Ya he citado el epílogo de El Hacedor, el libro que publicó Jorge Luis Borges en 1960, vuelvo a él porque Silvana me dijo algo que me lo recordó mucho. El texto borgeano dice: «Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.»
Más que de imágenes, Silvana supone un retrato elaborado a partir de la experiencias sonoras que hemos tenido a lo largo de la vida.
En esta entrega final habla la compositora y hace una suerte de declaración de principios estéticos, una exposición de sus motivos.

Tengo una voz y una piel, / tengo dos caras posibles.

Tengo tres caras posibles
y tú me las quitas todas,
tengo una risa con alas
que vuela si estamos a solas,
tengo una voz y una piel
que quieren que tú las descifres.
(Silvana Estrada Beverido)

El jazz siempre me ha hecho muy feliz y lo va a seguir haciendo siempre, no puedo parar de estudiarlo. Siempre escucho gente tan buena que me recuerda que no soy nada y me dan ganas de ir a mi casa y ponerme a estudiar, entonces estoy en esas dos partes y estoy tratando, de alguna manera, de unirlas porque ahora siento que mi discurso es la escuela y el jazz, por un lado, y mi música por el otro y estoy tratando de cambiar un poco eso.
Hace unos meses estuve en Europa, estuve tocando Cremona, Italia, y a una laudera de allá le daba mucha risa porque le decía yo toco jazz pero esta es mi música y ella me decía ¿por qué estudia tantas horas algo que dices que no es tu música y después le dedicas otro tiempo a lo tuyo?, ¿por qué haces esa diferencia tan extraña, por qué estudias algo que no consideras tuyo? [risas]. Desde entonces estoy tratando de cambiar un poco esa mentalidad, de buscar alguna conexión entre todo lo que tengo que decir, lo que he estudiado hasta ahora y la música que traigo adentro pero, bueno, creo que es un proceso largo y yo no tengo tanto tiempo en esta tierra [risas].

La música que somos

Me cuesta mucho definir mi música pero básicamente es folk, tiene muchas raíces latinoamericanas, muchas raíces mexicanas y algo del pop mexicano. Las temáticas son muy contemporáneas pero la armonía, la sonoridad y los colores son bastante tradicionales, un poco de música llanera, un poco son jarocho también pero el fraseo de la voz, ese sí que no lo puedo esconder, la verdad es que no suena tan tradicional, tiene bastantes tintes, inflexiones y melismas, si no del jazz, sí de la música americana, un poco de soul, es una mezcla muy extraña pero es, de alguna manera, el resultado de todo lo que se ha guardado en mi oído desde niña, es un poco difícil encasillarlo pero es lo que hay.
Hay un ejercicio que hago mucho, Bobby McFerrin dice canta 10 minutos sin parar, lo que quieras, cualquier cosa, y en los primeros dos minutos tus células te van a pedir que pares, tu cuerpo no va a entender qué está pasando y te va a pedir por favor que te detengas ya y vayas a la cocina a tomar agua. Lo padre del ejercicio es que al final encuentras que pasas por todos los sonidos de tu vida, por todo lo que traes en el oído, con lo que creciste. Si cantas canciones, claro que te vas a ir acordando de canciones viejas pero si empiezas a improvisar, y desarrollas esa improvisación por 10 minutos, vas a recorrer todo tu historial auditivo, va a empezar a sonar la música de tu infancia, la música que escuchaste ayer, la que escuchaste anteayer. Yo eso lo defino como la música propia, es muy difícil encasillarla pero es muy tuya, es tu nombre hecho música o eres tú hecho música.

