En esta segunda entrega, Samuel Martínez Herrera habla de su formación académica formal que inició con un par de seminarios impartidos en Morelia, Michoacán, siguió con la asistencia a dos Seminarios JazzFest, de los que organizaba Javier Flores Mávil, uno en Xalapa y otro en Cholula, y concluyó con la Licenciatura en el Conservatorio de Puerto Rico

Caminos de Michoacán…

En el 99, Juan Alzate organizó un taller de jazz en Morelia, ese fue el primer seminario de jazz al que fui en mi vida. Lo vimos en un cuadrito en un periódico que trajo un amigo. Ya tocaba con otros amigos, un saxofonista, Jorge Arredondo, José Antonio López, que tocaba el bajo con mi papá, mi hermano con la guitarra, una chava que se llama Ligia Guerrero, cantante, Manuel Cossío en la batería, Carlos Hernández, percusionista, y un chavo que tenía apenas como 11 o 12 años que se llama Memo Barrón, empezaba a meterle a las percusiones y lo juntamos.
En ese curso y estaba Mark Levine al piano, el puertorriqueño John Benítez al bajo, el maestro de sax era Juan Alzate, de guitarra, Bruce Forman y en la batería Antonio Sánchez, que en ese momento estaba tocando con Danilo Pérez y ya se empezaba a decir que era un baterista mexicano muy famoso pero nadie sabía más nada, cuando lo vimos tocar dijimos wow, qué onda. Por cierto, Édgar Dorantes y yo éramos compañeros de clase con Mark Levine. Ese seminario me marcó mucho porque ahí dije yo quiero estudiar fuera del país.
Al año siguiente (2000) hicieron otro seminario en Morelia pero más pequeño con Mili Bermejo y Dan Greenspan (es su esposo) y otros personajes que no me acuerdo ahorita, fue muy bonito. Ahí hice una audición para Berklee y luego hice otras y me dieron unas becas que son un poquito como gancho porque es carísimo, cuando vine a ver cuánto tenía que pagar era un dineral entonces nunca me fui y me desilusioné un poquito. Dos de mis compañeros sí se fueron, Karina y Manuel.

¡Eh!, meu amigo Charlie

En el 99 empecé a dar clases en una orquesta de una escuela municipal, yo tenía 19 años y daba clases de entrenamiento auditivo y de piano, era con niños y yo quería darles clases como me las daba mi papá pero para nada. Ahí conocí a Carlos Zambrano, tenía 15 años y fue mi alumno, estaba flaquito, flaquito. Tocaba la batería y de repente, como veía que tocábamos algo de jazz, empezó a agarrar el bajo.

Carlos Zambrano con Samuel Martínez Herrera (Foto tomada de Facebook)
Carlos Zambrano con Samuel Martínez Herrera (Foto tomada de Facebook)

Era un chavo muy hiperactivo, yo lo admiro mucho porque siempre estaba preguntando y porque tiene un sentido musical extraordinario. Yo siempre le estaba dando lata de que se pusiera a estudiar jazz en forma entonces empezó a estudiar composición con mi papá y luego empezó a tocar el bajo con él. Entró a Polirritmia en el 2001, también tocó flamenco con mi hermano y varias cosas más, siempre estaba aprendiendo por todos lados y decidió venirse a Xalapa a estudiar en JazzUV cuando eran diplomados, los maestros eran Agustín Bernal, Gabriel Puentes y Rey David. Siguió un poco en el jazz pero se fue más a lo que empezamos a trabajar en el proyecto Huazzteco.

