Antes de venir el pasado viernes como representante del presidente Enrique Peña Nieto a inaugurar los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe, el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, tenía confirmado asistir a Veracruz el martes 21 de octubre para dar el banderazo a la nueva Fuerza Civil del estado, motivo por el cual la fecha del evento se tuvo que posponer en más de una ocasión para ajustarlo a la agenda del alto funcionario federal.

Sin embargo, de última hora, Osorio Chong canceló su viaje a tierras veracruzanas por supuestas órdenes de Peña Nieto, quien el día anterior, lunes 20 de octubre, había presidido en Poza Rica un acto masivo para relanzar el programa “Sin Hambre Veracruz Prospera”, organizado por la Secretaría de Desarrollo Social. En su lugar, el titular de la SEGOB envió a Monte Alejandro Rubido García, comisionado nacional de Seguridad, mientras que la representación del Presidente de la República recayó en el secretario de Marina, Vidal Francisco Soberón Sanz.

¿Por qué no vino en esa ocasión el principal operador político del presidente Peña a Veracruz? En su momento corrieron varias versiones, pero la más verosímil fue que ante la crisis detonada en Guerrero por la desaparición de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa, el hidalguense, por instrucciones de su jefe, se disculpó por no acudir a este acto meramente propagandístico para concentrarse en el conflicto guerrerense.

En efecto, dos días después, el jueves 23 de octubre el gobernador Ángel Aguirre, contra su voluntad, fue persuadido para separarse de manera definitiva de su cargo. El renuente mandatario, de filiación perredista, habría sido convencido de separarse de la gubernatura tras ser advertido de la supuesta existencia de un grueso expediente armado en su contra por la Secretaría de Gobernación.

Sin embargo, a más de 25 días de la renuncia de Aguirre, la crisis política en Guerrero no sólo se agravó sino que se expandió a otras entidades del país, entre ellas Veracruz, donde últimamente han menudeado los paros y las manifestaciones estudiantiles así como algunos actos de grupos vandálicos que han sido reprobados por diversos sectores de la sociedad.

Peor aún, las figuras de Peña Nieto y de su gobierno se han sumido todavía más en el descrédito tanto en México como en el extranjero debido a que ahora la irritación popular se ha multiplicado tras el escándalo de la fastuosa residencia atribuida a la esposa del mandatario mexicano, una propiedad valuada en 86 millones de pesos y en cuya sospechosa operación inmobiliaria han sido implicados la empresa Televisa y Juan Armando Hinojosa Cantú, uno de los constructores más favorecidos con obras y contratos públicos desde que el Presidente de la República gobernó el Estado de México.

Ayer, en un texto titulado “México, reformas sobre bases endebles”, el periodista de origen argentino Andrés Oppenheimer –editor para América Latina y columnista de The Miami Herald; analista político de CNN en Español y conductor del programa de televisión “Oppenheimer Presenta”, quien fue seleccionado por el Forbes Media Guide como uno de los “500 periodistas más importantes” de Estados Unidos, y por la revista “Poder” como uno de las 100 figuras “más poderosas” de Latinoamérica– refería que “hace apenas unos pocos meses, el presidente Enrique Peña Nieto recibía en Nueva York la distinción de ‘Estadista del año’, y sus audaces reformas energéticas, educativa y de telecomunicaciones eran celebradas por los medios internacionales como el comienzo del ‘Momento de México’, que impulsaría rápidamente a este país hacia el Primer Mundo”.

“Pero de pronto –apunta Oppenheimer–, aunque la economía de México está creciendo más que las de Venezuela, Argentina o Brasil, ha salido a la superficie el enojo colectivo por la violencia endémica del país y por una serie de nuevos escándalos de aparente corrupción política”. Y al final advierte que “México está viviendo un clima de descontento social que puede afectar la confianza interna y externa en el país, en un momento en que el desplome de los precios del petróleo ya está amenazando con disminuir la avalancha de inversiones extranjeras que el gobierno espera recibir como resultado de su reforma energética.

“Las reformas de energía, educación y otras lideradas por Peña Nieto son en general positivas, pero han sido edificadas sobre bases endebles. Es como construir un edificio sobre un pantano, porque no van a llegar inversiones masivas a un país donde se adjudican contratos gigantes con licitaciones cuestionables, y donde las autoridades locales están acostumbradas a actuar por fuera de la ley con total impunidad.

“Es hora de que Peña Nieto se concentre en la madre de todas las reformas: convertir a México en un país con una división efectiva de poderes, donde se haga cumplir la ley.”

Pero la gran pregunta es si el mexiquense podrá hacerlo con este gabinete en el que dos de sus principales aliados en la sucesión presidencial de 2012, cabezas del llamado Grupo Hidalgo, no advirtieron ni actuaron a tiempo en Guerrero a pesar de que la SEGOB y la PGR fueron alertadas desde un año antes de los vínculos criminales del ex alcalde de Iguala y de su esposa con el cártel de los Guerreros Unidos, a cuyos sicarios fueron entregados por la policía municipal los 43 normalistas que hasta ahora siguen sin aparecer vivos ni muertos.