Esencias y presencias

Creo que esta cuestión de los géneros a veces es muy cerrada, yo prefiero decir que todo es música sin fronteras porque he escuchado cantantes de pop cantar el mejor jazz del mundo y cantantes de folk en los mejores conciertos de rock, cosas así. Creo que a estas alturas no vale mucho la pena concentrarnos en los géneros y me hace ruido que todavía haya mucha rigidez en cuanto a lo que es y lo que no es, para mí eso ha sido muy incomprensible porque creo que es muy valiosa la música de cada quien y si tú pones fronteras, de alguna manera estas limitando algo que es muy único y que es de otra persona y no deberías llegar ahí a imponer un muro.
Cecile McLorin, que es una de mis cantantes favoritas, dice a mí me comparan mucho con Ella Fitzgerald o con Sarah Vaughan porque ustedes lo necesitan, yo no, yo soy yo y hago lo que a mí me gusta pero entiendo que la gente necesite una referencia para oír mi música, yo también a veces creo eso, que la gente necesita una referencia, Mix Up sería un desastre si no hubiera letreritos que dijeran Clásico, Jazz, Rock y tal [risas] pero, bueno, creo que a veces vale la pena romper ese esquema y salirse un poco y no querer sonar siempre a algo que ya existe. Creo mucho en la esencia de las cosas, creo que hay que estudiar muchas horas todos los días para tener la esencia del jazz y después tocar lo que te salga del alma o de la cabeza o de donde te salga la música, y si vas a tocar son jarocho, debes ir a la esencia del son jarocho aunque después lo cambies.
Xalapa es una ciudad con muchísima fusión de esencias, puedes verlo en grupos como Sonex o La Manta, ahora Carlos Zambrano está sacando su disco y es jazz y es música mexicana, a mí se me hace increíble porque sí conserva las dos esencias. Lo logran porque es gente que ha estudiado mucho las dos cosas.

Conversations with Myself

La mayoría de mis letras habla de amor porque me encanta ese tema y creo que es el tema más universal de los temas universales [risas], supongo que después cambiaré y hablaré de, no sé, impuestos [risas], no, no sé, hablaré de otras cosas pero en este momento de mi vida creo que ese es el tema que más me interesa y le dedico mucho tiempo a pensar. Me interesa mucho el tema de las relaciones humanas, sobre todo la fuerza de las cosas que se hacen por amor.

Silvana Estrada Beverido (Foto, Andrés Alafita / JazzUV)
Silvana Estrada Beverido (Foto, Andrés Alafita / JazzUV)

Yo compongo mucho tratando de resolver mis dudas, no sé exactamente cómo funciona eso pero me ha funcionado muy bien. Muchas veces no entiendo las cosas o no entiendo por qué me siento de una manera o no entiendo por qué pasan las cosas de ciertas maneras o qué está sucediendo, realmente, adentro; a veces hay mucho ruido en mi cabeza y tengo que ir y sentarme a componer para que pare y entonces respondo a varias preguntas, respondo, de alguna manera, a cosas para las que no basta el lenguaje. Siempre he necesitado un metalenguaje tanto para la música como tal, armonía melodía y ritmo, como para la poesía de una letra.
Siempre estoy recurriendo a mi lenguaje metafórico, todos tenemos uno muy específico y yo trato de desarrollar el mío, de verdad me cuesta trabajo hablar llano (por ejemplo, esta entrevista seguro es larguísima [risas]), siempre tengo necesitad de usar el metalenguaje para entender bien qué está pasando y saber bien qué es lo que quiero decir, no me basta decir «tengo hambre» o «te quiero» o «no te quiero», necesito recurrir a muchas imágenes para poder llegar a la verdad de esa frase.
Creo que las palabras engloban mucho más y justo por eso me gusta mucho leer, porque las palabras toman formas que, en la vida normal, hablando llano, no toman entonces, sí, mis letras hablan mucho de cuestiones de la vida y en este momento, a mis 19 años, las relaciones humanas son algo que me hace mucho ruido y de verdad que, para mí, el amor es el tema universal por excelencia, mis canciones favoritas, mis libros favoritos, incluso libros que no recurren al amor romántico sino que recurren a la nostalgia, a otros amores no tradicionales, no románticos, me encantan, no siento que haya diferencia entre este tipo de sensaciones que tengo ahora a las que siente alguien de 60 años en Tijuana o a las que sintió alguien hace 80 años en Londres, siento que espiritualmente y emocionalmente, no ha cambiado mucho la cosa.
No sé si cualquiera puede encontrarse un instrumento con el que se sienta en casa y empiece a componer, yo, con el cuatro, encontré algo que me hace realmente muy feliz.

PRIMERA PARTE: Baby Sings the Blues
SEGUNDA PARTE: In My Own Sweet Way


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