Homage

En el 2004 se celebraban los 40 años de maestro de mi papá y la Secretaría de Cultura preparó un festival que se llamó San Luis Jazz, Homenaje a Jorge Martínez Zapata. La que dirigió ese festival fue Verónica Medellín (la chava que toca el bajo que se fue a Nueva York) y verdaderamente fue uno de los festivales, en serio, que hubo en San Luis. Fueron cuatro o cinco días, no me acuerdo, y estuvieron Héctor Infanzón, Enrique Nery, el grupo B4 que estaba formado por Abraham Barrera y sus hermanos [Javier, Iván y Jonathan], y la mayoría de los grupos de jazz que había en San Luis: Cantera, Palicata, Metztli.
Lo más importante es que llevaron al maestro Justo Almario, saxofonista y flautista colombiano que vive en Los Ángeles, pero lo interesante del caso es que el maestro Justo Almario, que ya es una leyenda del jazz, definitivamente, fue alumno del maestro Jorge en San Antonio Texas, te estoy hablando del 67, cuando el maestro estuvo cinco años en San Antonio y Justo Almario participó en la primera grabación del proyecto que el maestro Jorge llamó Música Integral que ahora estamos volviendo a sacar y que yo creo que es, salvo que se haga una buena investigación, uno de los primeros, si no el primer proyecto de fusión de música mexicana con técnicas de la composición contemporánea y un poquito del jazz.
En este homenaje, Justo Almario y el maestro Jorge, treinta y tantos años después, tocaron un concierto a dueto de piano y sax o flauta, y tocaron algunos de los temas antiguos pero también algunos standards de jazz, fue muy, muy, muy emotivo.
Se pretendía que el festival San Luis Jazz se hiciera cada año pero no fue así. Se hicieron ciclos de jazz dentro del Festival de San Luis, estuvieron Agustín Bernal, Eugenio Toussaint, que en paz descanse, Enrique Nery pero no era un festival de jazz propiamente dicho. En San Luis siempre ha habido público de jazz, desde el primer concierto que se realizó en la ciudad, en 1964, lo tenemos registrado, fue con el Chucho Zarzosa Quinteto, con Popo Sánchez, Mario Ballina, Pepe Solís y Félix Agüero.

Pa’ tocar como Huazzteco, hay que haber nacido en jazz…

Para el Festival yo dije tengo que presentar algo que tenga que ver con lo que el maestro siempre ha querido hacer con la música mexicana, entonces hago el proyecto que se llama Huazzteco en el cual estuvieron Carlitos Zambrano en el bajo, Manuel Cossío la batería, Ligia Guerrero en la voz, mi hermano Jorge en la guitarra, Ramón Sánchez Aviña en la flauta (él es miembro del grupo Zazil de la Ciudad de México, también un grupo muy importante) y en el trío de huapangos estuvieron Jesús Castro Andriano, Rodolfo González Martínez, que es gran un trovador y que es el que realmente me metió al huapango, y en el violín, Joel Monroy que fue fundador de los Camperos de Valles.

Huazzteco en concierto (Foto tomada de la fan page del grupo)
Huazzteco en concierto (Foto tomada de la fan page del grupo)

Para mí era una maravilla estar tocando con esa gente, sobre todo con Joel porque es parte de un sueño, oía a los Camperos y era maravilloso que estuvieran tocando en una cosa donde los arreglos tenían introducciones difíciles y tenían que amalgamarse entre la sección del grupo de jazz y la parte de los huapangueros. Era muy complejo hacer que esto se armara porque hay idiosincrasias diferentes, hay formas de procesar la información musical diferentes entre ambos, por ejemplo, los huapangueros, en general, no leen música y cómo les pides que hagan algo específico, lo pueden hacer pero lleva tiempo, además, con unos viviendo en [Ciudad] Valles, otros en el DF, otros en Jojutla y otros en San Luis, pues era imposible pero era una banda, digamos, como el Irakere del huapango [risas], eran 11 músicos aproximadamente.
Me gusta mucho eso porque, para mí, Huazzteco, realmente, a través de los años ha sido como un laboratorio más que un grupo. La Manta, por ejemplo, es un grupo bien hecho, un grupo en el que están juntos tocando todo el tiempo, con Huazzteco no se podía hacer eso porque eran muchas diversidades pero se quedó grabado. Se grabó en 2005, salió en 2006 y se puede comprar en CD Baby o se puede oír en Spotify. Esas grabaciones, creo yo, marcan un camino del que podemos partir hacia la fusión de la música mexicana y el jazz.
Aunque Manolo Cossío estaba en la batería en ese Festival, quien grabó el disco fue Efrén Capiz, de Morelia, gran baterista purépecha que ha estudiado esos ritmos, tiene su proyecto, también de fusión, se llama Blurhépecha que es también de los primeros que se hicieron, yo creo que debe haber sido en los 80.

