A finales de los 90, en alguna de las ediciones del Seminario Internacional JazzFest que dirigía Javier Flores Mávil, llegó a Xalapa un joven trombonista jarocho que pronto destacó por su talento, Rey David Alejandre.
Se enamoró de la ciudad, vivió aquí un tiempo, después se fue pero nunca dejó de volver para participar en proyectos de jazz y de salsa. Al virtuosismo del trombón sumó el del piano y se convirtió en un personaje muy querido y admirado en la escena musical xalapeña. La admiración creció cuando, un tiempo después, nos enteramos de que había sido contratado por Willie Colón para que se integrara a su orquesta. Se fue a Nueva York y unos años más tarde, fue fichado por Richard Bona.
Recientemente volvió a Xalapa a hacer unos trámites y a pasar unos días acá, por supuesto, no lo dejé ir sin que me soltara toda la sopa de su vida.

Salsero y jarocho

Soy del puerto de Veracruz, mi papá era de la Huaca —ya falleció— y era sobrino del Tapatío Macías, percusionista del grupo Son Clave de Oro, un grupo de son veracruzano de raíz cubana, ellos acompañaron a Toña la Negra, al Negro Peregrino, a toda la gente de esa etapa. Se puede decir que con el Tapatío Macías empieza la historia musical de la familia
Mi papá era taxista pero, como buen veracruzano, le gustaba la música y empezó a tomar clases de trompeta en la EMBA [Escuela Municipal de Bellas Artes] y también estudiaba con un maestro que era papá de un trombonista muy famoso de Veracruz.
Desde que era muy chiquito, yo siempre creí que iba a ser músico. Recuerdo que cuando tenía como dos o tres años, mi papá y mi tío se juntaban a jugar dominó y a tomar la cerveza, y siempre me decían que pusiera música, entonces me subía a una caja de Coca Cola para alcanzar el tocadiscos y ponía los discos que me gustaban, de los que recuerdo estaban los de Héctor Lavoe, los de Willie Colón, los de las estrellas de Fania. En la casa también había discos de música brasileña y mexicana, pero lo que más me llamaba la atención era la salsa y la música cubana, Benny Moré y todo eso. Esas fueron mis primeras influencias.
En la casa había juguetes pero también había por ahí algunos instrumentos tirados: bongos, claves, una trompeta, unos timbales y jugaba con esos instrumentos más que con los juguetes.
Cuando mi papá empezó a tomar clases de trompeta, yo tenía como cuatro o cinco años y él compró una trompeta extra para que cuando tomara su lección, yo también la estudiara. También me daba clases de solfeo, nos acostamos en la cama a ver la tele y agarraba el libro, me acostaba en sus brazos y me decía a ver, lee aquí, entonces yo leía la lección y ahí estaba hasta que me quedaba dormido. Así fue como empecé con la música, estudiando trompeta y solfeo.
La salsa tiene mucha picardía, hay que estar muy atento porque si no estás bien con la síncopa, te pierdes, mi papá tenía muchos archivos de salsa y me decía a ver, lee esta, yo la leía y cuando me equivocaba me decía para, y me sacaba otra, esos eran como sus exámenes.

Rey David Alejandre (Foto tomada de la página de Facebook Al Son de Veracruz)

