Este fin de semana tenemos en nuestro hermoso Xico las fiestas de María Magdalena, y las autoridades municipales han declarado que no se permitirá el acceso a los niños y niñas a las corridas de toros. Ojalá se cumpla, porque es importante que vayamos entendiendo que estos espectáculos, a estas alturas, tienden a normalizar el sufrimiento de un ser que no puede defenderse y se hace de eso un circo.

Hoy en día en Veracruz contamos con una ley de vanguardia en cuanto a la protección del maltrato animal se trata, que además prohíbe las peleas de gallos y los eventos como las vaquilladas, por lo que se podría suponer que las niñas y niños están protegidos, pero sabemos que falta mucho por hacer para que esto que está plasmado en la ley sea una realidad efectiva, por un lado porque las diversas autoridades todavía tienen mucho que hacer al respecto, pero también porque la sociedad no ha llegado a un estadio de conciencia sobre el sufrimiento animal. Por tanto, mientras que sigan existiendo estos eventos, sean disfrazados con otros nombres o de manera clandestina, y los adultos sigamos permitiendo que lo observen nuestros hijos e hijas, seguiremos lastimando no sólo a los animales, sino a los mismos niños y niñas, en sus mentes y en sus almas.

Por otro lado tenemos que la Ley de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes de Veracruz prohíbe expresamente, en su artículo 40 Bis, “…la asistencia y entrada de menores de edad a las corridas de toros, procurando la seguridad de aquéllos y sus valores humanos, garantizando así el acceso a una vida libre de violencia…”. Y sabemos que esto también es violado al constatar que se sigue permitiendo a niños y niñas entrar y presenciar este maltrato a los animales. ¿Qué espera la autoridad para reaccionar? ¿Qué ha dicho el Sistema Estatal de Protección de los Derechos de las niñas, niños y adolescentes (SIPINNA) o la Procuraduría respectiva? Me parece que muy poco.

En cuanto a la infancia, se trata justo de un momento en el que el niño está conformando su sistema de valores y es una edad en la que los niños deben tener la certeza de que el mundo es y puede ser un lugar bueno y justos. Y hacerlos presenciar estos maltratos hacia los animales y su sufrimiento, es una crueldad hacia el niño, hacia su susceptibilidad y sensibilidad, es vulnerar esa inocencia de la infancia.

Bajo esta lógica es que México firmó la Convención de la ONU sobre los Derechos del Niño, y en 2015 el Comité de los Derechos del Niño emitió sus Observaciones Finales comentó la necesidad de una ley contra la violencia hacia la infancia. En la sección E de sus Observaciones a México, el Comité señala que está preocupado por la aplicación efectiva de las disposiciones normativas de la violencia contra los niños, y en particular por el bienestar físico y mental de los niños que participan en el entrenamiento para las corridas de toros, así como de los niños espectadores que están expuestos a la violencia de las corridas de toros, por lo que insta al Estado mexicano a tomar medidas para hacer cumplir la prohibición de la participación de los niños en dichos espectáculos.

De lo que hablamos aquí es del principio del interés superior del niño dispuesto en la Constitución y en la legislación mexicana, que no quiere decir otra cosa sino la de garantizar el garantizar el libre desarrollo de su personalidad.

Parecería que está más que claro que las niñas y niños tienen derecho a estar protegidos contra la violencia hacia sus propias personas, pero al parecer todavía no hay una conciencia sobre que también tienen derecho a no observar violencia. Esto que parecería obvio resulta percibido por muchos como inocuo cuando se trata de la violencia que pueden presenciar los niños y niñas contra otros seres vivos que no sean humanos. Esto resultaría preocupante en cualquier escenario, pero sobre todo sería grave si es la propia institución encargada de velar por la protección de los derechos de la infancia en Veracruz la que lo ignora o pospone.

