Desde su creación, en 2011 como asociación civil y en 2014 como partido político, el discurso que ha caracterizado a algunos integrantes del Movimiento de Regeneración Nacional, Morena, ha estado más cerca de la estridencia y de la oposición intransigente que de las propuestas y del debate civilizado.

A pesar de ello, el crecimiento registrado por dicha fuerza política es indiscutible en Veracruz, entidad en que tiene, por ejemplo, la segunda bancada más importante en la Legislatura del Estado.

Ya en las elecciones federales de 2015, primeras en que participó el partido de López Obrador, Morena había dado una muestra del éxito de su marca, al ganar los distritos de Xalapa y Coatzacoalcos. En la entidad, esta fuerza política cosechó cerca de 300 mil sufragios, que equivalen al 12.07 por ciento de la votación total, lo que le ubicó en la tercera fuerza política, superando a los partidos de la Revolución Democrática (11 por ciento) y Verde Ecologista (7.77).

En el reciente proceso para la sucesión veracruzana, postulando como candidato a Cuitláhuac García Jiménez, Morena registró un crecimiento de casi 150 por ciento, al conseguir más de 720 mil sufragios.

A partir de ese resultado y con una bancada de 13 diputados locales, los representantes de Morena en la entidad comenzaron a generar expectativas sobre la posibilidad de presidir la Mesa Directiva de la LXIV Legislatura del Estado, al igual que algunas de las comisiones más importantes del Congreso.

En la etapa previa a la instalación del Poder Legislativo de Veracruz, las cabezas de las bancadas de los diferentes partidos políticos sostuvieron reuniones para definir ese tema; una de ellas se desarrolló en la plaza Monte Magno, justo en un lugar conocido como Deli Deli, donde la gente de Morena exigió presidir la Mesa Directiva; en respuesta, los panistas argumentaron que esa posición, al igual que la Junta de Coordinación Política, correspondía al partido que tiene  más legisladores, el PAN en este caso, por lo que el espacio no era negociable.

En ese contexto, la propuesta de los negociadores de PAN y PRD fue que uno de sus legisladores, la diputada Mariely Manterola Sainz, iría a la presidencia de la Mesa, en tanto que la vicepresidencia correspondería al Movimiento de Regeneración Nacional.

En esa negociación se planteó la asignación de espacios en las comisiones legislativas para todos los diputados de Morena; es decir, quien no sería presidente sería secretario de comisión.

Al final no se concretaron los acuerdos, dado que la gente de Morena se aferró a la presidencia de la Mesa Directiva, por lo que no se puede hablar de una “exclusión”, sino de una actitud intransigente de la bancada del citado partido.

Ya durante la sesión, los legisladores morenistas denunciaron un “acuerdo” entre PAN y PRI para dejar fuera al partido de López Obrador de la Mesa Directiva; la realidad, sin embargo, es que la negociación original de los panistas no era con el tricolor, sino con Morena.

El afán protagónico de los legisladores de Morena quedó en evidencia con el intento de su coordinador, Amado Cruz Malpica, de emitir un pronunciamiento durante la sesión de instalación de la Legislatura del Estado, sabiendo de antemano que los mensajes de los partidos no estaban considerados en la orden del día de la sesión, que sólo planteaba la elección de la Mesa Directiva y la toma de protesta de los nuevos diputados.

Previo a ello, los de Morena se habían comprometido a dejar sus posicionamientos para la primera sesión ordinaria, pero decidieron incumplir su palabra y salir de la instalación con cartulinas de protesta en mano.

Por cierto, en los pasillos de la Legislatura corre la versión de que los diputados del Movimiento de Regeneración Nacional propondrán, en tribuna, una reducción del salario de los legisladores, en un 50 por ciento, aunque en corto piden a sus homólogos de otros partidos que voten en contra de dicha propuesta. ¡Esa es congruencia!

Las cuotas de los diputados de AMLO

A propósito, entre algunos diputados hubo comentarios sobre ese planteamiento de Morena, en el sentido de que si tantas ganas tienen de renunciar a la mitad de su salario, que lo donen mejor a obras de caridad, aunque ello se antoja difícil, dado que a los funcionarios morenistas, como es sabido, su partido les impone altas cuotas.

Recordemos que el artículo 67 de los estatutos del partido, relativo al tema de las finanzas, establece que los legisladores o representantes populares electos por Morena “deberán aportar el equivalente al treinta por ciento de sus percepciones totales (salario, aguinaldo, bonos, prestaciones)”.

Así las cosas, si a ese 30 por ciento que deben destinar a su partido se suma el 50 por ciento al que dicen que podrían renunciar, el resultado es que los legisladores de Morena únicamente se quedarían con el 20 por ciento de sus ingresos estimados; precisamente por eso, hay legisladores de otras bancadas que señalan que esa propuesta no es más que un tema mediático que no pasará. @luisromero85