El Club de Matemáticas (MateClub) de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Veracruzana (UV), cuyo objetivo es ampliar el gusto por esta ciencia en la población infantil y juvenil, celebra nueve años de fundación. En la actual edición participan 80 asistentes que son atendidos por 12 estudiantes universitarios, quienes les instruyen en el mundo de los números. 

El director de la Facultad, Raquiel Rufino López Martínez, recordó que el 2 de febrero de 2010 iniciaron los trabajos del MateClub y una de las características que lo distingue es que se desarrolla los sábados de 9:00 a 13:00 horas en las instalaciones de la propia entidad académica. 

 “La idea es tener un espacio donde los chicos se sientan a gusto con las matemáticas desde otro punto de vista, alejándose de un curso tradicional. Nos interesa promover el gusto a través de retos. Lo que buscamos es que a los estudiantes se les fomenten ciertas habilidades como la capacidad de abstracción, la búsqueda de patrones, de pautas, el uso de analogías, el saber analizar o particularizar alguna situación, de manera individual y colectiva.” 

El Club está organizado para impartirse en tres bloques: población de cuarto a sexto grado de primaria, de secundaria y de preparatoria; los 80 asistentes son atendidos por 12 estudiantes de la Licenciatura en Matemáticas, cuatro en calidad de instructores y el resto de apoyo a éstos. Como ya se citó, el fin último es promover el gusto por las matemáticas, tanto en términos recreativos como para participar en olimpiadas. 

En palabras de los estudiantes que fungen como instructores, se trata de auténtico “amor al arte”, pues la inscripción no tiene ningún costo para quienes participan, y los académicos y estudiantes involucrados no reciben pago extra. De acuerdo con el Director de la Facultad “es un compromiso, es como devolverle algo a la sociedad, es un colectivo completamente altruista que promueve las matemáticas por el puro gusto de promoverlas. Por otro lado, a los jóvenes que nos ayudan les beneficia pues se enfrentan por primera vez a un escenario al que posiblemente se dediquen más adelante: impartir clases. Es un reto porque el conocimiento matemático lo tienen, pero el comunicarlo y que lo entiendan es un reto y me da gusto que siempre hay muchachos interesados”. 

En sus inicios, el MateClub tenía el propósito de allegar más población a la Facultad, que fuera visto como un “semillero”. Pasados los años, comentó Raquiel López, “sí hemos tenido incluso ahora tenemos algunos estudiantes que antes pasaron por el Club, pero tal vez no como nosotros quisiéramos. Pretendemos que más estudiantes del Club pasen en algún momento a la Facultad”. 

En cambio, adelantó que ya preparan otra iniciativa, paralela al Club, dirigida a estudiantes de semestres avanzados en educación media superior. Groso modo, consistirá en que a aquellos interesados en las matemáticas se les permitirá tomar algunas experiencias educativas de los primeros ciclos del programa de Licenciatura en Matemáticas, a manera de consolidar su decisión y vocación por esta ciencia, y opten por presentar el examen de ingreso. 

Inyectar el amor por las matemáticas es un gran reto 

Ángela Dafne Morales González, del sexto ciclo de la Licenciatura en Matemáticas, desde hace año y medio participa como instructora en el MateClub. En aquel entonces “el Director y quienes estaban en el Club nos invitaron, nos dijeron que se trataba de dar clase a los niños y me interesó. El primer día estuve en prepas, pero después descubrí a los chiquitines y me enamoré”. 

Sin imaginarlo en un inicio, esta participación ha resultado enriquecedora, pues no sólo le permite adquirir experiencia frente a grupo sino reafirmar lo aprendido en clase. Algunos de los temas que comparte con el alumnado a su cargo son geometría, teoría de números, probabilidad y estadística, álgebra y trigonometría. 

“Repaso cosas muy básicas que a muchos compañeros se nos olvida porque obviamente lo que vemos es muy avanzado, y cuando nos preguntan en clase algo básico lo recuerdo rápido porque es lo que enseño. También (cultivo) la paciencia. Si es que en un futuro llegara a dar clase, puedo decir que tengo mucha experiencia con niños de primaria.” 

Son muchas las historias y anécdotas que la universitaria conserva en sus pensamientos sobre el MateClub, una de las tantas es de Etaín, una niña que en la última sesión antes de iniciar un periodo vacacional se abalanzó sobre ella, la abrazó y le dijo:¡Maestra, por usted ya me gustan las matemáticas! Sus clases me motivan a querer estar algún día en una olimpiada”. 

Ángela Dafne aprovechó la entrevista con Universo para motivar e invitar a sus compañeros de la Facultad a participar en el MateClub, pues está consciente de que su paso por ahí es temporal, sólo mientras es alumna. “¡Vengan, inténtelo, si no es lo suyo no pasa nada! Yo sentiría muy feo salirme y saber que nadie se queda con mis niños, sólo es una pequeña parte de su tiempo y de verdad les dejará mucho. Dar clase a los niños es un amor, es lo más lindo que hay, verlos aprender, que entiendan cosas de secundaria y prepa es algo muy bonito en ellos”, expresó emotiva. 

