• «La adolescencia es el momento en que los chicos necesitan contención, necesitan quien los guíe con respeto»: ARE.
  • «Si te rindes en el momento más fuerte que es la adolescencia y lo sueltas, tendrás malos resultados»: ARE.

Alejandra Ruiz Esparza Salazar desempeña su trabajo con energía y entusiasmo, por lo que nadie pensaría que lleva 30 años laborando como docente y orientadora en el nivel de educación secundaria desde la Coordinación de Servicios Educativos Complementarios de la Secundaria Técnica 122 de Xalapa.

La maestra Alejandra, como se dirigen a ella con cariño sus colegas, estudiantes y padres de familia, es psicóloga, con maestría en psicoterapia Gestalt y en algún momento de su historia pensó en ser bailarina o antropóloga. Pasiones, estas últimas, que no abandona y que la siguen acompañando como el «telón de fondo» que enriquece su vida, pero consciente de que ayudar le da gran satisfacción, decidió dedicar su vida laboral a acompañar y orientar a los jóvenes en su tránsito por ese camino incierto que es la adolescencia.

Platiqué con la maestra Alejandra para que, desde su experiencia, nos contara un poco sobre cómo enfrentan los adolescentes de hoy los problemas nacionales como la escalada de la violencia y el tráfico de drogas, así como problemáticas propias de la etapa.

Por su oficina han desfilado generaciones y generaciones de adolescentes, ¿qué cambios han detectado entre ellas?

De 15 años para acá, se han acelerado algunas problemáticas. Antes, los adolescentes estaban un poco más estables, dentro de la inestabilidad de la etapa, pero el adolescente de hoy está viviendo un fenómeno muy complejo. Por un lado, tenemos padres que trabajan todo el día, lo que les impide atender a sus hijos. Incluso, hay padres que dejan encargados a sus niños con algún familiar y se van a trabajar a otra ciudad. O tenemos matrimonios que se deshacen y los padres divorciados vuelven a hacer parejas, pero no se llevan a sus hijos sino que los dejan con un tercero: con la abuela o la madrina.

¿Y por el otro?

A esa problemática le agregamos todo lo que los jóvenes ven en las redes y en los medios de comunicación, como pornografía y modas extranjeras que quieren imitar. Lo que los lleva a iniciar su vida sexual más temprano, por ejemplo. Y los padres no están enterados de lo que sus hijos están consumiendo en las redes.

¿Qué hay de las drogas?

Cada vez hay mayor facilidad para que los jóvenes consigan cualquier tipo de droga. Somos paso de este tipo de sustancias hacia los Estados Unidos. Antes cuidábamos que los chicos no consumieran tíner, medicamentos, cosas que podían encontrarse en casa, pero ahora estamos hablando de cocaína, marihuana.

¿Este panorama de violencia, guerra entre carteles de la droga y corrupción han hecho más vulnerables a estas generaciones de jóvenes?

Yo creo que en ese contexto todos somos vulnerables, pero los chicos, a diferencia de los adultos, dependen de la familia. Ellos no pueden decidir irse de un barrio, de un país, deben padecer, a veces, una familia que no es estable, así como problemáticas del mismo país: violencia, drogas.

Me decía que entre las niñas uno de los más graves problemas es que siguen siendo mujeres programadas para competir y atacarse.

Así es, no nos hemos librado de esa educación machista desde la que se cría a las niñas para convertirse en objetos y a los niños para ser consumidores de esos objetos. En la escuela, los jóvenes se expresan de las compañeras como la vieja, la tipa. Eso me sorprende y me enoja, pero lo más lamentable es que las niñas reciban comentarios violentos como: tú no me gustas, tú no estás buena, estás fea, y las niñas no solo lo soportan sino que se defienden con frases como: veme yo tengo esto o estoy mejor; es decir, las alumnas están en ese mismo terreno de la mujer objeto. Es difícil luchar con eso cuando todavía hay familias que fomentan este tipo de educación.

Tal vez no sea toda la culpa de las familias que crían a los niños y niñas, sino de los medios de comunicación donde se siguen fomentando esas imágenes de la mujer.

