Si los sanandrescanos creen que su alcalde Manuel Rosendo Pelayo va a levantar la voz para impedir la afectación de la zona selvática de Los Tuxtlas, con la extracción del material pétreo requerido para la ampliación y modernización del Puerto de Veracruz, ya pueden ir borrándolo de  la lista.

Con proyectos megalómanos, como el de la construcción de un teleférico digno de una novela de realismo mágico, Manuel Rosendo ha atesorado durante muchos años la idea de convertirse en el mejor vendedor de los atractivos turísticos de esa región, olvidada por los sucesivos gobiernos del estado, que ha estado perdiendo paulatinamente su mayor riqueza: la reserva de la biosfera.

Para Manuel Rosendo, Los Tuxtlas es una especie de lejano sureste, al que puede atraer, mediante graciosas concesiones, a empresarios dedicados a expoliar la naturaleza mediante proyectos turísticos depredadores, con tal de satisfacer sus ambiciones políticas… y económicas.

El impacto que puede tener la extracción brutal de roca basáltica de la costa de Montepío, en un sitio de belleza privilegiada denominado Roca Partida, ya empieza a generar una reacción meditada y, al mismo tiempo, poderosa de varios habitantes de Los Tuxtlas, que ven con temor cómo se puede dar de un tirón una afectación importante a una región que sigue perdiendo sus últimos relictos de vegetación en la selva más al norte del planeta.

Pero creen que su alcalde puede sumarse a la lucha contra estas medidas, cuando Manuel Rosendo Pelayo seguramente ya negoció cómo su ayuntamiento autorizará y dará legalidad a uno de los más vergonzosos saqueos a una región que enfrenta su mayor fragilidad ecológica.

Ya hemos visto cómo le fue al alcalde perredista de San Rafael, Héctor Lagunes Reyes, en el norte del estado, cuando hasta utilizó la policía local para detener los trabajos del gasoducto que se siembra en zonas rurales y urbanas, y ahora enfrenta la posibilidad de ir a juicio por haber desacatado una autorización municipal previa, hecha en lo oscurito por su antecesor priista Rogelio Capitaine Domínguez. Algo similar hará Rosendo Pelayo, pues lo tiene en su ADN político.

Luchan por preservar su casa

Un estimado amigo sanandrescano, Octavio Rojas Aldana, ha escrito junto con Isidro Jiménez Ortiz un largo opúsculo sobre el peligro que se cierne sobre la reserva de la biosfera de Los Tuxtlas, donde alertan sobre la destrucción de Montepío y los ríos Máquina y Cool. Y mire que Montepío es considerado por los pobladores de toda la región como su santuario turístico; a esas playas arriban al año medio millón de visitantes.

No tocan de oído, como dice el dicho. Toda su vida la han pasado en esos parajes olvidados por sucesivos gobiernos estatales y federales que no han logrado dotarlos de buenas vías de comunicación:

“Por la desforestación, ya desapareció la zona del cocal; del Montepío que conocemos, solo quedará el recuerdo, pues no tendrá el Cerro del Borrego que protege mucho durante los nortes a los visitantes, y se perderá su peculiar belleza; no habría ríos que son verdaderas albercas bajas y seguras para las familias y turistas visitantes, todo será un montón de piedras regadas, caminos lodosos, destruirá la maquinaria pesada mucha de la arboleda que está al margen de los ríos y todos lo que ya construyeron casas y hoteles perderán sus patrimonios, que han construido en muchos años con muchos esfuerzos y que lo hicieron no por negocio, sino por tener una casita de descanso en este, hasta hoy, paradisiaco lugar para los sanandrescanos.”

Señalan que tienen conocimiento de que el contrato para surtir de piedra basáltica azul para la ampliación del Puerto de Veracruz, solicitada por APIVER, significaría la extracción con maquinaria pesada y dinamita, de la veta que está localizada desde la congregación de Balzapote, ya en los límites del municipio de San Andrés Tuxtla con Catemaco, hasta el Cerro del Borrego, en plena congregación de Montepío.

Y es que la cantidad parece monstruosa: siete millones de metros cúbicos de roca basáltica. “Hace 30 años ya pasó lo mismo, unos contratistas vinieron y se llevaron mucha piedra de Balzapote y prometieron muchas cosas y solo dejaron unos pesos a las autoridades ejidales de ese tiempo; en Balzapote ya casi no hay tanta piedra, por eso lo que pretenden es extraerla del cerro del Borrego.”

Y alertan:

“Los sanandrescanos pensamos muy seriamente que si no nos ayudan, que no nos perjudiquen, y entre toda la población se está gestando una protesta masiva y se están reuniendo los clubes de servicios, asociaciones civiles, líderes de opinión, uniones de trabajadores y de camioneros, y de colonias y de congregaciones, prestadores de servicios, hoteleros y restauranteros, concesionarios de transporte público, taxistas y propietarios de camionetas rurales; se habla de que harán unas manifestaciones públicas, que se tomarán carreteras, que se publicarán planas en prensa estatal y nacional.”

Todo para oponerse a lo que ellos llaman  un “monstruoso proyecto que causaría un inimaginable daño ambiental a la flora y la fauna, además que se trabajaría dentro de la Reserva de la Biósfera de los Tuxtlas, que se creó para que fuera intocable”.

Señalan, por cierto, que en otra zona del municipio, dentro del ejido Miltepec, antigua estación de la línea del ramal del ferrocarril, entre San Andrés y Rodríguez Clara, “hay suficiente piedra braza y bancos abiertos para la obra de la ampliación del Puerto de Veracruz”.

¿Qué harán los contratistas para ‘convencer’ a las autoridades locales y municipales?

Ellos mismos responden: “Se habla de que la empresa interesada en realizar este genocidio ecológico (sic), está dispuesta a entregar 160 millones de pesos a las autoridades ejidales o de gobierno y a las personas que los ayuden a realizar estos trabajos en las congregaciones de Balzapote y Montepío, dentro del municipio de San Andrés Tuxtla”.

Y concluyen con una frase que no tiene desperdicio:

“Los sanandrescanos estamos en espera de saber si en esta lucha estamos solos o contamos con el apoyo del presidente municipal, Manuel Rosendo Pelayo, del diputado local Octavio Pérez Garay, de la diputada federal Marina Garay Cabada, y del gobernador del estado Javier Duarte de Ochoa.”

Pronto sabrán la respuesta… y no será precisamente la que ellos esperan.

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