Prefacio.

Javier Duarte tiene claro que faltan muchas cosas por decir, muchas respuestas que dar luego de tal cantidad de lodo que han echado sobre su persona y sobre su familia. *** Su estancia en prisión (que, él asegura, falta poco para que concluya ) no lo limita para comunicarse. *** Este fin de semana envió un anuncio: “Ante la imposibilidad de defenderse personalmente de señalamientos absurdos al no tener acceso a herramientas de comunicación electrónicas, @Javier_Duarte por medio de terceros con los que mantiene contacto vía telefónica, enviará información vía su cuenta de Twitter #JavierDuarte”. *** Es la misma cuenta que ocupaba antes de su detención. Esta nueva etapa la abrió dando respuesta a quienes lo pretenden involucrar –una vez más- en la masacre de la colonia Narvarte, en la Ciudad de México, donde murieron Rubén Espinoza y Nadia Vera, quienes habían hecho público que abandonaban Veracruz porque los habían amenazado. *** También dio respuesta –y mostró documentos- para aquellos que insisten en que poseía valiosas propiedades inmobiliarias en Estados Unidos: “En la mayoría de los casos no conozco ni a las personas que se mencionan, nunca he tenido ningún tipo de relación con estas personas y mucho menos tengo conocimiento de estas propiedades”, señala. *** Y cierra así: “Espero que esta respuesta, basada en datos duros e incontrovertibles, y no chismes como ha sido la constante de los ataques mediáticos en mi contra, encuentre el eco en periodistas y medios de comunicación serios, que se dedican a hacer realmente periodismo y no a publicar falsedades y mentiras que tienen como finalidad acrecentar una campaña de linchamiento y escándalo en mi contra, en beneficio de oscuros intereses políticos”.

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La noche del sábado fue abatida a tiros una persona en la colonia Francisco Villa de Coatzacoalcos; también este fin de semana fueron asesinados tres ganaderos en una comunidad del municipio de Tuxpan. El viernes, en el poblado de Otapa, municipio de Minatitlán, fue encontrado, flotando en las aguas del río, el cuerpo sin vida, atado con alambre de púas, de una mujer. Ese mismo viernes, en Tuxpan, una mujer fue asesinada a tiros cuando salía de su domicilio. El jueves en San Juan Evangelista fueron asesinados dos hombres; eran ingenieros agrónomos y en el sitio se encontraron más de 100 casquillos percutidos. En Coyutla fueron encontrados dos cadáveres en un lote baldío.

Ninguna columna periodística se ha dedicado a reclamar el esclarecimiento de esos crímenes, ningún “comunicador de redes sociales” ha exigido el castigo para los responsables de esos ataques, lo que sí ha sucedido con el asesinato de Jorge Celestino Ruiz Vázquez, corresponsal del periódico Grafico de Xalapa en la zona de Actopan.

¿Acaso vale más la muerte de unos que de otros?

Los periodistas no somos, ni debemos ser, seres privilegiados.

El asesinato de un colega comunicador nos debe llenar de indignación, lo mismo que cuando la víctima es un maestro, un doctor, un ingeniero, un campesino o una ama de casa.

A pesar de que no se deben hacer distinciones, es evidente que el ataque a un periodista tiene un fuerte impacto mediático, sin que importen las circunstancias. El ataque a un comunicador (asalto a su domicilio o sus oficinas, secuestro o, peor aún, su ejecución) enciende de forma automática las luces de alerta y desata los más furibundos ataques, las más severas censuras contra los gobernantes.

No debería ser sólo en esos casos, pero así sucede.

Es ocioso tratar de dilucidar en la prensa si tienen más responsabilidad los policías que debieron prestarle protección a Jorge Celestino Ruiz, o los fiscales que debieron dar con los responsables de las amenazas y los ataques que ya antes había sufrido el corresponsal.

De poco sirve a la imagen del gobernador Cuitláhuac García que se reúna en privado con un reducido grupo de periodistas y empresarios de comunicación. No es buena idea, tampoco, utilizar este lamentable suceso para reforzar sus campañas contra los enemigos de su administración.

A la policía preventiva le tocaba evitar que lo mataran. La policía ministerial tenía que dar con quienes lo habían amenazado. Ambos fallaron. Lo que ahora esperan los veracruzanos es que den con los responsables. Los autores materiales, sí, pero más importante aún, los autores intelectuales.

Y que den con los responsables de los más de mil 118 homicidios ocurridos en la entidad en lo que va del año.

No importa que las víctimas no hayan sido periodistas.

-Buenas tardes… ¿el señor Jorge Celestino Ruiz?

-Si, señor policía, soy yo.

-Estamos atendiendo una solicitud de la Fiscalía, que nos pide que le brindemos protección, pues aseguran que usted ha sido amenazado… ¿Es eso correcto?

-Así es, señor policía. Yo puse una denuncia por los ataques y las amenazas que he sufrido por mi actividad como periodista.

-¿Tiene en estos momentos algún problema? ¿Percibe ahorita alguna amenaza?

-No señor. En estos momentos todos estamos bien aquí en casa.

-Excelente. Mi compañero tomará algunas fotos y le pido que me firme este documento. Es para incluir en el expediente que estamos dando atención al trámite de la Fiscalía.

-Sí, por supuesto.

-Muchas gracias, don Jorge. Eso es todo. Nos estaremos dando nuestras vueltas. Si siente que algo lo amenaza, no dude en llamarnos. Aquí le dejo mis números…

¿En serio?

¿Así lo “protegían”?

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Epílogo.

El pasado viernes elementos de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México detuvieron a dos personas en posesión de 3.3 millones de pesos en efectivo. Los detenidos circulaban por calles de Polanco, en la alcaldía Miguel Hidalgo. Los policías capitalinos le marcaron el alto a los tripulantes de una camioneta Dodge negra con placas del estado de Guerrero. Fueron identificados como Cristian “N” y María “N”. *** Al revisar la unidad encontraron en la parte trasera 3.3 millones de pesos en efectivo, de los que los detenidos no pudieron comprobar su procedencia. Se limitaron a explicar que eran colaboradores del senador del PRI, Miguel Ángel Osorio Chong. *** Cuando la pareja era detenida, llegó un tercer hombre, de 45 años, a bordo de una motocicleta BMW, que se presentó como el policía subinspector Benjamín Morales, y solicitó a las autoridades que le dejaran retirar la camioneta y liberar a los dos detenidos, manifestando que “él se haría cargo”. Los policías capitalinos no accedieron y detuvieron a la tres personas. *** Por supuesto, el senador y líder de la bancada priista, Miguel Ángel Osorio Chong, desmintió que los detenidos fueran sus colaboradores y aseguró que dicha información er “falsa”. *** En los más altos círculos del gobierno federal de Morena, se asegura que no será Rosario Robles la que caiga, sino Miguel Ángel Osorio. Muy pronto habrá mas noticias al respecto.

filivargas@nullgmail.com