En esta parte final de la conversación, Atenea C. B. habla de las técnicas que utiliza, de su labor docente y de la importancia de la pintura y las artes en la formación de las nuevas generaciones.

La figuración tras la acción

La abstracción no es algo que me haya llamado la atención hasta el momento, siempre he sido figurativa. Cuando hice las imágenes del proyecto de la ira empezaba con la técnica que se llama pintura de acción o action painting (la que usaba Jackson Pollock), aventaba la pintura y echaba thinner y cosas así para ver cómo se abrían las gotas y cómo se mezclaba el material sin usar pincel, pero después de tener una mancha que me gustaba, empezaba a trabajar la figuración.
En estas imágenes trabajé la mancha con acuarelas concentradas, con tintas y con acrílico y el dibujo lo hice con marcadores de cera. En la serie del orgullo, también trabajé con tintas y acuarelas pero primero metía un collage, lo que está abajo es papel y lo empezaba a trabajar, le metía acrílico, luego lo raspaba o lo lijaba, hacía unos experimentos y encima le metía el dibujo con acrílico y en partes con tinta, el marco es de hoja de oro falso porque si pongo oro verdadero van a querer robarme (risas).
Empecé la serie Unus Mundus trabajando con acrílico, hice las primeras cinco pinturas y no me convencieron, entonces levanté la pintura y las rehice con óleo.
Tenía cierto miedo, cierto prejuicio de experimentar con el óleo, lo empecé a usar en estas imágenes y desde entonces lo he estado trabajando. Eso fue en el 2014, llevo tres años pero siento que todavía me falta probar más la técnica, se puede experimentar mucho con el óleo y tiene muchas posibilidades que aún no he explorado.
En cada etapa he trabajado una técnica diferente, no me caso con una sola ni digo con esto voy a trabajar toda la vida porque ni siquiera sé qué voy a hacer dentro de cinco minutos. En algunos momentos he trabajado con algún tipo de técnica y me gusta mucho pero me voy transformando cotidianamente, como todo mundo, y con eso se transforma también el tipo de imagen que quiero construir y las técnicas que quiero experimentar. Creo que la técnica está al servicio del proyecto y no al revés.

El Telón, bastión de la formación

Desde hace siete años trabajo en un espacio que se llama El Telón, Sala de Artes, los fundadores son Fernando Soto y Tania Hernández, son actores los dos, ellos idearon abrir esta escuela y me invitaron a dar clases de pintura.
Este proyecto me parece importante en varios sentidos, es un espacio que ya casi se ha vuelto mi casa pero también pienso que observar los procesos de trabajo de ellos, que son actores, y observar los procesos creativos de los niños, ver cómo se enfrentan cotidianamente a la pintura, cómo la resuelven y ver sus imaginarios, me ha nutrido mucho. Le muestro mis alumnos mis pinturas, algunos me han dado opiniones o me han hecho sugerencias y aunque no puedo decir concretamente de qué manera ha sido, estoy completamente segura de que me ha nutrido el trabajo en el taller con los niños y el trabajo en equipo con mis colegas de El Telón.
Yo creo que también me he dedicado a dar clases un poco en agradecimiento a mi proceso en el Patio Muñoz, el taller de artes plásticas del maestro Luis Castillo Rechy fue definitorio no solamente para mí sino para otros compañeros que estuvieron conmigo en esa época y ahora también son artistas como Lucía Prudencio, Daniel Cruz, Marité Márquez y Arturo Tercero, todos estamos agradecidísimos con el maestro, todos estamos de acuerdo en que ese espacio fue definitorio para nosotros y yo he querido crear un espacio así en El Telón.

Lenguajes y bagajes

Algo que se me quedó muy grabado desde que estuve en el Patio fue cómo la pintura se convierte en un lenguaje para entender el mundo, para acceder a él. Un ejemplo muy sencillo, el maestro nos dibujó una montaña y puso los árboles verticales a pesar de que nacían en un terreno diagonal, a pesar de que vivo en el cerro, no había pensado por qué los árboles crecen verticalmente en un espacio inclinado y él dijo es la gravedad la que hace que los árboles nazcan y crezcan así, yo en la secundaria ya llevaba física, habíamos hablado del tema de la gravedad pero acceder a ese concepto desde la imagen fue otra cosa.
Cada vez se me hace más claro cómo el lenguaje pictórico es un lenguaje para acceder al mundo, tenemos el lenguaje científico que es otra manera de entender el mundo y hay muchos lenguajes por donde llegarle, entonces no pretendo que mis alumnos sean a fuerza artistas -si lo fueran está bien y yo los apoyo- pero sí otorgarles estas herramientas, este lenguaje.
En mundo en donde nos llega mucha información por imágenes -en la televisión, en los espectaculares que vemos en la calle, en el cine-, nuestros conceptos de belleza y de fealdad están determinados por esas imágenes, también por nuestra crianza, obviamente, pero mucho de lo que creemos que es bello, feo, bueno o malo es por lo que estamos viendo, una educación artística de buena calidad nos permite generar una actitud crítica ante esas imágenes y nos da la posibilidad de decir sí acepto o no acepto ese concepto de belleza y, al mismo tiempo, sí me acepto aunque no sea como dicen que debo ser.
Creo que es muy importante estudiar no solo pintura sino otros lenguajes artísticos. Yo estudié música de niña, no me gustaba (risas) pero sé que me nutrió mucho el pensamiento abstracto. Yo veo a los alumnos de teatro de Tania y Fernando, los que llevan dos o tres años, y tienen una corporalidad, una seguridad, una forma de expresarse y de trabajar en equipo increíbles y sé que mucho ha sido por su trabajo dentro del taller del teatro. Creo que la educación artística es importantísima porque lo viví y porque lo veo en los chicos que pasan por El Telón.

PRIMERA PARTE: Los pasos y los trazos
SEGUNDA PARTE: Mitologías y profecías
VER TAMBIÉN: Conversación con Atenea C. B. │ Avance

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