El 18 de febrero de 2008, tras quitar toda la maleza, arar, sembrar, regar, trabajar durante meses, un grupo de anómalos labriegos acudió a la primera cosecha. Habían recibido una casona en ruinas y algunos muebles que dormitaban en las bodegas de la Universidad Veracruzana, y armados de escobas, jergas, lijas, brochas y otros tantos aperos de labranza, iniciaron la construcción del mundo. Tras meses de fatigoso pero feliz trabajo, acudieron a la inauguración del universo: JazzUV acaba de nacer.

El sueño había empezado cinco años antes, cuando Édgar Dorantes regresó de los Estados Unidos y se encontró en la Facultad de Música con una de esas generaciones a las que alguna conjunción astral rebosa de talento y entusiasmo. Emiliano y Vladimir Coronel, Guillermo Barrón, Yauri Hernández, Alonso Blanco, Alberto Jiménez, Nissiel Ceballos, Alejandro Bustos, Arturo Caraza, Tonatiuh Vázquez, Gustavo Bureau, Mauricio Franco y seguramente algunos otros que no registra mi memoria, habían coincidido en un punto del espacio que habría de marcarlos para siempre. Édgar lo intuyó y los reunió para convidarlos de los conocimientos y la experiencia que había aprehendido en la maestría.

La noticia se dispersó y fueron sumándose más y más cofrades, llegó el momento en el que fueron tantos y de tan diversas procedencias que tuvieron que trasladarse a La Tasca del Cantor. En 2007, el movimiento había rebasado al pianista cordobés, «se volvió imposible que yo fuera el único profesor de jazz -me comentó hace algunos años-; ya había dado las bases a todos, pero hacían falta maestros de instrumento que enseñaran a tocar bien el trombón, bien la trompeta, bien el saxofón, bien la batería, bien el contrabajo, bien la guitarra, bien el canto, etc.». Abrumado, acudió al rector Raúl Arias.

«Yo no salgo de Nueva York sin dos cosas: mi cepillo de dientes y mi pianista», había dicho Paquito D’Rivera, unos meses antes, en la Sala Grande del Teatro del Estado. Alon Yavnai, su pianista de cabecera, no había podido acompañarlo en esa ocasión, sin embargo, le dijo: «no te preocupes, en Xalapa hay un excelente pianista que puede acompañarte, se llama Édgar Dorantes», Arias había asistido a ese concierto y había quedado impresionado con la calidad y la calidez del cordobés, así que no dudó en apoyarlo.

Ofreció la casona y el mobiliario añosos, y autorizó la contratación de tres maestros. «Llamé a Agustín Bernal, Gabriel Puentes y Rey David [Alejandre] -continúa Dorantes- porque sé quiénes son: tres excelentes músicos de jazz que nos podían ayudar. Ya no había chance para más, necesitábamos un profesor de guitarra, otro de saxofón, pero ya no alcanzaba. Entonces, además de ellos tres, Miguelito [Cruz], que ya era Licenciado en Percusiones y es un excelente percusionista de música latina y música africana, no de jazz, pero sí de percusiones afrocaribeñas, se quedó a ayudarme con eso. Aleph [Castañeda] también me apoyó muchísimo con pláticas, él no dio clases al principio, porque estaba Agustín».

Los tres maestros venían cada 15 días y había que cubrir el tiempo de su ausencia. «Entonces -vuelvo a la cita-, me empezaron a ayudar los alumnos de esa generación, ellos todavía estaban aprendiendo, pero la verdad es que son muy brillantes. Empezaron a dar clases Aleph Castañeda, Emiliano Coronel, que apenas tenía 16 años, Gustavo Bureau, Vladimir Coronel, todos ellos. Al segundo año entró Rudyck Vidal, también un personaje importante en la escena. El chiste es que los alumnos de esta generación terminaron siendo los profesores base de JazzUV».

Solo tres años después, en 2011, de aquel sueño emergió una de las instituciones dedicadas al género más serias e importantes del país, el Centro de Estudios de Jazz de la Universidad Veracruzana, organismo que, desde entonces, ofrece la licenciatura en jazz.

Dice Gardel que 20 años no es nada, en la mitad de esa nada, JazzUV ha sabido acomodar montones de cosas, de experiencias, de sabiduría, de gente, de quereres, de sabores, de sinsabores, de vibrante energía, de música… de vida. Y van a celebrarlo de la única manera posible, comulgando docentes y estudiantes en un concierto que se llevará a cabo el miércoles 21 de febrero, a las 19:00 horas, en la Casa del Lago. Más tarde, a las 21:00 horas, se trasladarán a las instalaciones del Centro de Estudios (Úrsulo Galván 30) para continuar el festejo con el ritual más preciado del jazz, la jam session. Mañana daremos los detalles, estén pendientes.

 

VER TAMBIÉN: Concierto de aniversario de JazzUV



CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER