En 1944, tras una riña callejera que hubo en Los Ángeles, California, varios mexicanos fueron arrestados de manera arbitraria y sin prueba alguna. Para pagar abogados que se hicieran cargo de su defensa y las fianzas para liberarlos, un joven angelino de origen judío, férreo luchador contra la discriminación racial, contrató el Philharmonic Auditorium de esa ciudad para organizar una jam session con algunos de los jazzistas más atractivos del momento. El trío de base fue el de Nat King Cole que había logrado alto prestigio solo que el guitarrista habitual del grupo, Oscar Moore, no pudo asistir a la sesión y su lugar fue ocupado por Les Paul, además, el bajista Johnny Miller fue reforzado por Red Callender, a ellos se sumó el baterista Lee Young (hermano de Lester). Frente a esta sección rítmica puso una poderosa línea de alientos: el trompetista Shorty Sherock, el trombonista Jay Jay Johnson y dos saxofonistas tenores, Illinois Jacquet y Jack McVea.

Jazz At The Philhamonic
Jazz At The Philhamonic

El espectáculo, financiado con dinero prestado, se llevó a cabo el domingo 2 de julio de ese año, fue presentado como Jazz At The Phillharmonic (JATP) y fue el inicio de una serie de reuniones de notables jazzistas que se prolongaría por casi un cuarto de siglo (la última presentación fue en 1967) y viajaría por América, Europa, Japón y Australia con figuras del tamaño de Ella Fitzgerald, Duke Ellington, Oscar Peterson, Dizzy Gillespie, Jimmy Smith, Stan Getz, Roy Eldridge, Coleman Hawkins, Illinois Jacquet y muchas más. Las sesiones fueron grabadas y forman parte del acervo más destacado de la historia del género.

Ese día nació también el productor fonográfico más importante de la historia del jazz, Norman Granz, un joven de 26 años visionario, audaz y amante de esta música, que un tiempo atrás había comenzado a organizar jam sessions en los clubes de la ciudad. Las jam se daban de manera espontánea e imprevisible a altas horas de la madrugada, cuando el grupo que se presentaba terminaba su audición, los músicos que subían a tocar lo hacían por el simple gusto de participar de la creación instantánea, y las escuchaban los desvelados que se quedaban hasta esas horas. El incipiente empresario de la música se proponía que fueran anunciadas y en horarios más cómodos para que tuvieran mayor audiencia y, sobre todo, que los músicos tuvieran una retribución económica.

«Por otra parte –anota Juan Claudio Cifuentes-, fiel a unos principios que propugnaría toda su vida, Granz exigía de los dueños de los locales una ausencia total de criterios segregacionistas a la hora de dejar entrar a los clientes, así como que se prohibiese bailar durante las actuaciones». Esto le produjo serios problemas en el sur de los Estados Unidos pero nunca abandonó sus convicciones. Uno de los episodios negros sucedió en Houston, Texas en 1955. Iban a presentarse los conciertos de Ella Fitzgerald y Dizzy Gillespie, el auditorio en que se efectuarían había sido dividido con letreros que decían «blanco» y «negro». Granz los retiró personalmente. Antes del segundo concierto entró la policía local al camerino y arrestó a los tres, el productor tuvo que hacer una serie de negociaciones y pagar una fianza muy elevada para que el concierto se pudiera realizar.

Oscar Peterson, según afirma Juan Meneses, refería que Granz fue amenazado por la policía, con una pistola puesta en el estómago, porque daba un trato igualitario a los negros y los blancos, les pagaba lo mismo y los colocaba en los mismos camerinos.

A partir del éxito de la primera presentación del JATP se convirtió en cazador de talentos, «siempre necesito a alguien que ponga fuego en el escenario» decía y bajo esa premisa descubrió, por ejemplo, a Oscar Peterson tocando en un bar de Toronto, se hizo cargo de su carrera y lo llevó al pedestal en el que se encuentran los más grandes pianistas del jazz.

Algo similar pasó con Charlie Parker a quien comenzó a representar en 1948 y también llevó a las alturas. En esos años propuso una asociación de Bird con Machito, ambos aceptaron y crearon una mezcla de be bop con los ritmos afroantillanos que llamaron Cubop.

Norman Granz con los músicos de Jazz At The Philhamonic
Norman Granz con los músicos de Jazz At The Philhamonic

Además de Peterson y Parker, fue mánager de la mayoría de los grandes jazzistas de los años 40 y 50, Ella Fitzgerald, Louis Armstrong, Count Basie, Duke Ellington, Dizzy Gillespie, Stan Getz, Coleman Hawkins, Billie Holiday, Joe Pass, Johnny Hodges, Art Tatum, Ben Webster y Lester Young son solo algunos.

Creó cinco sellos discográficos independientes especializados en jazz: Clef Records, Norgran Records, Down Home Records y el más importante, Verve Records, que posteriormente adquirió la Metro-Goldwyn-Mayer y que cuenta con un catálogo muy extenso e importante de registros. En 1973, con el dinero de la venta de Verve fundó una nueva disquera, Pablo Records, nombrada así en honor al diseñador del logotipo, amigo cercano del productor: Pablo Picasso. En este nuevo proyecto retomó el formato del JATP, invitaba a grandes figuras al estudio para que tocaran como si estuviesen en una jam. Produjo una cantidad de discos muy importantes hasta 1987, año en que vendió la marca a Fantasy Records.

Por sus disqueras pasaron muchos de los monstruos sagrados del jazz: Cannonball Adderley, Louis Armstrong, Count Basie, Louie Bellson, Benny Carter, Buck Clayton, Buddy DeFranco, Tal Farlow, Stan Getz, Dizzy Gillespie, Lionel Hampton, Roy Eldridge, Billie Holiday, Illinois Jacquet, Barney Kessel, Gene Krupa, Howard McGhee, Thelonious Monk, Gerry Mulligan, Charlie Parker, Joe Pass, Oscar Peterson, Flip Phillips, Bud Powell, Sonny Stitt, Ben Webster y Lester Young.

El empresario de jazz más importante de la historia murió de cáncer el 22 de Noviembre de 2001, a los 83 años de edad. En 2011 Tad Hershorn publicó una biografía que no conozco (ni siquiera sé si está traducida al español) que lleva el título Norman Granz, The Man Who Used Jazz for Justice (Norman Granz, el hombre que usó el jazz para la justicia). En una de las últimas entrevistas que tuvo con el autor, Granz le dijo:

«Cualquier libro sobre mi vida debía empezar con mi filosofía básica de la lucha contra los prejuicios raciales. Yo amaba el jazz y el jazz era mi forma de hacer eso».

Aunque no aportó una sola nota, Norman Granz fue una pieza fundamental para el desarrollo del jazz durante buena parte del siglo pasado y el próximo noviembre se cumplirán 15 de la partida de este justiciero del jazz.

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