Los taxistas en Xalapa se han convertido en una plaga bíblica. La corrupción de los gobiernos estatales, desde Fidel Herrera Beltrán y Javier Duarte de Ochoa, permitió el masivo otorgamiento de concesiones y, gracias a ello, todas las calles y avenidas de la ciudad están atestadas de ellos, la desesperación de los conductores por lograr sus cuotas diarias genera infinidad de accidentes viales, actúan violentamente contra los demás automovilistas y muchos son potenciales violadores o miembros de bandas delictivas.

El supuesto programa de reordenamiento del servicio de transporte público en su modalidad de taxis, implementado por el gobierno de Miguel Ángel Yunes Linares supuestamente para evitar abusos y delitos mediante taxis, fue exclusivamente una medida recaudatoria, que dejó mucho dinero para las actividades electorales del hijo mayor.

Donde más se observa el poder de este gremio, donde más se sufre el caos que representan y la violencia con que actúan es en la Central de Autobuses de Xalapa (CAXA) que, de ser una terminal modélica a nivel nacional, se ha convertido en un verdadero infierno para los usuarios de las líneas camioneras, los turistas, los xalapeños que llevan o recogen a sus familiares y los automovilistas. Y es que la afectación hace tiempo que invade la avenida Veinte de Noviembre y, cuando escalan sus protestas, bloquean la avenida Lázaro Cárdenas, impidiendo el paso de todo el tráfico de la ciudad y el de paso, además de la entrada y salida de autobuses de la terminal.

Este jueves (y amenazan con hacerlo el viernes) un escaso grupo de taxistas, inconformes porque no tienen derecho a recoger pasajeros en el interior de CAXA, cerraron los pasos de entrada y de salida, lo que obligó a varios pasajeros a recorrer el tramo entre la avenida y el edificio terminal a pie, con todo y maletas, y a los vehículos que estaban dentro del área pública de CAXA a convertir las vialidades internas en un enorme estacionamiento.

¿Qué hacen las autoridades estatales de Transporte Público y qué han dejado de hacer los elementos que pertenecían a la desaparecida Policía Federal, que han dejado prácticamente indefensa a la CAXA? ¿Qué ha hecho la empresa propietaria de la central camionera?

El actual gobierno estatal, como el anterior, ha dejado que el problema crezca y, en la misma medida, aumente la desesperación de los usuarios de la terminal así como de los demás automovilistas que deben transitar en su entorno.

Y es que lo ocurrido este jueves con el bloqueo de esbirros de alguna organización de ruleteros sucede cotidianamente. No hay espacio para el tránsito de los particulares, los taxistas de todo tipo han convertido las vialidades internas en un sitio de taxis que agobia la circulación y amenaza con convertir el lugar en coto de delincuentes.

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¿Cómo es que hemos llegado a eso?

Es obvio que el problema ha crecido por la inoperancia de la Secretaría de Seguridad Pública, no solo porque de ella dependen las áreas de Tránsito y Transporte Público, sino porque deberían ser permanentes guardianes de la paz social y garantes del derecho de los ciudadanos, cuya movilidad tanto dentro como fuera de la Central de Autobuses de Xalapa (CAXA) ha sido duramente afectada.

El problema se ha radicalizado a tales niveles que pronto será prácticamente imposible resolverlo.

Y es que no se ha respetado la exclusividad de los taxis controlados, que pagan una cuota mensual a la empresa que administra CAXA, lo que les da permiso para levantar pasajeros en su interior mediante el cobro (más elevado, por supuesto) de una cuota prefijada a los usuarios.

Ya sabemos que dentro de la terminal también pueden recoger pasajeros los radiotaxis, que en general solo entran a dejarlos; sin embargo, cuando un usuario solicita una unidad a una de las centrales telefónicas que los controlan para que lo recojan dentro de la terminal, debe avisar al área de seguridad de CAXA, proporcionando el número económico de la unidad y la empresa de radiotaxi que lo ha enviado.

Los demás solo pueden llevar a los usuarios y de inmediato salir del área federal. Tales con los casos de los taxis libres (que no son controlados ni radiotaxis) que si bien están autorizados para entrar a dejar pasajeros, no pueden mantenerse dentro del área de la terminal obstruyendo las reducidas vías de acceso y desahogo de automóviles, ni mucho menos levantar pasajeros; y los taxis “piratas”, ilegales, no autorizados para ofrecer el servicio de taxi en ningún sitio de la ciudad y que, en la práctica, incurren en una ilegalidad.

Pese a ello, tanto los piratas como los libres, ante la carencia de permisos legales, son los que están presionando a las autoridades y a la administración de la terminal de autobuses para que puedan recoger pasajeros e, incluso, mantenerse todo el tiempo que quieran, imposibilitando el tráfico normal; hace tiempo que recurren a la violencia, obstruyen el área de espera y ofrecen sus servicios con similares tarifas a las que imponen los taxis controlados, con la diferencia de que no pagan cuota a la empresa administradora de CAXA ni son seguros.

