En este bendito país hubo, hay y habrá diputados que sobresalen por sus absurdos, pero pocos como la diputada veracruzana Ana Miriam Ferráez Centeno.

En mis andanzas reporteriles conocí a uno que era de a tiro malo para hablar en público y pésimo para contestar a los reporteros. En cierta ocasión y al verse rodeado de cámaras y micrófonos se puso nervioso, tartajeó, no supo qué contestar y propuso un trato: “Si me permiten amigos, responderé a sus preguntas por escrito porque ‘en vivo’ digo puras pendejadas”.

A la diputada Ana Miriam Ferráez no le espantan las cámaras ni micrófonos, su problema es que decir disparates es parte de su naturaleza.

Su propuesta de toque de queda para que las mujeres no salgan de sus hogares después de las 10 de la noche, ni es la primera ni será la última tarugada que diga un legislador. El asunto es que a la señora ya la agarraron de bajada porque -reitero- es parte de su naturaleza tropezarse con su lengua.

Para su mala fortuna, en un mundo donde las noticias vuelan en cuestión de segundos, sus dislates trascendieron y gracias a las redes sociales son conocidos en todo el mundo.

Las dos únicas veces que ha sido noticia en radio y televisión nacional no ha sido por su desempeño como diputada, sino por sus lamentables desatinos verbales que la convirtieron en el hazmerreír de la audiencia y en la botana de los periodistas. Y en Veracruz, donde los colegas no se andan con miramientos a la hora de tundir a un funcionario, le han dado con todo.

Este martes al comenzar la sesión del Congreso, Ana Miriam no estuvo en su curul lo que frustró el morbo de los reporteros que la estaban esperando nomás para ver qué salía de su ronco pecho.

Minutos después ofreció una conferencia de prensa donde justificó su metida de pata al manifestar que no supo expresar la indignación, impotencia y dolor que siente por las mujeres violentadas.

La diputada -que no aceptó preguntas- leyó un mensaje donde dijo: “Es de humanos errar y con humildad reitero mi ofrecimiento de disculpas a todas las mujeres que se sintieron agredidas por mi declaración; soy la voz de muchas mujeres en este Congreso y lo seré siempre para fortalecer sus derechos”.

El problema de Ana Miriam es que se la pasará una y otra vez ofreciendo disculpas porque continuará contestando o declarando con el primer despropósito que se le venga a la cabeza.

Su falta de humildad (porque no es humilde) y sus ansias de protagonismo, le impiden hoy y le impedirán en el futuro hacer lo que aquel diputado que propuso contestar por escrito las preguntas para no decir babosadas.

Ese legislador sería muy bruto para hablar, pero conocía sus limitaciones. Y con esa propuesta tuvo una pizca de humildad para los reporteros, para sus representados y para con él mismo.

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