Obreros borrachos que convirtieron el desfile en el Puerto de Veracruz en su propio carnaval, desfiles paralelos en Xalapa, airadas protestas de taxistas contra la reforma fiscal y la demanda de alza en tarifas, manifestación de telefonistas contra la reforma en telecomunicaciones, de petroleros contra la reforma energética, de maestros contra la reforma educativa y de trabajadores del sector Salud a quienes no les pagan a tiempo y los tienen sin insumos en sus sitios de trabajo. Así fue el Primero de Mayo en la entidad.

Aunque se cuidó en extremo para que no apareciera la inconformidad y se canceló la transmisión por la televisora estatal del desfile encabezado por el gobernador Javier Duarte de Ochoa, por toda la geografía veracruzana afloraron las manifestaciones de repudio  a las reformas estructurales del presidente Enrique Peña Nieto.

Fue lamentable que, en el desfile que recuerda a los mártires de Chicago, los únicos que no tuvieron acceso fueran los trabajadores, al menos aquellos que se organizaron al margen de las organizaciones sindicales oficiales, como el magisterio, por lo que tuvieron que desfilar cuando quienes debían escuchar sus demandas ya se habían retirado.

Lo que sí fue una viva estampa de los viejos tiempos  fue la grosera incursión de los alcoholizados obreros de la empresa Tenaris-TAMSA en el desfile del Puerto de Veracruz.

Cargando cartones de cerveza, bailando como si fuera un carnaval, los incondicionales de Pascual Lagunes, cacique repudiado por la mayoría de los trabajadores a los que dice representar, hicieron desfiguros, agredieron a reporteros, manosearon a las periodistas, manotearon, insultaron, mientras el cobarde dirigente era protegido como el verdadero mafioso que es.

En general, los desfiles del Día del trabajo, de norte a sur de la entidad, salvo pequeñas excepciones, se llevaron a cabo de manera pacífica, pese a la molestia de buena parte de los contingentes. Lo que sí es de resaltar es que, sin proponérselo, sin unir sus demandas, por todos lados surgió la inconformidad y es difícil calibrar qué sería de la insurgencia social si todos se unieran para encauzar en un solo torrente sus demandas.

La única violencia provino del gobierno estatal, cuyas fuerzas de seguridad detuvieron el libre tránsito de quienes se movilizaron para unirse al desfile en Xalapa. Varios autobuses fueron detenidos en Tamarindo, varios grupos fueron contenidos en las bocacalles para evitar que se mezclaran con las huestes oficiales, y hubo uno que otro conato de bronca al momento de arrebatarles las mantas y las cartulinas en que los trabajadores exclamaban su protesta.

El propio dirigente del Fesapauv, Enrique Levet Gorozpe, exdiputado priista, se lanzó públicamente contra esos actos pues, dijo, no se trataba de ir al carnaval sino de que los trabajadores mostraran sus demandas, un derecho consagrado por la Constitución.

Un derecho que no fue respetado, como casi nunca. Poco antes de que cruzara el último contingente oficial frente al entarimado en que estaban el gobernador Javier Duarte de Ochoa con sus funcionarios y los dirigentes obreros y partidistas, se dio por terminado el desfile, y todos corrieron a refugiarse para evitar estar presentes cuando casi a las 2 de la tarde, se incorporaron a la cola del desfile los integrantes del magisterio disidente.

Pascual Lagunes tendrá que responder por agresiones

Al menos cinco reporteros que fueron agredidos por los borrachos seguidores del dirigente del sindicato de TAMSA, Pascual Lagunes, resultaron con heridas tras la violenta e injustificable respuesta de los esbirros del capo sindical.

El experto grupo de choque encapsuló a los reporteros que buscaban entrevistar a Lagunes, les robaron teléfonos celulares, arrebataron cámaras, metieron mano a las reporteras, golpearon a reporteros, fotógrafos y camarógrafos, tratando de evitar que tomaran testimonios gráficos de la agresión.

Tras la refriega, cinco compañeros del gremio resultaron con lesiones por lo que presentaron denuncia penal ante el Ministerio Público del Puerto de Veracruz. Ojalá se proceda conforme a derecho y se lleve a la justicia a los facinerosos y, para ello, las autoridades ministeriales cuentan con fotografías y videos de los hechos.

Lo más seguro, sin embargo, es que no suceda nada.

Para quienes se niegan a reconocer que Veracruz es uno de los estados más peligrosos para ejercer el periodismo, esta es una prueba más de que el aserto es irrebatible.

El periodista (reportero, fotógrafo, camarógrafo, bloguero, comentarista) no solo se debe cuidar de las bandas criminales que lo secuestran y asesinan, de alcaldes que mandan a ‘levantar’ a colegas, como en el caso de Alfonso Mora Chama, o de intimidaciones vía teléfono o correo electrónico; ahora, a plena luz del día, debe protegerse de las hordas de obreros borrachos y su complaciente dirigente.

Ojalá que el procurador Luis Ángel Bravo, que últimamente divulga múltiples acciones en que rescata a secuestrados, aprehende a pederastas y defraudadores y encuentra a jóvenes desaparecidos, se ponga en acción para brindar justicia a tan golpeado gremio. Menos, no se puede esperar.

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