En su segunda oportunidad para lograr la aprobación ciudadana, Cuitláhuac García Jiménez, quien este domingo recibió su constancia como Gobernador Electo, ha empezado a prefigurar lo que será el tono de su gobierno a partir del primero de diciembre.

De entrada, ha pasado a la historia como el gobernador que más votos ha recibido para llegar al cargo (1 millón 667 mil 239) y, hay que precisarlo, lo ha hecho subido en la ola del tsunami llamado Andrés Manuel López Obrador y su proyecto partidista, Morena, que apenas tiene 4 años de vida.

Gracias a ello, logró vencer al candidato oficialista Miguel Ángel Yunes Márquez quien, si no hubiera habido el impulso del fenómeno nacional que ha hecho presidente al tabasqueño, hubiera arrasado con su 1 millón 453 mil 938 sufragios, una cantidad lograda con innumerables maniobras, presiones, amenazas y la parafernalia pagada con recursos públicos.

Como en 2016, en que enfrentó su primera campaña para gobernador, Cuitláhuac debe enfrentarse al desafío de crear un equipo de trabajo, tanto para el proceso de entrega-recepción como para elaborar el Plan Estatal de Desarrollo y, por supuesto, para gobernar. Cuitláhuac ha sido un lobo estepario. En campaña, caminó prácticamente solo por el estado y, cuando no, lo hizo montado en la campaña de Andrés Manuel.

Desde su primer intento de llegar a Palacio de Gobierno, como periodistas le cuestionamos quiénes serían los personajes que completarían con su historial y experiencia su propuesta de gobierno. No lo hizo. Tampoco en esta ocasión, aunque el argumento esgrimido ha sido válido: Miguel Ángel Yunes Linares habría ido contra ellos, habría encontrado (o inventado) incluso hechos constitutivos de delitos para incluso encarcelarlos, o simplemente los habría denostado aprovechando los medios comprados por su gobierno.

Pero ha llegado la hora de la verdad, y los veracruzanos estarían ansiosos por conocer a quienes invitaría a participar en la tarea de gobernar un estado tan complejo y aquejado por tan graves problemas. Alguien por ahí ha señalado a solo uno de los personajes ligados a Morena que podría integrar la primera línea de mando: el ahora diputado federal electo Rafael Hernández Villalpando para la Secretaría de Gobierno, quien daría lustre a una oficina que con Yunes se ha opacado hasta casi desaparecer en las tinieblas de los albañales, con el exdirigente estatal del PRD, Rogelio Franco Castán.

Cuitláhuac García negó que el originario de Otatitlán, y ex tesorero municipal del ayuntamiento en Mulegé, en el estado de Baja California Norte, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, vaya a ser el próximo secretario de Gobierno.

Es casi seguro que llame a varios universitarios. El problema será el periodo de prueba y acondicionamiento que deban pasar, porque como lo hemos visto en el ayuntamiento de Xalapa, muchos universitarios son expertos en sus temas pero con nula experiencia administrativa.

De entrada, este lunes Cuitláhuac ha afirmado que no esperará imposiciones de la dirigencia nacional de Morena para integrar su gabinete, sino que él escogerá a los hombres y mujeres que le acompañarán en los próximos años. También, que el alcalde xalapeño Hipólito Rodríguez Herrero no pedirá licencia al cargo para sumarse a su equipo de gobierno.

Queda la duda sobre si el dirigente estatal de Morena, Manuel Huerta Ladrón de Guevara, no estará entre los elegidos, luego de que anunciara que antes de noviembre dejará el cargo por el que ha tenido la oportunidad de apoyar las dos campañas a Gobernador, una para alcaldes, la de diputados federales y locales, la de Senadores y la presidencial, donde pese a lo que quisieran atribuirle ha sido el más exitosos de todos, frente a figuras como José de Jesús Mancha Alarcón, del PAN, quien no solo carga con la derrota en los más recientes comicios sino que está manchado con los señalamientos de corrupción y tráfico de influencias, y ya no digamos Américo Zúñiga Martínez, dirigente estatal priista que, como ha dicho el periodista Rafael Pérez Cárdenas, nunca ha ganado una sola elección.