La música que nos gustaba era la salsa y los trombones tienen una participación muy especial en la salsa, sobre todo para los mambos, las moñas, las partes fuertes donde refuerzan al bailador para que esté alegre, mi papá se pasó al trombón e hizo lo mismo, me compró un trombón para que aprendiera con él. Para esto yo ya tenía como siete años y siempre estaba rodeado de músicos, él tocaba con un grupo que se llamaba Petrocombo y también tocó con un grupo que se llamaba Sembradores de la Amistad, que luego se cambiaron a Sembradores del Son, todavía son famosos en Veracruz, ellos, después de la tocada iban a convivir a la casa, a tomar la copa, la cerveza, a comer y me enseñaban: mira, esta es la base del bongó, así se toca la conga, así se toca el timbal, entonces, en esas convivencias fui aprendiendo la percusión y eso fue lo que me dio el sentido del ritmo para esta música, fue una buena base como músico.
Algunos me decían que estaba loco o que no iba a llegar a nada porque estaba queriendo tocar muchos instrumentos, pero yo no les hacía caso porque a todos los veía por igual y a todos les tenía cariño, no me decidía por ninguno pero sabía que iba a ser músico, eso sí.
Pasó el tiempo y como a los ocho o nueve años me invitaron a tocar en el grupo donde tocaba mi papá, el Petrocombo, faltaba un trombón y yo ya me sabía el repertorio. Con ellos hice mi primera tocada de salsa de forma profesional, fue en el salón Villa del Mar, en el malecón de Veracruz. Empecé a tocar con el Petrocombo, junto a dos maestros de la percusión de Veracruz, los hermanos Hilario Gaona y Mateo Gaona «Batata». Luego hice suplencias con muchos grupos: Borrego, Kímbara Salsa, Son de la Rica. Luego, un poco antes de cumplir los 10 años, me integré a un grupo de niños que se llamaba Grupo Nueva Estrella, tocábamos salsa, cumbia, lo que se escuchaba en ese tiempo.

La maldita primavera…

La mamá de Yuri, doña Dulce Canseco, es representante de artistas, fue a buscar a ese grupo y nos llevó a México a tocar, la verdad no nos fue muy bien. Nos prometió escuela, contrato, dinero y al final nunca cumplió nada, nada fue verdad, nos caimaneó cerca de dos años. Fue una mala experiencia pero hubo cosas buenas, nos llevó a la televisión, estuvimos en Siempre en Domingo y en el programa Eco, y grabamos un disco.

Cuba, qué linda es Cuba…

Eso fue en los 80, me regresé a Veracruz, había mucha actividad de salsa en la ciudad y seguí tocando ahí. Mi papá se cambió a un grupo que era de Servicios Portuarios, también me invitaron a tocar ahí y surgió un viaje a Cuba, fue un intercambio cultural Veracruz-La Habana y fuimos toda una delegación de veracruzanos, me acuerdo que el avión estaba lleno de veracruzanos: jarochos, salseros, artistas de todo tipo. Estuvimos allá casi un mes, tocamos en el Teatro Nacional, en el Parque Macedo, en Coppelia y en algunos otros lugares de allá que no recuerdo. Yo tenía 12 años y ese fue mi primer viaje internacional, es un recuerdo muy bonito porque ir a otro país a tocar es una experiencia inolvidable, sobre todo cuando lo que uno toca viene de la música cubana, y fue una gran experiencia conocer y compartir con músicos de Cuba los escenarios y conocer un poco de la cultura cubana.

Caribe

Siempre tuve la inquietud improvisar, desde los siete u ocho años escuchaba los discos de Willie Colón, también escuchaba al trombonista Bill Watrous y a varios grupos de salsa de los buenos donde había solos de trombón, había muchas descargas; había grandes trombonistas como Papo Vázquez y otros, lo que yo hacía era sacar los solos de esos trombonistas de salsa, luego los transcribía y analizaba lo que estaban haciendo, nadie me enseñó eso, yo no sabía que se hacía también en la escuela, solamente se me ocurrió hacerlo.
Poco tiempo después de que regresé de Cuba, cuando tenía como 14 años más o menos, me invitaron a irme a Cancún con un grupo de salsa de Veracruz que se llamaba Grupo Yambeke. Me fui y empecé a tocar con este grupo de salsa.
Luego se fue la familia completa y allá formé un grupo de salsa con mi papá y yo era que hacía todas las transcripciones y los arreglos y escribía toda la música.