¿En qué momento actuarán las autoridades estatales y federales para evitar que un grupo ilegal de trabajadores del volante afecten a los xalapeños y taxistas que se mueven a la capital veracruzana por medio de autobuses de pasajeros?

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Las calles y avenidas de la ciudad, a punto del colapso

A lo intrincado de la orografía, el espacio reducido de sus calles y avenidas, la ausencia de circuitos que permitan el desfogue de la circulación vehicular y la proliferación de empresas de transporte urbano que saturan rutas con vehículos enormes, la ciudad se ha llenado de todo tipo de vehículos que convierten las horas pico en verdaderos vía crucis para todos.

Es tan grave el tamaño del parque vehicular que, como en el efecto mariposa, si hay un choque o un bloqueo frente a la Plaza Américas, los efectos de embotellamientos se agudizan en el acceso de la carretera a Coatepec e, incluso, frente a Sefiplan.

Dos cifras resumen su dimensión. En una sola década, de 2000 a 2010, los autos privados con registro en la ciudad pasaron de 50 mil a 113 mil. Hoy, hay más de 150 mil vehículos en una ciudad de 700 mil habitantes. Alrededor de 60 avenidas concentran el mayor tráfico vehicular, incluyendo la circulación de las rutas de transporte público que atraviesan una encima de otra por las calles, y generan más de 100 “nudos” de conflicto.

Entre más parque vehicular, más necesario es hacer vías de comunicación, y entre más existan, menos serán los espacios públicos naturales. A costa de las áreas verdes, la mancha urbana de Xalapa creció en seis décadas 700 por ciento; hoy, la superficie verde de la ciudad representa menos del 6 por ciento de su extensión, y el bosque de niebla que queda en Xalapa no rebasa las 50 hectáreas, muy por debajo de los nueve metros cuadrados de áreas verdes por habitante que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS). De continuar esta tendencia, en 10 años más la mayoría de los remanentes de bosque de niebla de Xalapa habrán desaparecido.

Y todo para que sea ocupado por abusivos taxistas como los que ya han convertido a la Central de Autobuses en un órgano prácticamente inservible para sus propósitos originales.

En Martínez de la Torre, los De la Torre quieren tener la ciudad

Este jueves estuvo movidito el boulevard Rafael Martínez de la Torre en Martínez de la Torre porque Marco Antonio de la Torre, hijo del empresario y presidente panista Cenobio de la Torre y sobrino del alcalde panista José de la Torre se quiso dar en la torre con los de la Fuerza Civil.

El juego de palabras es molesto, cacofónico, indeseable en toda redacción que se respete. El problema, sin embargo, va más allá de la escritura. Tiene que ver con la forma en que una familia, cuya cabeza, Pepe de la Torre, cumplirá su tercer periodo al frente del ayuntamiento (10 años en total), con pequeños descansos en que los candidatos han sido su esposa y su hermano Chobo (ambos perdedores), y cree que este municipio lo tiene patentado a su nombre.

Mire usted: este jueves casi al mediodía, el muchacho del que hablamos iba con los cristales arriba, disfrutando del potente enfriador de su Porsche rojo, acompañado de un amigo. En el bulevar le indicaron que se detuviera para revisión por elementos de Fuerza Civil y Policía Municipal. En desacato a la autoridad, se sintió influyente y se fue de largo, pero más adelante fue detenido por los policías.

Detuvo la marcha y apagó el motor; por casi dos horas se mantuvo con su amigo dentro del auto, con los cristales arriba. Ahí llegó su padre Cenobio de la Torre, empresario fuerte en la rama de materiales para la construcción y presidente del PAN municipal, tratando de negociar para que dejaran libre a su polluelo.

Como no lo logró, mandó a traer camionetas que usa en su empresa para bloquear la avenida, si bien tuvo que retirarlas porque la cosa empeoró: alrededor de 10 patrullas (con sus respectivos elementos) se movilizaron hasta el sitio para dar una muestra de fuerza; ahí había de la Marina, de la Policía Militar, de la Guardia Nacional, de Fuerza Civil, de la policía municipal. Parecían los preparativos de un desfile policiaco en una ciudad que sigue estando afectada por el crimen organizado.

Cerca, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez encabezaba una de sus reuniones de análisis sobre la violencia y la paz en las instalaciones militares. Al final, el miembro de la familia De la Torre y su acompañante decidieron ceder y fueron detenidos.

Lo interesante es que se creen intocables e infalibles. Ya veremos si la razón de la cerrazón es que llevaban en el auto algo que podría implicarlos en algún delito del fuero común o federal. Ya veremos.

Frases sin disfraces

“Ningún hombre digno pedirá que se le agradezca aquello que nada le cuesta”. Terencio

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