Resulta inverosímil que una persona con ingresos de 50 mil pesos al mes realice 206 viajes al año, 37 de ellos en avión –París, incluido–, mantenga a dos familias con gastos de luz, agua, gas, teléfonos, vestuario, educación; y pague camionetas, gasolina, comidas y hoteles.

Y que, además, esa persona no tenga trabajo.

Porque Andrés Manuel López Obrador, quien presentó una declaración 3de3 que ni Pinocho la haría, empezó a trabajar como presidente de Morena el 20 de noviembre de 2015. Es decir, tuvo ingresos solo un mes y medio del año pasado, que es el que comprende la declaración 3de3.

Seguramente, muchos otros políticos gastan más de lo que ingresan, lo que constituye una violación flagrante a las leyes fiscales.

Pero López Obrador dice que es diferente, y con sus mentiras en la declaración 3de3 nos muestra que es igual a los demás.

O peor, ya que acusa a los otros de ser deshonestos, mafiosos y corruptos, y él no puede justificar sus ingresos y sus gastos.

Durante años, López Obrador se ha erigido como la única autoridad moral del país. Descalifica a sus adversarios y extiende certificados de honorabilidad a los que le son leales.

Se le cayó el teatrito. Miente con respecto a sus ingresos y oculta sus gastos.

Al descubierto ha quedado una persona que abandera la honestidad como su gran virtud, y acusa a todos sus adversarios de ser deshonestos o francamente rateros