El único gesto es crecer o no…

Siempre he sido músico autodidacta, después de lo que me enseñó mi papá, yo comencé a estudiar por mi cuenta con lo poco que había en ese tiempo, porque no había la información que hay ahora, uno entra a YouTube y puede encontrar entrevistas, clínicas, demostraciones, todo lo que quiera, en ese tiempo no existía nada, conseguir un libro era un problema y si conseguías uno y lo prestabas para que le sacaran una copia, ya no te lo regresaban.
Era muy difícil pero yo empecé a estudiar solo, mi papá me compró un teclado porque me gustaba mucho un pianista que hasta la fecha sigue siendo una de mis mayores influencias en el piano: Papo Lucca, pianista de la Sonora Ponceña. Empecé a estudiar sus solos, su forma de tocar los tumbados; yo no sabía armonía, lo estudiaba a pura oreja, hasta donde podía, y trataba de descubrir cosas porque en ese tiempo los músicos no te querían enseñar, los que tenían un poco de conocimiento, no te querían compartir y los que te querían compartir no sabían cómo hacerlo, no tenían la pedagogía para compartírtelo.

… y algunas veces, hasta crecer jazzeando

Fui investigando por mi cuenta, como a los 15 años, con el piano hasta que ya me topé con pared porque había cosas yo no sabía que existían, la armonía es un mundo infinito. Más adelante, como a los 16 años, empecé a tomar clases con un bajista muy bueno, veracruzano, que se llama Pedro Garnica, es de los jazzistas veracruzanos que mejor nos han representado aquí en México. Él tenía bastante información del jazz y al poco tiempo de tomar clases con él, me integró a su grupo de jazz porque veía que tenía talento, esos fueron mis inicios tocando jazz. También toqué con otro pianista muy bueno, Miguel Ángel Flores, el Fakir, era muy bueno, improvisaba muy bien y todo, no tomé clases directas pero como tocaba mucho con él, le veía las manos y a veces me compartía cosas.
Después conocí al gran pianista cubano amigo mío Gabriel Hernández, un músico muy destacado y muy conocido en México, ya lleva más de 25 años aquí. No eran clases directas pero me juntaba mucho con él y me enseñaba, me decía mira, apréndete esto, apréndete esto otro, escúchame, grábame; ahí empecé a abrir los ojos como jazzista.
En Cancún había un club muy bueno que se llamaba el Bistro —después cambió a Roots— en el que se realizaban palomazos y conciertos. Como a los 17 o 18 años empecé a armar mis grupos de jazz ya con más confianza, ya con un poco más de conocimiento, en el Bistro me dieron la oportunidad de armar mis tocadas y por ahí me fui yendo. Fui conociendo muchos músicos buenos que pasaron por Cancún y seguí tocando con mi grupo y también con Chuchito Valdés Junior, otro pianista también muy bueno, en algunos festivales en Cancún.