Cuitláhuac, por cierto, ha estado muy activo. Ya visitó al alcalde de Xalapa y luego fue a reunirse con la rectora Sara Ladrón de Guevara, en la Universidad Veracruzana.

Y ha dicho a la prensa sobre el gabinete: “Será hasta noviembre, nadie me ha impuesto nada, nadie, será hasta noviembre”.

Yunes Linares va a postergar la entrega

Mientras el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares se convertía este lunes en una versión duartista, aunque encarnada en la sensación de un poder que no quiere empezar a perder sino hasta noviembre próximo, y amenaza con mantener vivas, en los próximos seis años, las esperanzas (ahora postergadas) de legar a la familia el poder que hoy le ha arrebatado el morenista Cuitláhuac García Jiménez, el gobernador electo se está imponiendo una agenda política más intensa incluso que cuando lo vimos en campaña y ya debió comenzar a analizar perfiles de tantos funcionarios de nivel de secretario hasta director general que deberá nombrar para ponerse a tono con el gobierno federal que iniciará su andadura por las mismas fechas.

El mensaje tardío, y no exento de alusiones negativas, dado el mediodía de este lunes por el gobernador en funciones, un día después de que la autoridad estatal dio por válidas unas elecciones que colocan al “ingeniero García Jiménez” con el mayor triunfo en la historia en términos de resultados en las urnas, ha mostrado al Yunes beligerante, que interpreta la (inmensa) derrota como un logro de su gobierno, como si la calidad democrática de los comicios del domingo 1 de julio no hubiera sido mérito de una ciudadanía que decidió tomar en sus manos el cambio que consideran necesario en la entidad y el país.

“En menos de dos años, Veracruz se ha transformado profundamente. Luchamos por el cambio para alcanzar la democracia. En 2016, los electores votaron por la alternancia, por el cambio, y exigieron democracia. Hoy vivimos en plenitud democrática. Con el cambio vino la democracia. Ése fue uno de los compromisos; cumplimos. Lo logramos”, dijo Yunes en el recinto de la antigua Legislatura local, en Palacio de Gobierno, con un tono casi victorioso, rodeado de sus funcionarios y frente a periodistas, como si Veracruz hubiera sido creado a partir de que él apareció en la Plaza Lerdo para festejar su triunfo, y creyó que a partir de ese momento los veracruzanos le habían firmado su apoyo a perpetuidad a él, a su familia y a su partido.

“Las elecciones no pueden ser enfrentamiento permanente, ni avasallamiento antidemocrático. Reconocer los resultados es propio de demócratas. No se vale sólo reconocer triunfos y no aceptar derrotas. Lo importante no es quien obtenga la mayoría, lo importante es que le vaya bien a Veracruz y a México”, dijo en el recinto. Pocos le creyeron. Pese a que desde la noche del mismo día de los comicios la autoridad electoral confirmó tendencias irreversibles del triunfo de Morena y que en el curso de la semana el OPLE dio a conocer los resultados definitivos, Yunes Linares se había negado a reconocer estos hechos hasta que se diera la constancia de Gobernador Electo al “ingeniero García Jiménez”.

El problema, como con Duarte a la hora de entregarle el poder e, incluso, peor, porque en aquel momento el sustituto Flavino Ríos le entregó la Sefiplan en la persona de Clementina Guerrero García, es que postergará –contra la reforma que él impuso en el Congreso para adelantar los trabajos de transición, pensando que quien ganaría sería su hijo– el proceso de entrega-recepción del gobierno veracruzano hasta noviembre, dejando solo un mes para un tránsito que requiere un análisis serio y profundo de cómo deja las cosas el que se va.

Para colmo, Yunes lanzó su advertencia: “La historia no termina, la historia nunca concluye, la historia no se escribe en un día y en un solo acto; hay mucho por hacer, hay mucha historia que construir en Veracruz. Que quede claro: la lucha sigue”.

No era posible pensar que Yunes se irá a su casa del estero el primero de diciembre ni que Miguel Ángel Yunes Márquez no pensara en hacer lo mismo que su padre, ir una vez y otra hasta lograrlo, como ocurrió con Andrés Manuel López Obrador y con el propio Cuitláhuac. Habrá que ver si contarán con partido, el lugar donde ellos emprenderán la siguiente batalla: quedárselo en su poder.

 

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