«Buenas tardes, hoy vengo a dar gracias por este reconocimiento, pero también quiero decir unas palabras no precisamente poéticas ni románticas», dijo el poeta huasteco Juan Hernández Ramírez al recibir el reconocimiento que le otorgó el Instituto Veracruzano de la Cultura en la ceremonia inaugural de la trigésima Feria Nacional del Libro Infantil y Juvenil.

Diplomático pero firme, como siempre ha sido, continuó:

«Con gusto recibo este reconocimiento que el gobierno del estado, a través del Instituto Veracruzano de Cultura, me otorga en el marco del Año Internacional de las Lenguas Indígenas. Este reconocimiento que se me entrega, creo, reconoce en mi persona la existencia de indígenas en el territorio veracruzano. Cierto, en la tierra veracruzana viven y conviven quince pueblos originarios, quince lenguas de distinto colorido que sus gentes ocupan como instrumentos de comunicación, que a la vez son sistemas amplios de conocimiento y, además, complejos productos de siglos de evolución.

«Reconocer en letras, de palabra, en leyes, la existencia de indígenas en el territorio, no basta, la educación debe jugar un papel preponderante en el desarrollo de los pueblos originarios; se debe dar una educación de acuerdo a las necesidades y situaciones específicas de los indígenas para otorgar una integridad educativa, tomando en cuenta la historia propia en la propia lengua. Reconocer la tierra como nuestro hábitat para respetarla con nuestro pensamiento ancestral, venerándola como nuestra madre para que no muera. La aplicación de una moral y una ética profesional educativa en educación indígena. Basta de discursos y la colusión de sindicatos que son juez y parte en un proceso de formación de educandos que solo debe competir a la Secretaría de Educación. Por esto mismo, se necesita la creación de una subsecretaria de educación indígena para la atención de los pueblos originarios.

«Existen instituciones para el desarrollo de pueblos indígenas, pero es lamentable que quienes dirigen estas instituciones no son indígenas, aunque algunos de ellos dicen querernos, hasta tienen una expresión lastimera: ‹nuestros indígenas›, como si nosotros fuésemos de su propiedad. También se visten con nuestros atuendos coloridos para llamar la atención y demostrar lo que no son: por lo general, se dedican a apropiarse de los recursos destinados a los pueblos indígenas, después se compran ranchos o se dedican a la política abanderando la imagen, el atuendo, la pobreza de los indígenas, olvidándose de ellos después. Creo que se deberían evitar que estas instituciones fueran puestos políticos para enriquecer a políticos en desgracia o a los amigos.

«Ha habido mucha desatención, olvido y marginación para los pueblos originarios, una de ellas es la cárcel que sufren muchos indígenas, y su lengua ha sido un instrumento que ha actuado en su contra, porque no había intérpretes en la aplicación de la justicia. La pobreza también ha sido la causa de que a muchos su proceso se haya detenido. El pago de un abogado que los defienda. La identidad, también ha sido un motivo de desatención. Sin embargo, el Poder Judicial del Estado de Veracruz, ha tomado en sus manos el problema de indígenas presos, y de la misma forma reconoce como principios básicos de las personas, comunidades y pueblos indígenas los siguientes:

«I Reconocimiento de la diversidad cultural.

«II Derecho a la libre determinación.

«III Derecho al autogobierno.

«IV Derecho a elegir sus autoridades, derecho a aplicar sus propios sistemas normativos.

«V Derecho a acceder plenamente a la jurisdicción del Estado.

«VI Derecho a la tierra, al territorio y a sus recursos naturales.

«VII Derecho a la consulta y consentimiento libre, previo e informado.

«VIII Derechos económicos, sociales y culturales.

«Y creo, también, que el derecho al acceso de la justicia que imparte el Estado. Y aprovechando esta tribuna, le mando un agradecimiento personal y fuerte abrazo al magistrado Edel Humberto Álvarez Peña, presidente del Tribunal Superior de Justicia y del Consejo de la Judicatura del Estado de Veracruz, por la atención que brinda a este problema.

«Para terminar, agradezco nuevamente esta distinción, pero creo que detrás de todo pergamino, debe traer un pantle de tortillas, un chile verde y un terrón de sal».

Juan Hernández Ramírez no suele escribir en primera persona, cuando lo hace, como Whitman, habla el «yo plural» que refiere Borges. En su poema No estoy muerto oigo la voz de las culturas originarias que siempre han estado vivas.

No estoy muerto

Juan Hernández Ramírez

Estoy aquí,
nunca me fui de este lugar,
no estoy muerto,
vivo entre las flores
y yo poeta
canto su esencia
que no se marchita.

Estoy mirando volar al jade
con su vestido de enredadera.

No estoy muerto,
soy águila con plumas
de cristal en el arco del cielo
donde cuelgan los poemas.

La mesa está puesta
en la fiesta del cempoalxochitl,
hay humo de copal, aguardiente,
frutas y dulces, mole
y tamales de frijol tierno.

No estoy muerto, estoy aquí,
soy águila ligera sobre el mar,
soy zenzontle en el viento del norte,
soy pájaro sol en la noche
que vive de la chispa de las estrellas.
Soy soldado del sol,
un guerrero colibrí
que tiene como espada y escudo
un poema que te nombra.

 

 

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