Los comicios a celebrarse el 5 de junio revisten particular importancia, por lo que significan para la continuación de la tarea transformadora que emanó de la segunda alternancia ocurrida en 2012, pero también por su densidad representativa en la República, con doce gubernaturas, 388 diputaciones locales y 966 presidencias municipales en disputa.

Para el Partido Revolucionario Institucional, lo que está en juego es una oferta de estabilidad y buen gobierno, que se traduce en grandes proyectos de infraestructura, políticas y programas de desarrollo social y regional, muy distinto a lo que hemos estado viendo los veracruzanos en estos cinco años y cinco meses de pesadilla gubernamental donde la inseguridad, la ausencia de obras, la corrupción y la impunidad que se apoderaron de todos los estratos de gobierno.

La principal coalición opositora formada entre el PAN y el PRD, en cambio, sólo busca ganar a toda costa, sin importar la parálisis resultante de gobiernos surgidos de proyectos contradictorios y la inestabilidad que se genera con equipos ambiciosos e incompatibles.

Es en la congruencia donde se teje el vínculo más fuerte entre partidos políticos y ciudadanía. Cuando ésta se esfuma, los institutos políticos se desgastan, pierden la confianza de sus militantes y son vistos con suspicacia por los electores sin partido. Tal es el delicado trasfondo de las campañas iniciadas el pasado fin de semana.