Estudios e investigaciones de las últimas décadas han demostrado el perjuicio para niñas y niños por el acceso, exposición y participación a espectáculos de maltrato animal. Para los niños, la convivencia con animales ayuda a las personas a ser más felices. Además, para muchos de ellos la relación con los animales los ayudaría a mostrar más empatía y mejores habilidades sociales hacia los demás. Los niños se sienten reconfortados por la compañía de los animales, ello permite dar una dimensión educativa para trabajar valores como la amistad y la convivencia. Estas conclusiones no son mías, están en estudios como el de la Fundación Affinity, Animales y Salud, con el Departamento de Psiquiatría y Medicina Legal de la Universidad de Barcelona, y la del Colegio de Psicólogos de Cataluña sobre terapia con animales para niños.

Estos estudios también demuestran que los niños perciben el uso del castigo como un indicador claro de falta de bienestar y que los niños parecen dispuestos a sacrificar aspectos de su calidad de vida por su animal de compañía.

Que los niños, niñas o adolescentes presencien y observen espectáculos donde se maltrata a animales por el solo goce del ser humano es altamente perturbador. En las corridas de toros los humanos luchan con un animal incitándolo hasta la muerte, lo que supone la permisión del sufrimiento de un ser vivo para el disfrute de los humanos, en los que además se incluyen en ocasiones la muerte de la persona durante el evento ante los ojos de los fanáticos expectantes.

Investigaciones muy precisas y serias han demostrado los efectos de estos espectáculos sobre los niños: el daño a su integridad, el impacto emocional, huellas psicológicas, traumas, afectaciones en su desarrollo mental y moral, confusión entre lo bueno y malo, porque, por un lado, se está frente a la violencia en una conducta equivocada y, por el otro, frente a la agresividad permitida y hasta festejada.

Si estamos hablando de ir y construir una cultura de paz debemos reflexionar sobre todos los tipos de violencias para desnormalizar la agresión y la violencia, y en este caso, el maltrato animal se ubican en ese contexto que también abre la puerta a violencia doméstica, maltrato infantil y de ancianos, etc.

La joven abogada xalapeña Claudia Leonardo, integrante del “Movimiento Consciencia”, y quien ha defendido estos temas y promovido la legislación y reglamentación de protección de animales en nuestro estado, me ha ilustrado mucho en este campo y nos ha introducido al trabajo de la Dra. Nuria Querol Viñas, de la Universidad de Barcelona y experta internacional en la interrelación entre violencia hacia los animales y violencia hacia las personas. La Dra. Querol ha ilustrado sobre los estudios que revelan que la asistencia a las corridas de toros puede aumentar la agresividad, la ansiedad y el impacto emocional en los niños, especialmente menores de 13 años.

El Buró de Investigaciones Federales de los Estados Unidos (FBI), donde la Dra. Querol ha colaborado, ha venido trabajando ya con la relación entre el maltrato animal como un delito con otros delitos y crímenes violentos. En estos trabajos se ha evidenciado la relación que existe entre  estas conductas con crímenes violentos, violencia de pareja, contra menores, bullying, etc., y la conexión que puede existir entre el maltrato animal y el trastorno antisocial de personalidad, el trastorno disocial y las psicopatías.

Estamos hablando por lo tanto de problemas públicos que tienen que ver con salud pública y políticas públicas para mejorar las capacidades parentales y promover la empatía en entornos seguros para los niños, niñas y adolescentes.

Veracruz está siendo un ejemplo en la legislación que tiene que ver con el medio ambiente por ejemplo en la prohibición de plásticos en los comercios y en la protección animal, y se sitúa en la vanguardia legislativa internacional, pero se necesita el impulso y voluntad política de las autoridades para avanzar en su implementación.

Existe ya una iniciativa en el Congreso del Estado para prohibir las corridas de toros y de aprobarse, colocaría a Veracruz todavía más en un nivel de conciencia para proteger a los animales, pero también para protegernos a los humanos, porque tenemos que trabajar en crear una cultura de paz donde en el centro esté siempre la dignidad de las personas, el libre desarrollo de la infancia y la protección de todos los animales.