Tras casi dos años de desdén y olvido, las relaciones entre los órdenes federal y estatal parecen orientarse hacia un marco de colaboración. Repito, parecen.

Es cierto que esta semana ha habido una presencia destacada de funcionarios federales en el estado de Veracruz y, a diferencia de las anteriores visitas del presidente Enrique Peña Nieto, además de cumplir con la agenda nacional, tanto el mandatario federal como sus colaboradores han incluido temas de interés para los veracruzanos.

Primero ocurrió con el banderazo de inicio de una autopista (que en un gran tramo solo será una súper carretera), que pretende unir en el futuro los puertos de Veracruz, Tuxpan y Tampico, aunque en este caso solo se refiera a la modernización de la comunicación carretera entre los dos primeros.

En efecto, el titular de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), Gerardo Ruiz Esparza, dio inicio a trabajos que requerirán recursos superiores a los 3 mil 300 millones de pesos, para mejorar el tramo entre Cardel y Poza Rica.

Según él, en breve vendrá a dar el banderazo a la construcción de la autopista Tuxpan-Tampico, aprovechando tal vez la inauguración de la autopista México-Tuxpan, un proyecto carretero que se inició durante el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, y que han debido pasar tres sexenios más lo que va de éste, es decir, poco más de 20 años, para que se dé por concluido.

Por supuesto, esperamos que tanto lo que inició Ruiz Esparza con el gobernador Javier Duarte, para unir con una vía carretera de altas especificaciones a Cardel con Poza Rica, como lo que deberá anunciarse muy pronto (la autopista Tuxpan-Tampico), no sean obras que concluyan y estén listas, digamos, en 2034, sino que tengan el impulso de ese gran fondo de infraestructura que el presidente Enrique Peña Nieto anunció para su gobierno.

De antemano, el Puerto de Tuxpan se convertirá en un punto estratégico nacional, tanto para el trasiego de mercancías y productos como en el ramo turístico. Con la autopista que lo une con la Ciudad de México, que podrá recorrerse conservadoramente en tres horas, se convertirá en el puerto y el destino de playa más cercanos al Valle de México.

¿Se habrán limado asperezas?

Lo cierto es que el gobierno federal no había activado su brazo inversor en Veracruz hasta estas fechas, y ya estábamos seguros de que ocurriría otro sexenio negro para los intereses de una población asolada por la violencia y la falta de oportunidades, por el solo hecho de que las cabezas de los gobiernos federal y estatal estuvieran soterradamente confrontadas.

Para buena parte de los analistas políticos del estado y la capital del país, las cosas entre Peña Nieto y Javier Duarte no estaban del todo bien. Algunos apuntábamos a los resultados de la elección presidencial, que en Veracruz favorecieron a Josefina Vázquez Mota, del PAN, como la razón del encono.

Se agregaba el desaseo, ya no del gobernador como de sus colaboradores más cercanos, en particular de quien fungía como secretario de Finanzas y Planeación, hoy delegado de Banobras, Salvador Manzur Díaz, cuya mapachería fue grabada y hecha pública, y estuvo en un tris de echar abajo el Pacto por México, cuando este engendro que permitió todas las reformas estructurales, apenas daba sus primeros gorgoritos.

Otros desencuentros apuntaban a un sexenio federal más en contra de Veracruz, sin embargo, según parece, Peña Nieto se ha relajado y sabe que debe incorporar los beneficios a la tercera entidad en número de votantes porque los comicios intermedios de 2015 están a la vuelta de la esquina.

Ahora, todos los funcionarios federales que han venido a tirar línea a los senadores del PRI y el PVEM, reunidos en Boca del Río, hablan maravillas de Veracruz, de su gobierno y de las relaciones entre la Federación y el estado. Incluso Miguel Ángel Osorio Chong y Rosario Robles Berlanga, secretarios de Gobernación y de Desarrollo Social, a quienes los vientos del golfo les han sentado de maravilla.

Ya veremos si esto es mero aspaviento diplomático o realmente habrá obras federales, aunque todo mundo pide, exige, que los recursos los maneje la Federación.

¿Por qué? Quién sabe.

A bote pronto

Con la reforma energética todo parece cambiar de color y forma. De empresas paraestatales que extraían sin medida la riqueza generada en territorio veracruzano, sin darle nada a cambio, salvo las consabidas catástrofes ambientales, ahora resulta que tanto Petróleos Mexicanos (Pemex) como la Comisión Federal de Electricidad (CFE) cambiarán y serán bondadosas con un territorio al que han dejado pobre y contaminado.

Y es que tanto Emilio Lozoya Austin como Enrique Ochoa Reza, directoras de estas empresas productivas del Estado, han anunciado inversiones sociales que solo aparentemente resarcirían los daños sociales y ambientales que han generado.

Según el gobernador Javier Duarte de Ochoa, la inversión conjunta es de 391 millones de pesos. Ello incluye unas 54 pequeñas obras de CFE, en que se invierten 44 millones de pesos (unos 800 mil pesos en promedio por obra), y que en 2015 serán otras 470 obras, con un presupuesto de 347 millones (unos 730 mil por cada una).

Como quien le da un vaso de agua al hambriento.

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