Desesperadamente, Javier Duarte de Ochoa ha tratado de modificar el rumbo de su muerte política mediante acciones equívocas que pueden serle aún más riesgosas.

No solo fue la publicación de una carta en su favor que supuestamente habrían signado diputados el viernes pasado; una carta, por cierto, que el propio senador Héctor Yunes denunció porque sus firmas fueron precedidas de chantajes y amenazas y que a muchos de sus firmantes ni siquiera se tomó su parecer.

Ya hemos visto que incluso puso en bronca la relación del PRI y el PVEM porque tres de esos supuestos firmantes son diputados federales del Partido Verde (aunque con corazón priista) y legalmente no tienen nada que ver con decisiones internas del PRI. Y uno de ellos es Javier Herrera Borunda, hijo de Fidel, quien se deslindó del contenido del documento.

Tras ese ridículo recurso, que es a lo que más le da el cerebro al gobernante local, vino la reacción del PRI más profundo, el que ve con temor la actuación de Enrique Peña Nieto y su empleado en el CEN priista: una filtración contra el dirigente nacional para despojarlo –mostrándolo como corrupto o ente pasivo ante la corrupción que le favorece– de autoridad moral para enjuiciar a los corruptos de su partido.

En efecto, un día antes de que Duarte sea expulsado del tricolor por la Comisión de Justicia Partidaria, la Sociedad de los Priistas Muertos lanzó su ataque virulento para hacer tambalear al mismísimo dirigente nacional, Enrique Ochoa Reza.

Para ello, utilizó a cuatro influyentes medios de comunicación –entre ellos, Reforma y Proceso– para la difusión de un finiquito otorgado por la CFE como si lo hubiera corrido (siendo que él renunció para buscar la dirigencia nacional del PRI, con el ánimo de evitar que los aires anticorrupción toquen no solo al gobernador corrupto más emblemático del país sino a buena parte de la clase gobernante.

Y Duarte de verdad tiene en alto su desvergüenza: luego de forzar a los firmantes y enviar una carta en que 16 diputados del PRI y cuatro del PVEM protestan contra Enrique Ochoa Reza por el proceso orientado a quitarle sus derechos como militante, ha salido a los medios para pronunciarse por la unidad del PRI y señalar que no pretende ser un factor de división.

En el colmo del cinismo, escribió en su medio de comunicación más socorrido, Twitter, para señalar: “Reconozco el liderazgo de @EnriqueOchoaR y estoy totalmente de acuerdo con él en lo referente a la transparencia y rendición de cuentas”.

EL RECREO

Xalapa amanecerá colapsada este lunes. Tome providencias. El magisterio, cansado de no recibir los pagos de prestaciones, cerrará a la altura de El Gallito, del Fraccionamiento El Pedregal, la Colonia 21 de Marzo, Sefiplan, Plaza Crystal y la SEV, desde las 5:45 horas. ¡No haga corajes!

Lo expulsarán del PRI

Ese parece que es el destino de quien ha logrado la debacle del PRI. Una de las cuentas pendientes del partido en el poder es justamente la corrupción de sus funcionarios públicos, en particular, de Javier Duarte de Ochoa, reconocido en el ámbito nacional como el que lleva el récord de endeudamiento, de montos federales por aclarar cuyo destino se desconoce, de la constitución de empresas fantasma para desviar recursos y, para colmo, por ser el que más ha roto las reglas no escritas del poder en México, confrontándose no solo con las autoridades federales sino con los poderes fácticos, uno de ellos muy poderoso: la prensa nacional.

Su vocero Alberto Silva Ramos (diputado federal con licencia) ha comentado en medios que el PRI nacional no debe adelantar “juicios sumarios” contra su jefe para lograr su expulsión, sino que debe esperar a que la autoridad competente determine su culpabilidad por los delitos por los que lo investiga.

Lo cierto es que el PRI tiene elementos suficientes para sacar a patadas al gobernador veracruzano. El senador Héctor Yunes Landa, quien denunció a Duarte por las presiones para obligar a representantes populares priistas y del PVEM a firmar una carta en su respaldo, ha denunciado que durante la pasada campaña electoral, Duarte no sólo no lo respaldó como candidato del PRI, sino que brindó abiertamente ese apoyo a favor del candidato de Morena, Cuitláhuac García Jiménez.

Dicha traición la castiga todo partido con la expulsión. Hay muchos casos de alcaldes o diputados locales que fueron enjuiciados en sus partidos por haberse volcado en favor de candidatos ajenos, y no hay razón para que una traición del calibre de la que cometió Duarte no tenga posibilidades de ser sancionada, independientemente de que este lunes no haya sobre la mesa de la comisión de justicia partidaria el expediente completo de la investigación emprendida por la PGR.

Cómo ser mentiroso cuando la necesidad apremia

Luego de enviar su imprudente carta, Duarte fue a Martínez de la Torre para inaugurar el sábado una obra realizada prácticamente con recursos federales que fueron gestionados por el senador José Francisco Yunes Zorrilla.

Acompañado de su esposa Karime Macías Tubilla, y de su fiel y faldero Flavino Ríos Alvarado, secretario de Gobierno, Javier Duarte inauguró oficialmente el bulevar Luis Donaldo Colosio como si su gobierno hubiera estado al cargo de toda la obra. Pese a ello, el comunicado es claro al respecto: “La Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) estuvo a cargo de la construcción de las tres etapas del boulevard Luis Donaldo Colosio, que consta de 1.2 kilómetros de longitud y que será de gran beneficio para miles de veracruzanos de esta región dedicada a la producción agrícola”.

Nada que ver. La obra en total es de 3.2 kilómetros, y más del 60 por ciento fue construida por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, gracias a las gestiones de Pepe Yunes. Ello no le importó a Duarte quien se vanaglorió de toda la obra, cuando durante seis años ha sido un desastre en materia de infraestructura.

Por cierto, ahí también estuvo el diputado local Eduardo Sánchez Macías quien durante sus casi tres años de representante popular no ha gestionado una sola obra de beneficio para Martínez de la Torre. Eso, por supuesto, no le quitó la sonrisa.

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