Conforme avanzan los días de campañas, los candidatos presidenciales empiezan a abrir su catálogo de promesas y compromisos en aras de seducir a una escéptica clientela electoral. Al amparo de su reconocida ventaja en las encuestas, López Obrador ha recitado una retahíla de promesas que hace vigente la popular frase de la abuela: prometer no empobrece, cumplir es lo que aniquila.

Si lo que López Obrador ofrece fuera posible, hasta los más escépticos, ese 67 por ciento que han dicho que no votarán por él, estarían ciertos en que no hay más que decir y que AMLO debe ser el próximo presidente de México. Pero su engaño premeditado ha convencido a sus opositores –acusados además de servir a la mafia del poder o de traidores a una patria que considera suya-, de que la demagogia amenaza con dislocar la frágil democracia tenochca.

En los últimos días, las redes sociales han sido el escenario perfecto para convencer, atacar o persuadir a los electores; se abren debates, aunque muchas veces no se trata más que de fake news que son consideradas como verdades absolutas. Pero otras no, como lo es el costo real que representan las ofertas de campaña de López Obrador.

Una de las reglas básicas de las redes sociales para identificar las noticias falsas, es verificar la fuente y revisar si esta información ha sido reproducida por otros medios informativos. Por supuesto, seguidores de unos y otros no les interesa el ejercicio de la información, sino sólo el de la propaganda.

Como han dicho Alexandra Zapata y Max Kaiser (Nexos, mayo 2017), “las promesas de política social tienen dos características adicionales a su costo: son altamente rentables en el aplausómetro inmediato; pero una vez instaladas en programas concretos, quedan como si hubieran sido escritas en piedra, por el costo político que implica eliminarlas. Así, se convierten en una carga presupuestal permanente y casi siempre creciente, que difícilmente puede revisarse, reducirse o eliminarse.”

Así que, echémosle números a lo que han sido las promesas de campaña de cada uno de los candidatos a la Presidencia de la República. Y so pena de ser arrojado a las ardientes llamas del chairismo nacional, empezaremos con López Obrador.

Aún antes de decir una palabra ya en el periodo oficial de campaña, el tabasqueño habría hecho promesas que quebrarían a la Unión Europea en su conjunto y no sólo a nuestro país. La apuesta por un estado paternalista que subsane las carencias de una población rebasa cualquier imaginación menor la de nuestro candidato de Morena.

Veamos lo que nos dicen Zapata y Kaiser. “En noviembre del año pasado (2016) Andrés Manuel López Obrador presentó, como parte de sus Lineamientos Básicos de Proyecto Alternativo de Nación 2018-2024, su principal propuesta para atender los problemas de la juventud mexicana: entregar dinero.

Algunas de las promesas ahí planteadas son: “todos los estudiantes de nivel medio superior contarán con una beca mensual equivalente a medio salario mínimo”. De acuerdo al INEE hay 4 millones 985 mil 080 alumnos de media superior en el país; cada uno recibiría 14 mil 607.30 al año, lo cual implica un gasto anual total de 72 mil 819 millones de pesos. Súmele.

Adicionalmente, el programa “Jóvenes Construyendo el Futuro” financiará a 2 millones 600 mil jóvenes; del total, 300 mil contarían con una “beca” anual de 27,500 pesos. Equivalente a un gasto de 8 mil 250 millones de pesos al año. Los otros 2.3 millones de jóvenes recibirán apoyos de 1.5 salarios mínimos. La suma equivale a una erogación de 100 mil 790 millones 370 mil pesos anuales. Ahí la llevamos.

En total, la propuesta plantea entregar —en efectivo y tan sólo a jóvenes— 182 mil 038 millones 929 mil 084 pesos cada año. Más de un trillón de pesos durante el sexenio. Y como esto no lo podemos imaginar con galletas de animalitos, hagámoslo en el impacto financiero a las finanzas públicas.

Así, para financiar este programa, nos explican, Andrés Manuel López Obrador podría eliminar toda la obra pública federal –carreteras, hospitales y escuelas, por ejemplo- y la UNAM completa para un año; o podría también eliminar al Poder Judicial y el Programa PROSPERA, y aún le faltarían varias decenas de millones de pesos. O puesto de otra manera, el costo de su programa podría financiar por lo menos seis veces a la UNAM completa.

Las conclusiones de estos analistas hablan por sí solas: “nuestro país requiere de electores críticos que distingan entre ocurrencias para ganar votos fáciles y propuestas viables que realmente tienen la intención de construir agendas de gobierno que solucionen problemas desde sus causas. Propuestas como éstas sólo pueden llevarnos a dos conclusiones: son mentirosos, o son muy malos para las matemáticas. Cualquiera que sea el motivo, quienes pagamos somos los mexicanos con nuestros impuestos.”

Es tiempo de abrir el debate. Chairos, absténganse…

Las del estribo…

  1. Este domingo viene Pepe Meade a revivir a un priismo veracruzano casi desahuciado. Los buenos esfuerzos de Pepe Yunes se ven truncados por los oportunistas de siempre que mucho se empeñan en llevarle enemigos. Han soltado los perros a quienes suponen sus adversarios. Si Pepe no los controla en campaña, del futuro mejor ni hablamos.
  2. ¿Revisión o traslado? He ahí los muertos.