La empresa intranacional Nestlé, dueña de la marca Nescafé (Noescafé para quienes valoramos el producto local), traerá una inversión millonaria a tierras Veracruzanas; el anuncio ha sido uno de los «resultados» del nuevo gobierno federal y López Obrador. Cumpliendo con su estricto compromiso de defender el campo mexicano, da todas las facilidades para que una empresa monopólica continúe inflando sus ventas millonarias, a cambio de pagos bajos para los campesinos y productores locales.

Según Fausto Costa, Director General de Nestlé México, la planta que se va a construir en Veracruz «posicionará muy bien a a Mexico, ya que es el quinto país más importante a nivel global en Nestlé, aunque todavía somos la 12 economía y eso demuestra cuánto representa para nosotros. Por otro lado, con la inversión de esta planta, México va a asumir un papel de liderazgo en el mundo del café». Vaya madrazo para un país que de verdad sabe del aromático, una región del mundo en la que miles de campesinos apenas sobreviven de lo que pizcan cada temporada, y que por otro lado tiene tantos casos de éxito con marcas locales que han ganado premios internacionales por la calidad de su café.

Ahora resulta que con la llegada de dicha empresa, por cierto no de capital mexicano, seremos líderes en el mundo del café, esa si es cuarta transformación.

Además, Costa presumió que México será el país que le dará la mayor capacidad productiva a Nestlé, gracias a la capacidad que la planta tendrá de producir veinte mil toneladas de café verde al año. O sea, el comprador vendrá directamente a los productores y les comprará a precio local, se ahorrará todo lo que implica la importación de un producto altamente calificado en el mundo.

¿Realmente es el proyecto que la industria cafetalera necesitaba? posiblemente no, si nos apegamos a los números y tomamos en cuenta el ciclo 2016-2017 de producción de café en Veracruz, se obtuvo un total de 850 mil quintales (85 mil toneladas si no nos falla la conversión de quintal a kilos); esa cifra es lo que declaró Nicolás Cortés Cruz, entonces presidente del Consejo Regional del Café, además dijo que para el ciclo que apenas terminó, 2017-2018, tenía calculado que rebasarían el millón de quintales y seguirían repuntando en lo próximos años, todo gracias a que los productores veracruzanos renovaron sus plantíos con variedades resistentes a la roya y haciendo una labor responsable que garantiza una excelente producción. Entonces, las veinte mil toneladas que presume Nestlé no son nada si se comparan únicamente con la producción de café veracruzano, imaginen si le sumamos lo que se cosecha en Chiapas y Oaxaca.

Hay otro punto a considerar, la otra empresa multinacional «especialista» en café, Starbucks. En mayo del año pasado las dos marcas icónicas del café en el mundo se unieron, dando un golpe durísimo a los productores de café de las distintas regiones del mundo; un pacto peligroso para el precio de la materia prima, por lo mucho que influyen en dicho mercado, por ejemplo, marcando los precios a la baja. Y conviene no olvidar los diversos problemas reputacionales que ha tenido Nestlé. Por ejemplo, las acusaciones de explotación laboral, según Swissinfo. También se ha visto implicada en temas de explotación infantil en Costa de Marfil, como reflejó el reportaje The dark side of chocolate (El lado oscuro del chocolate) de 2010. A esto se añaden las acusaciones de deforestación de las selvas de Indonesia, serán dos monopolistas unidas contra los productores y agricultores de café, los grandes explotados de dicho sector.

Y para que nos nos digan “fifis”, fascistas, provocadores, o chayoteros, damos el beneficio de la duda al gobierno de AMLO; creemos que no hay mala intención en el hecho que hemos citado, pero si esperamos que se pague a los productores lo justo por su café y que no se trate nuevamente, y como en sexenios cuando mandaba la mafia del poder, de una empresa que explote la mano de obra mexicana para seguir ganando millones.