Primero fue su afirmación de que el tema de la creciente violencia en Veracruz durante su gobierno era más bien un problema de percepción social, sin sustento en los datos de incidencia delictiva: los veracruzanos sentíamos que había una inusitada ola de violencia porque se habían dado asaltos y robos (de poca monta, por cierto) pero que las cosas no habían crecido.

El gobernador Miguel Ángel Yunes Linares, sin embargo, tuvo que reconocer, semanas después, que sí, que se habían disparado los datos de homicidios, cruentos la mayoría, y entonces dijo que no había que preocuparse porque las víctimas eran producto de meros enfrentamientos entre las bandas delictivas que buscaban su acomodo en Veracruz, en cuyos actos no se tocaba a la población inocente sino solo a los miembros de esas bandas delictivas.

Se quiso amparar en el hecho de que no eran, en estricto sentido, delitos del fuero común, sino del fuero federal, porque los homicidios horrorosos que plagaban carreteras y calles con cuerpos destrozados, desmembrados, con signos de haber sido torturados, eran producto de la lucha entre grupos de la delincuencia organizada, como estaba ocurriendo en prácticamente todo el país.

Y, entonces, no era que las decaídas fuerzas policiacas preventivas del estado no estuvieran cumpliendo su función, sino que el gobierno federal no estaba haciendo mucho por contener esos hechos que amenazaban con desalentar inversiones y la llegada de turistas.

Pidió, exigió, la presencia de la Gendarmería Nacional, de la Policía Federal Preventiva y de la Policía Militar para intentar apagar un fuego que amenazaba con incendiar toda la pradera.

Los datos hasta marzo que ofrece el Sistema Nacional de Seguridad Pública, alimentados por la Fiscalía General del Estado, muestra empero un crecimiento en el número de delitos en general, y en particular, en el de delitos de alto impacto, como robo con violencia, homicidio doloso y secuestro.

En marzo, todos esos delitos se fueron para arriba. En cuanto a delitos en general, marzo se fue a 5 mil 029 (enero registró 4 mil 522, y febrero, 3 mil 837), mientras que los robos escalaron de 1 mil 650 en febrero a 2 mil 53 en marzo; los robos con violencia crecieron de 701 a 920, la mayoría de ellos contra negocios (371), de vehículos (235) y a transeúntes (108).

Los homicidios en general crecieron, de febrero a marzo, de 167 a 246, mientras que los homicidios dolosos pasaron de 109 a 161.Lo más grave ha sido el tema de los secuestros, que en los primeros tres meses del año han sumado 46, es decir, un promedio de 15 por mes, aunque en marzo se denunciaron 18.

Lo más grave es que no se ve capacidad operativa, pese al arribo de fuerzas federales, para abatir estos índices delictivos y, aún más, la Fiscalía General del Estado ha mostrado una enorme incapacidad para investigar los delitos, agobiada por la exigencia del gobernador Yunes de dar prioridad a la investigación sobre los delitos patrimoniales cometidos por los funcionarios del gobierno de Javier Duarte. No es que esté mal perseguir a los delincuentes que nos dejaron desnudos financieramente, pero no ha habido una voluntad política que permita fortalecer la capacidad investigadora de la Fiscalía, dirigida por un chamaco inexperto y de mecha corta.

Minimizar los daños, la estrategia

¿Qué es lo más fácil para esconder debajo de la alfombra la basura dejada por una promesa incumplida como lo es el de la seguridad y el abatimiento de la violencia criminal? Minimizar la ola de violencia y la inseguridad y responsabilizar a los medios de comunicación de ser quienes han pintado un panorama desolador.

Por eso, Miguel Ángel Yunes Linares se enfundó en la pulcritud de su verdad y, cuando inauguró el túnel sumergido en Coatzacoalcos, rechazó que Veracruz se encuentre en medio de un escenario negro, que ha sido obra de los medios de comunicación.

“Yo quisiera ver a Veracruz todos los días en las primeras planas de los periódicos y en las primeras notas de los noticieros de radio y televisión y en las redes sociales con noticias positivas porque Veracruz no es corrupción, Veracruz es producción. Es empuje, desarrollo económico. Veracruz no es violencia, Veracruz es trabajo cotidiano de sus habitantes, es confianza en los inversionistas”.

Y añadió a todos los que quisieron escucharlo y a los pocos que le creyeron: “Veracruz no es todo ese escenario negro que se pinta, Veracruz es todo lo contrario, Veracruz es potencia, Veracruz es presente, pero sobre todo, Veracruz es capacidad de volver a ser la locomotora de la economía nacional que lo ha sido durante muchos años”.

Yunes Linares reiteró que su gobierno ha combatido la delincuencia, y aunque sostuvo que hay preocupación debido a la inseguridad, aclaró que esto se va a resolver. “Yo no veo ninguna veracruzana, ningún veracruzano pesimista, preocupado por el futuro del estado. Yo los veo preocupados por la situación actual, porque hay inseguridad, porque hay desempleo, porque hay problemas, pero todos somos optimistas, todos tenemos la certeza de que esta situación se va a resolver”, dijo el choleño, quien ha olvidado su promesa de que se combatiría la delincuencia con los más avanzados equipos tecnológicos, drones inclusive.

Es grave que el gobernador Yunes esté en esta posición que busca esquivar sus responsabilidades como mandatario y que olvide sus promesas. Habrá que ver con qué veracruzanos optimistas y felices, dispuestos a echar el pulmón por mejorar Veracruz, de manera gratuita, claro, porque no ha creado empleos y, en cambio, ha dejado a miles de familias de burócratas en la miseria, mientras atiborra las oficinas con personas traídas, ya sea del estado de Puebla, o de Boca del Río. Allá él y su Veracruz tan reducido.

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