Beto” se encargaba de trasladar cocaína colombiana de Guatemala a Chiapas y de ahí a Tamaulipas y Estados Unidos. Movilizaba hasta tonelada y media de droga cada mes y confesó haber sido protegido en sus actividades por el exgobernador de Quintana Roo Mario Villanueva.

Junto con “El Beto” fueron detenidas otras seis personas, entre ellas el agente de la Policía Judicial Federal, César Manuel Amador, quien desde 1995 brindaba protección a ese grupo de narcotraficantes

Veracruz presenta especiales complicaciones para combatir la delincuencia. Es un territorio muy extenso y diversos grupos delincuenciales asumen el control por regiones. La misma actividad delictiva se ha diversificado. En algunas zonas se ha disparado el secuestro y la extorsión, mientras que otros puntos sirven para el trasiego de drogas o para el robo de combustible de los ductos de Pemex.

La presencia de las fuerzas federales es permanente. Las reuniones de coordinación interinstitucional siempre incluyen a representantes del Ejército, la Marina y la Policía Federal, los que dan seguimiento puntual de los hechos delictivos de alto impacto, para definir estrategias.

Es así como en varias ocasiones han dispuesto que se refuerce la presencia de sus elementos en Coatzacoalcos, o que se pongan en marcha operativos intensos para la captura de grupos delictivos en Poza Rica.

Sin embargo, la sola presencia de las fuerzas federales no es suficiente. Se trata de que realicen un trabajo coordinado con las corporaciones locales y atiendan a una estrategia nacional.

Esto lo sabe el gobernador electo, pero le resulta muy rentable mediáticamente plasmar una imagen catastrófica de Veracruz, lo que le daría un mayor margen de maniobra una vez que asuma el poder.

Todo en esta vida es política… y hay quienes no lo entienden así.

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