La tecnología ha permitido otro tipo de violencia de género. Porque si bien esta educación se ha fomentado siempre, ahora es más visible, pues suben videos en los que se exponen a las niñas y eso se vuelve masivo. En esa área no hemos mejorado. Tenemos que seguir trabajando, pero la escuela no puede hacerlo todo.

¿Cómo podríamos cambiar esa cultura en la que las niñas se ven como enemigas?

Yo siempre le he apostado a la comunicación. Puedo decir, con mucho orgullo, que así lo hice con mis hijos y, aunque son muy diferentes entre ellos, creo que la comunicación ha funcionado. Porque puedes estar de acuerdo o no con tus hijos, pero tienes que comunicarte, para que ellos te puedan decir qué es lo que les está pasando. A través de la comunicación puedes opinar, orientar, ir dándole forma a sus problemas, ejercer el respeto y también tienes que aceptar que hay aspectos en los que no puedes intervenir.

Hay papás que imponen.

Eso puede funcionar, pero solo un poco. Yo creo que comunicándote, tal vez te equivoques, pero logras más que queriendo imponer. Cuando te impones, en realidad, los chicos no tienen introyectado eso que tú quieres transmitirles para que lo hagan en su vida. Debes tratar de que tu hijo entienda tus porqués y las consecuencias de tal o cual actitud; de tal manera que él o ella tome la decisión que tú quieres porque está convencido de que es lo mejor para él o ella.

Dicen que se educa también con el ejemplo.

El ejemplo es poderoso. Si tú le dices a tu hija no dejes que te maltraten, pero tú te dejas maltratar… Yo siempre les he dicho a los papás: aprendamos a escuchar y a callarnos un ratito, porque lo primero que nos sale es corregir, enjuiciar y entonces el niño ya no se va a acercar. Tenemos que abrir esa puerta de comunicación para poderlo acompañar en un crecimiento que es de los dos, porque tú también vas aprendiendo a resolver.

Acabo de escuchar que le recomendó a los padres no rendirse

Desde la escuela invito a los papás a que se informen, porque cuando entiendes qué es la adolescencia, te sientes un poco menos frustrado, pues si no, piensas que es el niño contra ti. Tienes que ver que tu hijo te necesita y te quiere aunque te diga las cosas más horrorosas, pero le frustra que no hagas lo que él quiere.

La adolescencia es una etapa que pasa.

Claro. Cuando crecen, comienzas a cosechar lo que sembraste. Pero si te desesperas, si te rindes en el momento más fuerte, que es la adolescencia, y lo sueltas, tendrás malos resultados. Porque la adolescencia es el momento en el que los chicos necesitan contención, necesitan quien los guíe con respeto.

¿Qué tiene su trabajo que la hace seguir con esa energía y fuerza, como si tuviera dos meses en el puesto?

(Risas) Yo siento que fue como un sueño, pasó muy rápido. Me gusta tratar con la gente, me gusta apoyar, pero tuve que estudiar para darme cuenta que apoyar y ayudar no es, necesariamente, resolverle los problemas a las personas. Ni puedes resolver todo ni debes resolver todo. Las personas son las que tienen que hacer conciencia de su proceso y de lo que deben cambiar o hacer.

¿Cuáles son los mayores retos de su trabajo?

El reto es irse actualizando en muchos sentidos. No puedes ser el mismo profesionista que cuando comenzaste, el mundo va rápido y tienes que ser dinámico. Actualmente, con tantos organismos, tantas leyes, tenemos que abordar las problemáticas con una nueva perspectiva. Antes le podías decir claramente al padre de familia lo que estaba pasando, pero ahora te pueden regresar con una demanda. Porque, a veces, los padres no pueden con los muchachos y si les dices: tú hijo está consumiendo drogas, buscan un culpable, pero no voltean la mirada hacia adentro, hacia ellos mismos.

¿Algo más que desee compartirnos?

Solo decir que tienes que amar lo que haces, porque si te gusta lo que haces, nunca te vas a cansar, no te vas a aburrir y siempre vas a estar buscando cómo mejorar tu trabajo. Hay gente que tiene treinta años trabajando en algo que no le gusta y eso debe ser horroroso. Por eso les digo a los alumnos que tienen que amar lo que hacen, que les apasione lo que elijan.