Los sesgos que va tomando en Veracruz el proceso de sucesión gubernamental, se tornan preocupantes. Cada día que pasa, un nuevo suceso relacionado con actos de violencia nos sobresalta porque se presenta como claro indicio de que quienes están en el poder harán lo que sea con tal de no dejarlo, y a falta de cuadros que les garanticen la hegemonía recurren a la violencia.

¿No es un acto de violencia sacarse de la manga de la camisa una acusación en contra del alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, por el delito de enriquecimiento inexplicable? ¿No es otro indicador de hasta dónde van a llegar con tal de detener al diputado federal panista Miguel Ángel Yunes Linares, al insistir en una denuncia penal por el delito, también, de enriquecimiento inexplicable, tratando de que la PGR priista lo convierta en indiciado y así dejarlo fuera de la contienda?

¿No es otra muestra de violencia el incendio del restaurante El Amate, ubicado en el municipio de Boca del Río, lugar donde su propietario ha dispuesto del espacio y de cooperar con desayunos y comidas, en apoyo al senador Héctor Yunes Landa, con quien simpatiza para que sea el candidato del PRI al gobierno?

Intimidar a quienes ocupan cargos importantes que se pronuncian a favor de la precandidatura de uno de los dos senadores priistas, inventar delitos y presentar querellas que solo desean utilizar para desactivar la participación del más aventajado de los aspirantes (de todos los partidos) a la gubernatura, Miguel Ángel Yunes Linares, quien sin duda enjuiciará a los corruptos que en estos casi 11 años se han servido con la cuchara grande del presupuesto estatal, dejando a Veracruz en una situación de quiebra económica, miseria, desempleo y violencia, es solo una muestra de lo que viene para los veracruzanos si los llamados “chamacos de la Fidelidad”, que no son otra cosa que empleados del exgobernador Fidel Herrera Beltrán, no toman el control de la situación política estatal y garantizan su permanencia en el poder y con ello impunidad.

Veracruz vive momentos muy delicados donde bandas de la delincuencia organizada luchan por sobrevivir en el poder, mientras ciudadanos con un proyecto distinto los enfrentan en el terreno electoral