Apenas este domingo, representantes de la iglesia católica hacían un llamado para que los jóvenes se diviertan con prudencia y que los padres presten más atención a lo que hacen sus vástagos, esto en opinión a los hechos ocurridos en la ciudad de Orizaba, donde un grupo de jóvenes fue agredido a balazos a la salida de un antro -uno de ellos falleció el mismo domingo-; la sola insinuación de que los jóvenes habrían tenido alguna responsabilidad en la agresión, generó un malestar entre las familias afectadas y la asolada sociedad orizabeña.

Sin embargo, la realidad golpeó brutalmente la cara de la grey católica. Apenas había transcurrido un día de la agresión que ocupó titulares destacados en la prensa nacional, cuando se supo de la privación de la libertad –que no del secuestro porque nadie pidió rescate ni se presentó denuncia por este hecho- de los sacerdotes Alejo Nabor Jiménez Juárez y José Alfredo Juárez De la Cruz, al interior de una iglesia de la colonia Petromex en Poza Rica.

El fatal desenlace se supo apenas unas horas después, cuando los cuerpos de los curas fueron hallados sin vida en el paraje conocido como “La curva del diablo”, en el municipio de Papantla. Es decir, se los llevaron para matarlos de inmediato.

Poza Rica se ha convertido en un pueblo sin ley, donde la delincuencia organizada ha invadido cual metástasis casi todos los sectores sociales y económicos de aquélla ciudad. La violencia es una constante, pero hasta ahora, no se había registrado un hecho de esta naturaleza: una agresión directa contra representantes de la iglesia católica.

No se hicieron esperar las reacciones de indignación. La noticia escaló rápidamente a nivel nacional. La Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) ya no se detuvo, como lo hizo en el caso de los jóvenes de Orizaba, a tratar de entender lo que había sucedido y demandó el esclarecimiento inmediato de los hechos donde perdieron la vida los sacerdotes de la diócesis de Papantla.

Francisco Robles Ortega y Alfonso Miranda Guardiola, Presidente y el secretario general de la CEM respectivamente, firmaron un comunicado donde exigieron dar con el paradero de los asesinos y que se les aplique la justicia. Pero de las posibles razones de la agresión nada se dijo.

Hace algunos meses, en esa misma plaza, el gobernador Javier Duarte ya había pronunciado un polémico mensaje en el que sugería a los representantes de los medios de comunicación “que se portaran bien”, en una franca alusión a sus posibles vínculos con los grupos de la delincuencia organizada.

La muerte de los sacerdotes sólo viene a confirmar que Veracruz se ha convertido en una tierra de nadie. Como de manera profética decía José Alfredo de su natal Guanajuato, la vida no vale nada. En Veracruz hoy sucede lo mismo: no importa si se trata de niños o jóvenes, de mujeres u hombres, de empresarios y religiosos; no importa si tienen vínculo con delincuentes o son ciudadanos honorables. Los hechos de violencia se multiplican en una espiral que parece no tener fin.

Pero hoy han tocado a la puerta de la iglesia. La misma que había salido a las calles de manera encubierta tras las organizaciones en defensa de la familia, para protestar por los matrimonios igualitarios y su derecho de adoptar, pero que se había mantenida al margen de los problemas de inseguridad en el estado. No son más un grupo de excepción.

Tal vez Veracruz aún no es Guerrero o Michoacán. Tal vez ni siquiera se asemeja a Tamaulipas, pero eso es algo que no entenderán los familiares de los cientos de desaparecidos y de las decenas de personas asesinadas en las últimas semanas.

La del estribo…

Del discurso de Miguel Ángel Yunes en campaña: “Ricardo García Guzmán es tapadera de la corrupción de Duarte… y yo les quiero preguntar a mis amigas y amigos de Pánuco, ¿cuántas veces han visto al presidente municipal trabajando aquí? No lo han visto nunca porque vive en Xalapa y se la pasa en los restaurantes de Boca del Río gastándose el dinero del Ayuntamiento de Pánuco. Lo que hicieron fue ganar la presidencia municipal para robarse el dinero”. La realidad de hoy: “Gracias a @rickygarciaes, alcalde de Pánuco y a todos los habitantes de la huasteca por su cariñoso recibimiento.” Así las cosas en Pánuco.