Sueño de albor y jazz

En 2005 pasaron muchas cosas, se hizo la grabación del disco y en agosto vine por primera vez a Xalapa al V Festival JazzFest que hacía Javier Flores Mávil. Había querido venir al anterior pero no había podido, vine ese año y me cambió totalmente la vida porque fue una experiencia muy diferente a la de Morelia, acá era en la UV, estaban los campus, los salones y mucha gente, yo no había vivido esa experiencia así. Ese año vinieron Eddie Gómez [bajista], Marco Pignataro [saxofonista] y Luis Marín en el piano que a la postre iba a ser mi maestro de piano en Puerto Rico. De Eddie Gómez yo decía oye, este man estuvo con Bill Evans y es súper tranquilo, está compartiendo, súper cool.
Un día me iba a salir a hacer una llamada cuando empezaron a hablar de la escuela de Puerto Rico y yo dije ¿Conservatorio de Puerto Rico? Yo tenía un antecedente de mis dos amigas con las que toqué en Polirritmia, Karina y Verónica, que se fueron a Puerto Rico antes de que Karina se fuera a Berkley, Verónica sí acabó pero en una escuela que se llama Interamericana, ahí tenían un programa jazz o de música popular, interesante, con Ángel David Mattos y otros entonces ellas me pusieron en la mira a Puerto Rico pero hasta que vino Marco Pignataro y habló del programa, lo pensé en serio. Le pedí la información a Marco, hablé con Luis Marín y me dijo sí, mete la audición y haz esto, y dije ¿pues qué pasa?, la metí y me aceptaron. Gracias a Dios, en ese momento la colegiatura era muy, muy, muy barata, también los viajes, el dólar estaba a 10 pesos, la verdad es que fuimos afortunados.

Loco de contento con su cargamento…

Fui al Seminario siguiente, en 2006, que fue en la Universidad de las Américas, en Cholula. Estábamos a dos semanas de irnos a Puerto Rico, ahí conocí a Tonatiuh Vázquez, a Yauri Hernández, a Emiliano Coronel, a Vladimir Coronel, a Arturo Caraza y a todos ellos que fueron mis compañeros en Puerto Rico. Estuvimos cuatro años allá, de 2006 a 2010, algunos llegaron después, Memo Barrón llegó en 2007, Vladimir [Coronel] llegó en 2008. Vivimos una época muy bonita, había músicos, clásicos y de jazz, de primer nivel que eran nuestros compañeros: costarricenses, panameños, colombianos, puertorriqueños, venezolanos. Había un alto nivel, estaban Felipe Fournier, de Costa Rica, y Lalo Rojas, que cuando llegó al Conservatorio ya había tocado tres años con Rubén Blades, ¿te imaginas la experiencia?

Samuel Martínez Herrera con Vladimir Coronel, Emiliano Coronel, Felipe Fournier, Memo Barrón y Lalo Rojas en Puerto Rico (Foto tomada de su cuenta de Facebook)
Samuel Martínez Herrera con Vladimir Coronel, Emiliano Coronel, Felipe Fournier, Memo Barrón y Lalo Rojas en Puerto Rico (Foto tomada de su cuenta de Facebook)

Mi papá me apoyó muchísimo y gané un par de becas también pero en vacaciones regresaba a San Luis y me ponía a trabajar. Cada vez que venía de Puerto Rico hacía un seminario, un curso o algo así.
Cuando me fui a Puerto Rico me desconecté de todo, tenía algunos alumnos, uno de ellos, a la postre, iba a ser un músico muy importante, toca en San Luis, se llama Ricardo Vega. Él entró a estudiar conmigo en 2005, 2006, por ahí, y como me tuve que ir, todos mis alumnos los tomó el maestro, siguió estudiando con él y empezó a tocar con él también.
Lo de Huazzteco lo dejé en stand by porque, además, llevaba seis años dando clases en la escuela esta, al mismo tiempo tocaba en un grupo de salsa (me gustó mucho la salsa) y también hice unas obras de teatro con las que fuimos a viajar a Ecuador. Es una obra de un escritor ecuatoriano que se llama José de la Cuadra en la que estamos en escena tocando, y actuando, pero muy poquito. Es una novela muy interesante que habla sobre una tribu, Los Sangurimas.

