El lunes 26 de diciembre el área de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz envió un comunicado con el siguiente encabezado: “Mediante el diálogo con diputados, buscará el Gobernador Yunes ajustar presupuesto a la realidad de Veracruz”.

Interesante y atractivo dicho título, con la salvedad de que en el cuerpo del boletín no se hace referencia alguna a esa intención del mandatario estatal. Nunca se dice que el Gobernador de Veracruz haya mostrado disposición al diálogo con el Congreso local para modificar el Presupuesto de Egresos 2017.

(Clase gratuita de periodismo básico para el personal de Comunicación Social del Gobierno de Veracruz: Un encabezado debe ser de fácil comprensión y derivar de la entrada o “lead” de la nota).

El caso adquirió especial relevancia este martes, pues la sesión ordinaria de la Legislatura tuvo que ser suspendida luego de que los diputados del PRI, Morena, el Grupo Mixto y hasta los independientes decidieron abandonar el pleno –y dejarlo sin quórum- por considerar que las bancadas del PAN y del PRD estaban pretendiendo incorporar en la Orden del Día dictámenes que no habían sido aprobados durante la reunión previa de la Junta de Trabajos Legislativos.

Alterado en extremo, el Presidente de la Junta de Coordinación Política, el panista Sergio Hernández, calificó de “irresponsables” a los diputados que no se disciplinaron y remató sentenciando: “Que no tengan la madurez de dialogar es problema de ellos”.

Se equivoca el coordinador de los diputados panistas. El problema no es de los que abandonaron el recinto. El problema es de él, que no ha sido capaz de convencer, de sumar voluntades para sacar adelante los temas que más interesan a su jefe político, el Gobernador Miguel Ángel Yunes Linares.

No entendió que, aunque su grupo es el más numeroso, ni con la suma de sus aliados perredistas alcanza la cantidad de votos necesaria para una mayoría simple, ya no se diga una calificada, como la que se requiere para definir al próximo Fiscal General del Estado.

Para lograrlo tiene que sumar la voluntad de otras fuerzas políticas, y eso no se logra engañándolos, escondiéndoles la Gaceta, o infiltrando dictámenes sin las firmas de los miembros de las comisiones correspondientes.

Desde su discurso de toma de posesión, en el mismo Palacio Legislativo, Yunes Linares prometió encabezar “un gobierno de coalición sustentado en un cambio profundo para rescatar a Veracruz, un gobierno basado en la ética y en la transparencia”.

Los diputados de su partido parecen no haber escuchado eso. Pretenden imponer, antes que negociar; recurren a la descalificación, antes que al diálogo; asumen que sólo ellos tienen la verdad y desechan cualquier otra idea o propuesta ajena a su cerrado círculo.

Ahí están las consecuencias.

Debió ser interesante el reporte que le habrá pasado este martes Sergio Hernández a su jefe Yunes Linares. No estuvimos ahí pero podemos imaginarlo:

– Señor, le tengo dos noticias, una buena y una mala.

– ¿La buena?

– Que ya conseguí el consenso de los diputados de oposición.

– ¡Excelente! ¿Y la mala?

– Que todos están unidos, pero en nuestra contra.

Quedan cuatro días para que concluya el año, y los legisladores deberán aprobar en ese lapso el Presupuesto de Egresos 2017, la Ley de Ingresos, los planes de arbitrios de los 212 ayuntamientos y el nuevo Fiscal General.

Demasiados temas como para pretender imponer una aplanadora que no llega ni a rodillo.

 

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