Si bien el campo de la ciencia del sueño ha pensado durante mucho tiempo que los animales y los seres humanos morirían sin dormir, un creciente número de evidencia está cuestionando ese supuesto.

Privación del sueño

En este sentido, un estudio realizado por investigadores del Colegio Imperial de Londres, proporciona una prueba de que el sueño no es tan necesario para la vida como se ha supuesto hasta ahora, al menos para la mosca de la fruta (Drosofila melanogaster).

Desde pequeños insectos hasta elefantes, incluyendo a los humanos, todos tenemos una cosa en común: la necesidad de dormir. Pero extrañamente, los científicos no están seguros de por qué dormimos.

Se ha propuesto la idea de que el sueño restaura la energía del cuerpo, purga información inútil del cerebro y repone neurotransmisores, pero a decir verdad, no hay nada en concreto.

Un puñado de estudios con perros y cucarachas que se remontan a finales del siglo XIX sugiere que ser privado del sueño puede resultar en una vida más corta.

Pero los métodos detrás de algunos de estos estudios pueden hacer difícil afirmar si los sujetos de prueba se vieron perjudicados por la falta de sueño en sí, o por el estrés del tratamiento que recibieron, como por ejemplo, ser sacudidos constantemente.

Con la esperanza de ver los verdaderos efectos de la privación del sueño, los autores del nuevo estudio adoptaron un enfoque más moderado, para el cual desarrollaron un sistema automatizado que les permitió monitorear moscas y hacer un seguimiento de sus movimientos con cámaras, anotando cualquier período prolongado sin movimiento como sueño.

A tal fin, los investigadores seleccionaron 881 hembras y 485 machos de Drosophila y los observaron durante cuatro días. El sistema permitió corroborar que cuando no se les interrumpía, los machos dormían unas 10 horas al día en promedio, mientras que las hembras dormían alrededor cinco horas al día.

El siguiente paso de los investigadores se centró en mantener a las moscas despiertas, para lo cual equiparon el sistema con pequeños motores que inclinaban suavemente las moscas en cualquier momento en que se quedaran quietas durante al menos 20 segundos.

Con este método, los investigadores privaron a las moscas de descansar durante el transcurso de toda su vida, interrumpiéndolas cientos de veces al día, de modo que si dormían durante esos 20 segundos de quietud, podrían haber dormido, como máximo unas 2,5 horas al día.

Vivieron tanto como las otras

Para su sorpresa, los investigadores descubrieron que las moscas privadas del sueño vivieron tanto como sus contrapartes que tuvieron periodos de sueño normales, lo que sugiere que el sueño tuvo poco o ningún efecto en sus vidas.

Cuando un grupo diferente de moscas se colocó en el mismo sistema durante 10 días y luego se liberaron, salieron volando tan felices y saludables como siempre, corroborando las observaciones iniciales.

Los investigadores explican que el secreto puede estar en el pequeño cerebro de las moscas, que con unos pocos minutos de sueño por día pueden mantener una vida normal.

En contraste, los mamíferos, en particular los humanos, tenemos un sistema nervioso más complejo, y por lo tanto, otras leyes pueden aplicar.

Basados ​​en estos resultados, los investigadores piensan que el sueño podría no ser una necesidad biológica, como comer, sino un rasgo que adquirimos a través de la evolución.

Es sabido que la falta de sueño está asociada con el deterioro físico y cognitivo, y sin esos baluartes, nuestros antepasados ​​podrían no haber tenido las mentes agudas y los cuerpos fuertes necesarios para sobrevivir.

En todo caso, señalan los autores del estudio, se necesita mucha más investigación para descubrir por qué dormimos.

Con información de ALT1040