Cascarita de manzana

Llegando a Puerto Rico, yo llevaba discos entonces los compartí con la gente. Me acuerdo que llegando, luego, luego me dice el maestro Marco:
-Haz una audición para esto y aquello
-Ok, ¿de qué es?
-Tú ve
-Bueno
Fue como un sueño porque apenas llevaba una semana y la audición era para ir a Chicago entonces me fui con un combo representando al Conservatorio. Me pidieron que hiciera un arreglo, hice un arreglo de Scrapple from the Apple, de Charlie Parker, un poquito con esta onda del huapango y lo tocamos en Chicago, fue una maravilla para mí.
Luego hice una audición, en agosto de 2006, para tocar con un grupo de estudiantes con Miguel Zenón, nadie sabía quién era Miguel Zenón, obviamente los puertorriqueños sí pero era muy chavo también. Realmente Miguel es uno de mis ídolos como músico y como arreglista y toqué con él, con el grupo de estudiantes. Fue padrísimo eso.

Conferences

En enero de 2007 fui a Nueva York a una conferencia de jazz, pero un monstruo de conferencia, que se hacía cada año. La organizaba la Asociación Internacional de Educadores de Jazz [IAJE], era la número 34 y, como éramos estudiantes del Conservatorio, teníamos un descuento. Nos fuimos Arturo Carranza, Andrea Alfonso y no me acuerdo quién más. Era una cosa increíble, yo no había ido a Nueva York en mi vida, eran dos hoteles en la 52, creo, el Hilton y el Sheraton, las conferencias eran en los lobbies y en los ballrooms. Era un programa impresionante, eran cuatro días y había conferencias cada hora, de nueve de la mañana a 12 de la noche, sin parar. Estaba Jerry Bergonzi dando una clínica y tres puertas para allá estaba Roy Haynes dando una entrevista, en la noche estaba John Patitucci pero al mismo tiempo estaba otro y no sabías ni qué ver. Había una exposición de tres pisos, una cosa increíble, abajo estaban los libros, en el segundo piso estaba la prensa, todo mundo, radio, revistas, televisión, todo, y en la de arriba había instrumentos, vendían pianos, saxos, guitarras, todo.
Yo llegué con los discos y los empecé a repartir en todos lados y como tres meses después, ya en el Conservatorio, me habla un amigo y me dice oye, ve a la biblioteca porque saliste en el Down Beat, pegó un disco así. Hicieron una crítica un poco más del lado del jazz pero, bueno, salió en el Down Beat.
Al año siguiente fuimos a Toronto a la última de las conferencias esas, fuimos tocando con una big band y con una banda de Latinoamérica con Óscar Stagnaro y también ahí había un arreglo mío, en este mismo rollo, pero ya todo se iba transformando porque mi forma de tocar se iba transformando al conocer a todas estas personas. Ya no podía tener alrededor a huapangueros sino que ahora todo iba en función de un cuarteto, así es como se forma el segundo disco que se llama Jilitla. Hice una composición para una clase de Teoría Musical, al maestro le gustó, la grabé, después hice una versión de quinteto de cuerdas y se presentó.
Tocamos un par de conciertos con Huazzteco en el Conservatorio con canciones mexicanas (La Bikina, Cucurrucucú Paloma, arreglos del Balajú, Rosita Arribeña y dos temas originales) y un estándar de jazz, en el primero tocamos Gian Steps y en el segundo, Pent Up House, y acá tocamos un tema de Justo Almario que se llama Abrazos y Besos, es un tema muy bonito.

PRIMERA PARTE: Learning to Fly

TERCERA PARTE: All for all


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