Con el registro oficial de Pepe Yunes como precandidato del PRI al Gobierno de Veracruz, el próximo viernes 5, se completará la triada de aspirantes que tendrán la mayor fuerza en los comicios del 1 de julio, en una batalla que lindará con el conflicto poselectoral al preverse un resultado de tercios, en que tendrán mucho juego los litigios para inclinar la balanza a favor de cualquiera de los tres.

Este martes se registró en la sede de Morena en Xalapa el único aspirante de ese partido (en alianza con el PT y el siniestro PES), Cuitláhuac García Jiménez, quien caminará de nuevo la geografía veracruzana luego de quedar en un muy honroso tercer lugar en los comicios del año pasado, con más de 800 mil votos, y ya avizora que podría atraer la simpatía de más de un millón de votantes el próximo 1 de julio.

El primero fue Miguel Ángel Yunes Márquez, hijo del actual gobernador, quien todavía como alcalde de Boca del Río acudió a las oficinas estatales del PAN el pasado 23 de diciembre a registrarse como único precandidato de la coalición del PAN con el PRD y Movimiento Ciudadano, con la enorme ventaja de que tendrá en su favor el apoyo obsesivo de su padre y todo el aparato estatal, rompiendo con ello las frases demagógicas del mandatario, que no se cansa de repetir que en Veracruz reina la transparencia y la democracia.

Ya veremos cómo se comporta Pepe Yunes a la hora de registrarse. En su registro, Miguel Ángel Yunes Márquez se refirió a sus logros como edil: “En Boca del Río, hemos demostrado que sabemos dar resultados; llegó el momento de hacerlo en todo nuestro estado. Nosotros representamos el verdadero cambio, sigamos por ese camino”. Un cambio por cierto que está muy lejos de lograrse.

Por su parte, Cuitláhuac García Jiménez se comportó como le ha aprendido a su maestro y líder Andrés Manuel López Obrador. Con sobrada soberbia, aseguró que no tiene rivales para la contienda; mientras ve al priista José Yunes Zorrilla como un “candidato perdedor”, al hijo del gobernador, Miguel Ángel Yunes Márquez, lo observa como un “bodoque” que intentará “pelear” por la gubernatura pero no lo logrará.

Un gobernador obsesionado con entregar el estado a su hijo

Lo que queda claro en el panorama de Veracruz es que el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares pondrá todo el aparato de Estado, el esfuerzo de miles de panistas y de empleados y funcionarios contratados por su administración e, incluso, los servicios de los órganos de seguridad pública e impartición de justicia en favor del triunfo de su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez.

Ya lo vimos operar en los comicios municipales, los primeros que le han tocado como gobernador. En ellos prodigó recursos para los candidatos de la alianza PAN-PRD, aún aquellos con antecedentes de relación con grupos criminales, pero en particular para su hijo Fernando, al que hizo alcalde del Puerto de Veracruz  con una ‘votación histórica’, y a quien observa como el tercer Yunes de la familia para lograr un triunvirato de 14 años, como ya nos lo alertó la Presidenta del DIF estatal, quien entre bromas dijo que veía a dos de sus hijos como gobernadores.

También vimos algo que se repetirá con mayor fuerza: la coacción judicial de muchos dirigentes políticos de partidos distintos al suyo, para que se mantengan ya sea en los tribunales o inmovilizados en sus domicilios o exiliados para evitar actos de hostigamiento por parte de la Fiscalía General, ya acostumbrada a dejar en el bote a sus acusados en lo que estos demuestran su inocencia. Además, emprenderá una dura campaña negra contra partidos como Morena, para tratar de quitarle votos.

Ayer mismo vimos cómo Yunes Linares busca evitar que el Partido Nueva Alianza (Panal) concrete la coalición con el PRI para apoyar a Pepe Yunes. En efecto, su trabajo de convencimiento para que la diputada local Miriam Judith González Sheridan renunciara a Morena y apoyara sus propuestas en el Congreso, ha culminado este martes con la petición formal presentada por esta para ser precandidata del Panal ¡a Gobernadora de Veracruz!, copiando con ello las estrategias de Fidel Herrera y Javier Duarte para dividir a los enemigos y atomizar el voto.

Todo el poder y recursos del Gobierno del Estado

En el colmo del cinismo, Miguel Ángel Yunes Linares ha logrado la aprobación, en un Congreso local manipulado, de un presupuesto 2018 pintado de azul. Aunque al presentarlo dijo que “permitirá enfrentar con más recursos algunas demandas populares muy sentidas”, en los hechos todo hace suponer que tienen un sentido estrictamente electoral, al poner énfasis (según él mismo lo dijo) “en un problema grave que vive Veracruz, que es el problema de la pobreza”.

Lo paradójico es que, mientras se incrementa en más del 200 por ciento el presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol estatal), para programas de condicionamiento electoral (voto de pobreza) mediante el reparto masivo de despensas, se reduce en 400 millones de pesos el presupuesto de la Secretaría de Desarrollo Agropecuario, Rural y Pesca (Sedarpa), que tendría más posibilidades de reducir la pobreza mediante proyectos productivos.

Más grave es que, contra su dicho en el primer año, que sirvió de justificación al despido de miles de burócratas, en 2018 esté listo para incrementar en más de 8 mil millones de pesos el gasto corriente. ¿Por qué? Porque, en los hechos, se financiará a un verdadero ejército de operadores electorales bajo el disfraz de trabajadores del Estado.

A partir de este mes, la burocracia de Veracruz aumentará en más de 2 mil 500 nuevos puestos de trabajo, lo que significará un aumento en el pago de salarios y prestaciones laborales de mil 862 millones de pesos. Dichos puestos de trabajo, la mayoría contratos laborales temporales, se concentrarán en la Secretaría de Desarrollo Social (Sedesol) que, de 449 puestos de trabajo pasará a disponer de 1 mil 456 puestos, que le significarán disponer de más de mil operadores, en tanto que la Oficina del Gobernador pasará de 374 puestos de trabajo a 479, es decir, 105 nuevos empleados, se supone que con altos estándares de calificación profesional, que nadie entendería sino para atender las necesidades de la familia Yunes de perpetuarse en el poder.

De hecho, de cada 10 nuevos empleos que crea este año la administración pública, cuatro serán para generar la estructura “administrativa” de la Sedesol, en un año electoral. En cambio, una dependencia importante como la Secretaría de Infraestructura y Obras Públicas (SIOP) perderá 91 plazas administrativas.

Aunque Yunes mencionó la inseguridad como uno de los problemas sociales más sentidos a los que se destinaría el máximo esfuerzo y, se sobreentendería, la mayor disponibilidad de recursos, no se prevé la creación de plazas para policías y, de hecho, la Secretaría de Seguridad Pública disminuirá sus puestos de 12 mil 476 a 12 mil 469.

Es una lástima que el incremento en el presupuesto estatal, que pasó de 103 mil millones de pesos en 2017 a casi 114 mil millones en 2018, se vaya a ir a la basura por la obsesión sucesoria del gobernador del cambio.

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