Prefacio

Nunca presentaron argumentos sólidos para explicar sus votos en contra de los juicios políticos a Jorge Winckler. *** Los diputados no entendieron que ellos no son jueces y, mucho menos, magistrados. Ellos no iban a juzgar al aún Fiscal. *** Su papel era turnar ambos casos ante los encargados de impartir justicia, para que fueran ellos los que decidieran si Jorge Winckler era culpable o no. *** Su cerrazón, y la preponderancia de sus intereses, los ubicaron como protectores de un presunto torturador. *** Lo bueno es que ya tienen ($) con qué festejar Carnaval y Semana Santa.

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Jorge Winckler se va a ir.

Su destino está marcado y de poco servirá la millonaria suma que está invirtiendo su patrocinador, su mentor, Miguel Ángel Yunes Linares.

Jorge Winckler se habrá de ir porque su posición es insostenible. Es un sujeto que –a todas luces- sirve a intereses ajenos a los veracruzanos y está denunciado por delitos tan graves como tortura y desaparición forzada de personas.

¿Por qué no lo han sometido aún a los dos juicios políticos cuyos dictámenes aprobó la Comisión Instructora?

Es evidente que por fallas en la operación política. Fallas que, sin embargo, son muy explicables. Los operadores de Morena no compiten con las mismas armas que sus rivales. La instrucción de Andrés Manuel López Obrador ha sido muy clara: Desterrar la corrupción, incluso si hay que enfrentar esas prácticas de los enemigos políticos.

Miguel Ángel Yunes Linares tiene muy claro que Jorge Winckler es su último reducto, el último bastión de ese entramado de corrupción que alcanzó a montar en apenas dos años.

Él está haciendo con Jorge Winckler lo que Javier Duarte no supo (o no quiso, o no pudo) hacer con Luis Ángel Bravo: sostenerlo como muro de contención contra la ofensiva del gobernante en turno.

La diferencia entre Luis Ángel Bravo y Jorge Winckler, es que el primero era “amigo” del gobernador que lo impuso, mientras que el segundo es siervo de su mentor.

Los operadores de Morena hicieron “cuentas alegres”. Ya en otros ejercicios habían conseguido la mayoría calificada, y en algunas ocasiones, incluso, consiguieron el voto favorable de un par de miembros de la bancada panista.

Requerían 34 votos y calculaban que podrían obtener hasta 37.

Se equivocaron. No contaron con el “factor Yunes”. Millón y medio de pesos a cada miembro de la bancada panista, y entre 3 y 5 millones de pesos para los “foráneos”, incluidos algunos miembros de Morena (los “huertistas”, Jéssica Ramírez y “Maleno” Rosales) que muy pronto mostraron el cobre.

A eso se refería el coordinador de la bancada de Morena, Juan Javier Gómez, al hablar de que ellos no se van a vender, de que no habrá más “moches”.

Pero los cerca de 50 millones de pesos invertidos para frenar la aprobación de los juicios políticos contra Winckler, no fueron –en realidad- el factor decisivo.

No, la moneda de cambio que mejor funcionó fue la de la impunidad.

Astuto y siniestro como siempre ha sido, Yunes Linares encontró la “llave mágica” para convencer a los legisladores “foráneos” para que les dieran la espalda a Morena.

Los vínculos de Juan Carlos Molina (a través de su suegro) con las bandas dedicadas al “huachicol” en la cuenca del Papaloapan; los antecedentes criminales de la familia Guízar Valladares en Coatzacoalcos (uno de sus hermanos, Gertrudis, asesinado; otro, Marco Antonio con múltiples denuncias, pero cobijado en la nómina de la Fiscalía de Winckler, además de los expedientes abiertos contra Fernando y contra Alberto).

Las irregularidades detectadas en los Colegios de Bachilleres, en los que estaría involucrada la organización sindical que encabeza la diputada priista Érika Ayala. La inminente denuncia penal en contra de los diputados que solventaron, “por sus pistolas”, observaciones en la cuenta pública 2017, en las que se presumía daño patrimonial. Entre ellos, Juan Manuel de Unanue, Bingen Rementería y Rodrigo García Escalante.

Todo este derroche de recursos financieros y malas artes, le sirvió a Miguel Ángel Yunes Linares para prolongar la agonía de Jorge Winckler.

Pronto habrá más noticias.

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Epílogo

No se fue –ni se irá- Éric Cisneros. El ruido ha sido provocado por quienes se oponen a los juicios políticos contra Jorge Winckler. El secretario de Gobierno es una pieza clave en el andamiaje político de Morena y sus funciones van más allá de la búsqueda de votos para el Congreso local.

 

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