Soñando despierto

Dentro del repertorio del grupo de salsa de Cancún teníamos música de Willie Colón porque en este género no puede pasar desapercibido, Willie Colón tiene que estar en esta música, además la gente lo pedía, entonces siempre tocábamos La murga de Panamá, Che che colé, Idilio, todas esas canciones del repertorio de Willie Colón que han pegado. Yo me sabía todos los solos de trombón de Willie Colón y como me gustaba imitarlo, me llamaban por teléfono amigos de Veracruz y cubanos que estaban en Cancún para molestarme:
—¿Se encuentra el Soldado? (a mí me dicen el Soldado)
—Sí, él habla
—Hablamos de la oficina de Willie Colón, es que necesitamos un trombón para que venga a grabar con nosotros
Yo me echaba a reír y decía ya díganme quién es. Llegó el momento en que me enojaba porque sabía que era una broma, y colgaba. Pasó mucho tiempo y mucha gente me seguía haciendo la broma pero llegó el día en el que esa llamada se hizo realidad.
Pasó un grupo cubano por Cancún y me llamaron porque hacía falta un trombonista, como un año después, me llamó el guitarrista de ese grupo y me dijo:
—Soldao (como buen cubano), soy Vladimir, no sé si te acuerdas de mí. Mira, estoy en la orquesta de Willie Colón en México y quería ver si te interesaría venir a hacer una audición
—Deja de estar jodiendo, vete pal carajo
Y le colgué la llamada. Me volvió a llamar:
—Oye chico, te estoy hablando en serio
Lo primero que me vino a la mente fue me quería hacer la broma y no iba a gastar en un boleto de avión para irme hasta México a hacer una audición, qué tal que era mentira. Y le volví a colgar.
Yo tenía un buen trabajo acompañando shows cubanos, tocando el piano y dirigiendo un grupo con mis hermanos, que son percusionistas. Me pagaban muy, muy bien, pensé que sería una buena oportunidad pero podría ser una broma porque ya llevaban años bromeándome. Le colgué como cuatro veces y me seguía llamando: oye chico, te estoy diciendo que es verdad, es más, te dejo mi número y mi beeper para que veas que sí es cierto, Willie Colón está viviendo en México y está armando una orquesta. Uniendo ideas y cosas que me estaba diciendo me di cuenta de que Willie estaba de actor en una telenovela de TV Azteca que se llamaba Demasiado corazón. Se lo comenté a mi papá, le dije:
—Oye, ¿cómo ves?, me están hablando de México, hace falta un trombón con Willie y los músicos dicen que creen que yo soy el indicado
—Tú vete, yo te pago el boleto
—Pero voy a perder mi trabajo
—Vete, es tu oportunidad, es ahora o nunca. Vete dos o tres días, si es verdad, te darás cuenta y si no, pues te regresas. Yo te apoyo
Y en ese momento me compró mi boleto
Al otro día me fui para el DF. La verdad, yo no me acordaba bien de el guitarrista que me llamó pero llegó al aeropuerto, me reconoció, incluso me ofreció su casa para que me quedara un tiempo. Al otro día me fui directo a la audición, había como 15 trombonistas; cuando vi que sacaron los papeles de Willie Colón como que lo empecé a creer pero todavía no del todo, como después de una hora llegó Willie Colón y ya vi que sí era verdad.
Tocar con Willie Colón era como un sueño. Yo estaba nervioso, obviamente, porque sabemos quién es el señor. Lo bueno del caso era que yo tenía la experiencia del grupo, me sabía toda su música, ya estaba entrenado. Willie es muy exigente, nos puso a todos a tocar y pegaba el oído a la campana del trombón de cada uno y decía: no, tú no, gracias, ya te puedes ir. Willie para eso no tiene sentimientos, es muy derecho. Llegaba con otro y le decía: a ver, toca… no, ya no toques. Cuando llegó a mí, yo estaba nervioso pero dije este es el momento para sonar y le eché los kilos, me escuchó y se quedó impresionado porque yo sonaba igualito que él, se me quedaba viendo y se volvía a pegar y se me quedaba viendo; se echó para atrás para oír mi sonido, regresó, se volvió a pegar a mi campana y me hizo una seña como diciendo tú eres.
De los 15 que éramos nos quedamos como cinco y solo iban a quedar tres trombonistas. Terminó la audición, yo estaba con los nervios. El día que llegué me compré un beeper y cuando llegué a la audición di mis datos y el número, al otro día, a las 10 u 11 de la mañana llegó un mensaje al beeper: usted ha sido aceptado para la orquesta de Willie Colón, preséntese a ensayar, por favor, a tal hora; y desde ese momento empecé a tocar en la orquesta que tenía Willie Colón en México, esa es una de mis etapas de mayor satisfacción.

(CONTINÚA)

SEGUNDA PARTE: Noche de luna en Xalapa
TERCERA PARTE: Un jarocho en Nueva York

 



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