Shaní Sánchez Lara, del sexto ciclo de la licenciatura, tiene un grupo de 25 estudiantes de preparatoria y también compartió el desafío que le ha significado ser instructora: “Sabemos que las matemáticas no gustan mucho, pero más que nada es la manera en que se enseñan. Nosotros intentamos cambiar eso para que les nazca un gusto, es un reto intentar inyectar ese amor que nosotros tenemos por las matemáticas, pero lo hago con gusto”. 

Otro de los instructores, José Miguel Sánchez Hernández, también del sexto ciclo, está a cargo de un grupo de estudiantes del nivel medio superior y, hasta el momento, le ha dejado la reflexión de entender que las matemáticas no son para todos”, así como la experiencia y habilidad de estar frente a un grupo. 

“He entendido que a muchos niños las matemáticas no les interesan tanto, sólo quieren aprenderlas para pasar el curso, pero también hay casos de niños que vienen porque les gustan y quieren conocer más de ellas.” 

Para José Miguel también es un desafío transmitir un interés por las matemáticas: “A mí me gusta explicar lo que yo sé, para que otros lo conozcan y a su vez lo transmitan. Y sí es un reto, porque en ocasiones algún tema yo lo veo de una manera, pero los niños no, entonces tengo que buscar cómo explicarlo”. 

Pese a tal panorama, lejos de que en algún momento haya experimentado fracaso o frustración, aclara que es más la satisfacción y el gusto. Lo sintetizó en una escena: “Cuando veo que los chicos están trabajando en un problema, de manera individual o en equipo, voy y les pregunto si necesitan ayuda y me contestan ‘no, nosotros podemos’ o ‘no, queremos intentarlo’; en ese momento me siento bien de ver que ellos, por sus propios métodos, buscan resolverlo”. 

Edgar Ulises Martínez Morales es estudiante del cuarto semestre de la licenciatura y desde hace un año se desempeña como instructor de un grupo de estudiantes de secundaria. En este tiempo sólo ha enfrentado un obstáculo: perder el miedo de estar frente a grupo. “La verdad me costaba mucho trabajo hablar frente a ellos, pero poco a poco te vas desarrollando y estar aquí, en el MateClub, te ayuda demasiado a vencer esos miedos”.  

Para él, esta propuesta académica es fabulosa pues se trata de un espacio donde niños y jóvenes pueden echar a volar su ingenio y creatividad para resolver problemas matemáticos. Además, “como estudiante he visto casos de niños que estaban en el MateClub y ahora están la licenciatura, para mí es una muy buena idea”. 

Hago cuentas más rápido que mi mamá: integrante del MateClub 

Ana Alondra Galindo Ladrón de Guevara cursa el tercer grado de secundaria y desde hace tres años asiste al MateClub, lo cual le ha aportado “demasiado”. Al menos en la escuela los temas que ven, de acuerdo al programa de estudios, los comprende con facilidad y soltura, “hasta el punto en que realmente le he encontrado el amor a las matemáticas”. 

Pero los beneficios no son sólo las buenas calificaciones en la escuela, para muestra compartió: “Se me facilitan ciertas cosas, por ejemplo, voy al súper y mi mamá apenas está sacando el descuento de algo y yo ya lo tengo, ¡es fácil aplicarlo! Además, mi madre también ya ha aprendido varias cosas de mí. Siento que sí me ha beneficiado”. 

Otro de los participantes que compartió su gusto por ser parte del Club es Emiliano Fernández Almazán, quien también cursa tercero de secundaria y tiene tres años de asistir cada sábado a la Facultad de Matemáticas. “Desde que llegué al Club he podido ir lejos, he participado en olimpiadas. El año pasado fuimos (junto con Ana Alondra Galindo) a Mérida a concursar y gané bronce. Además, ahorita estoy en un concurso sobre robótica, acabo de pasar a la nacional y programé mi robot basándome en un algoritmo con teoría que aprendí aquí”. 

Los sábados es común ver a padres de familia esperando a sus hijos en los pasillos de la Facultad, una de ellas es Tomasa Ochoa, mamá de María Fernanda del nivel primaria, quien se congratuló por la labor que la UV realiza a través de esta propuesta educativa. 

Es una buena iniciativa para desarrollar en los niños el gusto por las matemáticas, porque es algo a lo que siempre le tienen miedo o pavor, y el que los niños quieran venir a aquí para aprenderlas es algo encomiable”, opinó. 

El MateClub se imparte de acuerdo al calendario escolar de la UV y tiene cupo limitado. Para las personas interesadas en la próxima convocatoria, consulte su página de Facebook: MateClub Xalapa. 

Karina de la Paz Reyes Díaz / Prensa UV