El día de ayer fue aciago en la historia de la Liga de Comunidades Agrarias y Sindicatos Campesinos del Estado de Veracruz. Un grupo de golpeadores -enviado a decir de ellos mismos, por el diputado local por Chicontepec, Edgar Díaz Fuentes- trató de sacar por la fuerza al grupo de golpeadores que está apoderado desde hace seis meses del edificio, y que comanda José Julio Espinosa Morales.

Hasta el momento en que escribo estas líneas seguía la trifulca y lo de menos será saber cuál de los dos grupos ganó este pleito, porque lo que se está peleando no es el bien de los campesinos veracruzanos, mucho menos alguna mejoría en las condiciones de producción y de vida del campo jarocho.

No, lo que se tratan de arrebatar unos y otros son los dineros que están atrás del manejo de la Liga, para quienes quieren usar esta organización como un medio de lucro y de obtención de poder personal. Por eso la violencia, por eso el encono. Ya se sabe que la ambición es muy mala consejera y orilla a la ira, como se puede ver en esta pugna de intereses mezquinos.

Desde la misma mañana de este miércoles 18, el dirigente nacional de la Confederación Nacional Campesina, el senador Manuel Cota Jiménez, había declarado acéfala la dirigencia estatal hasta que se tomara una decisión respecto al conflicto.

En medio de las broncas y los jaloneos, ha surgido la voz tranquila y decente de Fernando Hernández Flores, quien ha manifestado públicamente su aspiración a dirigir la Liga con el fin de trabajar en pro de los campesinos veracruzanos, particularmente los de ascendencia indígena como él. El líder originario de Misantla dice que “a través de la violencia no se va a llegar a ningún acuerdo, por lo que es más que urgente que la dirigencia nacional emita un nombramiento oficial, o por lo menos a un delegado interino, en tanto se resuelven los conflictos en el cenecismo veracruzano”, y añade que “si el senador Manuel Cota Jiménez dice que se quede un delegado al frente de la confederación, se acatará. Si él dice que va a ser tal persona, lo acataré y me sumaré”.

Pero también pide que haya mano firme y se sancione a quienes incitaron y protagonizaron esta violenta jornada.

El Gobierno del Estado, por su parte, ha permanecido como observador, resguardando el orden público a través de la policía, en la medida en que se lo permite y ordena la ley.

El rumbo del mercado Alcalde y García era un hervidero de golpeadores de los dos bandos en disputa, y en verdad que no se veía a ninguno de los buenos campesinos veracruzanos participar en esta trifulca, en la que se pelean la presa del presupuesto campirano.

La mejor decisión se orilla hacia el tercero en discordia, quien mantiene una relación cordial con el gobernador Javier Duarte de Ochoa, así como una relación cercana y estrecha con el senador Cota, quien lo ve bien y conoce sus proyectos y sus ilusiones en pro del campo de Veracruz.

Vamos a ver cómo viene la solución propuesta…

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