Desde una neumonía hasta una falla orgánica múltiple que puede llevar a la muerte son las complicaciones por influenza AH1N1. La temporada en la que se intensifica esta esta enfermedad comenzó, por lo que ya está en marcha la campaña de vacunación, una estrategia para controlarla.

La vacuna está probada y en algunas publicaciones científicas se ha demostrado su efectividad, aunque no lo es al cien por ciento; no obstante, su principal propósito es impedir que los síntomas sean graves, no tanto evitar la enfermedad, señaló Guadalupe Soto Estrada, académica del Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos y la Secretaría de Salud de nuestro país, la inmunidad que otorga la vacuna contra la influenza no es absoluta; su aplicación no evita un probable contagio, pero sí que los síntomas sean serios, remarcó.

La influenza es una infección viral de las vías aéreas, transmitida por la saliva del enfermo (al toser, estornudar o hablar) o al tocar superficies o materiales contaminados y llevarse la mano a la nariz, boca u ojos.

Puede ser confundida con un cuadro gripal, pero es más grave y con otras complicaciones. Sus síntomas son: dolor de cabeza y garganta, tos, malestar general, temperatura hasta de 40 grados y, ocasionalmente, diarrea y vómito.

“Una diferencia entre ambas es la fiebre; en la gripe común la temperatura no sube más de 38 grados. Otra es que la influenza se inicia de manera repentina. Cerca del 80 por ciento de quienes padecen esta enfermedad presenta un cuadro de moderado a severo, y no pasa de ahí; en el resto, sobre todo bebés, los síntomas son más complicados, como dificultad para respirar”, dijo la universitaria.

Aplicación

Es recomendable, salvo excepciones, aplicar cada año la vacuna, especialmente a niños de seis meses en adelante, a mujeres embarazadas, a personas inmunosuprimidas –por medicamentos o por VIH–, con obesidad mórbida, enfermedades crónicas como diabetes, y mayores de 65 años. “A partir de la epidemia de 2009, se aplica cada año en todo el país”.

En ocasiones, indicó Soto Estrada, es necesario un refuerzo para los pequeños, porque su sistema inmune aún no produce suficientes anticuerpos.

“Es importante que todos los niños reciban las vacunas del esquema nacional, pues al entrar al organismo, el virus causante de influenza AH1N1 es capaz de debilitar el sistema inmunológico y dañar las células epiteliales (principalmente las del aparato respiratorio); en consecuencia, otros microorganismos como el neumococo pueden invadir y causar problemas más graves, como neumonía”, apuntó.

Los infantes de seis meses y las personas con más de 65 años deben recibir las vacunas contra la influenza y el neumococo porque, en conjunto, proporcionan mejor protección contra cualquier infección respiratoria, comunes en esta época del año.

Personas alérgicas al huevo corren el riesgo de una reacción a la vacuna contra la influenza, porque precisamente está elaborada con proteína de huevo. “Lo más recomendable es que pregunten a su médico si es conveniente ponérsela”.

El mejor momento para aplicarla es antes de la temporada de influenza, que empieza a repuntar entre la tercera y cuarta semana de octubre. Sin embargo, se ha demostrado que si las personas que no se vacunaron en estas fechas reciben la inmunización en enero, en lo más frío de la temporada invernal, también se benefician.

Si alguien ya está infectado debe acudir a un hospital y se recomienda el aislamiento entre cinco y siete días para no diseminar el virus, que puede transmitirse hasta un día después de que desaparecieron los síntomas.

Finalmente, Soto Estrada reiteró que “como cualquier antibiótico o medicamento, la vacuna contra la influenza en pocas ocasiones puede generar reacciones adversas ligeras, pero no son comparables con las muertes que puede prevenir”.