El cine y el jazz son los hermanitos menores de las artes, el primero nació a fines del siglo XIX y el segundo, a principios del XX. Su primera confabulación fue el 6 de octubre de 1927, cuando se estrenó The Jazz Singer, considerada la primera película sonora. 10 años antes, el 7 de marzo de 1917, salía a la luz el primer disco de jazz de la historia, grabado, paradójicamente, por una banda de blancos, la Original Dixieland Jass Band.

Para entonces, sus hermanas —calificadas como bellas— ya eran mayores de edad: teatro, danza, artes plásticas y literatura tenían siglos de andar haciendo de las suyas en el mundo. Pese a la gran diferencia de edad, muy pronto se adaptaron y empezaron a hacer travesuras juntos. En el caso específico de la relación de la literatura y el jazz, desde los años veinte se tomaron de la mano, en esa década, el jazz abanderó el Renacimiento del Harlem, ese movimiento de reivindicación de la cultura negra en cuyas filas militaba el emblemático poeta y novelista Langston Hughes. En esos mismos años, aquí en Xalapa, acogido por el gobernador Heriberto Jara, se asentaba el movimiento estridentista, en cuyas cláusulas estéticas el jazz jugaba un papel toral. Baste un par de ejemplos:

CABARET

(Fragmento)

Salvador Gallardo

El jazz extiende su lecho clandestino
Y teje una maraña de deseos
Una corriente voltaica
Se desprende de la pila de las vértebras
Y vibra en los timbres de los senos.

 

 

LA NOVIA EXTRA

Germán List Arzubide

Ella cruzaba eternamente
Empapada en la nostalgia
De sus orejas sincrónicas
Pertinaz con su sonrisa de rouge…
La calle empapelada de gritos ambulantes
Encaramó el ansia de los letreros
La guillotina de su falda
Cayó sobre la última hora de los taxímetros
Huimos hacia la realidad sintética del jazz.

 

 

Simultáneamente, en España, Ramón Gómez de la Serna escribía: «El jazzbandismo cambia la ilusión del fin del mundo y habréis de saber que cuando llegue su último día no serán trompetas lo que suenen, sino más el enorme jazz, el jazz triturante y resurrectante, a cuyo son caerán las ciudades y se despertarán los muertos…»

El jazz, pues, entabló una relación precoz con la poesía, un prolongado amasiato que ha sido un platillo gourmet para diletantes sibaritas. Desde hace algún tiempo, mes con mes recibo un mail de Antonio Malacara en el que invita a una sesión más de Jazz y poesía, una reunión de tercos admiradores de ambas disciplinas. La semana pasada recibí la invitación a la última sesión de este año que fenece entre grandes esperanzas y titánicos enojos. Para saber más de tan singulares encuentros, tomé el teléfono y marqué su número:

«Eso lo empezamos a hacer desde 2015, empezó porque a los cuates nos gusta la poesía y nos gusta el jazz y nos empezamos a juntar. Uno de los músicos invitados a esa primera reunión fue Alex Mercado y quedó muy contento, no teníamos programada una segunda reunión en una fecha determinada, pero él, textualmente, dijo: «esto significa mucho en la escena del país, vamos a hacerlo otra vez», y se apuntó. En la segunda reunión no solamente se presentó como músico sino que leyó textos suyos, además de pianista, también es buen poeta.

«Originalmente, no tenía nada que ver con un proyecto formal, de hecho, hasta la actualidad no hacemos ningún tipo de publicidad, le avisamos a los cuates directamente, por los correos electrónicos o por teléfono, de la nueva fecha, los decimos cuáles son los grupos que van a tocar y los poetas invitados. Ellos le avisan a sus cuates, van y nos tomamos una copa de vino tinto o de tequila, y cada quien se coopera para que en la siguiente reunión haya nuevamente café o tequila, en fin, es una reunión de amigos.

«Siempre ha sido en la Fundación Sebastián, han ido desde premios nacionales de poesía hasta gente muy joven, como el próximo 8 de diciembre que va a ir una jovencita de 22 años que se llama Aura Sinele, es poeta, bailarina y bibliotecóloga, uno de los nuevos rostros que destacan y militan en la cultura del riesgo. Nos acompañará para leer parte del material incluido en sus libros Cisne (2016) y Difuntos (2017).

«En la parte musical van a estar Dannah Garay, una de las más grandes vocalistas de jazz en estas tierras, en esta ocasión será acompañada por el contrabajo del maestro Jaime Ferrada; también va a estar el quinteto de Jaime Reyes, pianista de altos vuelos admirado y requerido por grandes maestros como Roberto Aymes, Tino Contreras, Luis Ángel Silva Melón y Eliades Ochoa, entre muchos otros.

«Germán Palomares Oviedo, el responsable de las rutas y los conceptos de Horizonte —radiodifusora del Imer especializada en jazz— desde hace cinco años, nos acompañará para presentar y comentar y agilizar la velada.

«No está financiado por ninguna institución ni nada, es una reunión de cuates a la que puede entrar cualquiera que guste del jazz y de la poesía. La cita es el sábado 8 de diciembre, a las siete de la noche, en la Fundación Sebastián (Av. Patriotismo 304, San Pedro de los Pinos, CdMx)».

 

 

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