Demografía

La vejez  tiene un efecto profundo en la sociedad y debe de recibir cada vez más y mejor atención. La oportunidad de envejecimiento, es un reflejo del éxito del proceso del desarrollo humano, ya que debido al avance en los conocimientos y las tecnologías, existe una menor mortalidad, lo que permite una mayor longevidad, siendo esto una oportunidad de vida para acumular más años de existencia o sobrevivencia, incrementando la expectativa de vida.

El proceso de envejecimiento, ofrece nuevas oportunidades en la participación activa de estas generaciones o grupos etarios en la economía, ya que experiencia y conocimiento, son trascendentes para el desarrollo y la generación de expectativas de crecimiento económico colectivo. Siempre que estas sean dinámicas, activas, organizadas en su conjunto, con propuestas de utilidad intelectual o desempeño productivo acorde a sus condiciones físicas.

De Acuerdo a datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): el proceso de envejecimiento de las poblaciones, será y es el reto de las sociedades, que deberán recibir cada vez más atención, para lo cual los gobiernos deben formular políticas en donde se consideren estrategias de protección y producción  económica, para que los individuos cuenten con la capacidad de disponer de forma independiente, una cierta cantidad de recursos regulares y en montos suficientes para asegurar una buena calidad de vida.

La situación económica, esta determinada por su poder adquisitivo; pudiendo este provenir de diversas fuentes, como: el trabajo, ahorros, herencias, rentas, jubilaciones, o pensiones, entre otros.

Obedeciendo esto, directamente al nivel y tipo de consumo. Lo cual depende de la edad, el estado de salud, y de cuantos servicios corran a cuenta del Estado a través de servicios gratuitos o de subsidios. Estos determinantes económicos, se evalúan a partir de los ingresos o de los bienes de los individuos que componen el grupo de personas mayores en relación con otros grupos de edad.

El aumento de la esperanza de vida y la reducción de la fertilidad, son factores clave que han impulsado he impulsan  la transición demográfica.

La distribución por edades de la población mundial, esta cursando por una profunda transformación. Lo que ha permitido que la distribución se ha ido modificando gradualmente a favor de las más avanzadas.

Es por lógica natural, que los programas gubernamentales, deben de considerar dentro de las estructuras, organismos que permitan la atención y desarrollo de estos grupos, y prever sobre todo, el deterioro físico-cognitivo, con programas que brinden la oportunidad de una inducción y preparación del ser humano, así como de infraestructuras urbanas y espacios para el desarrollo laboral del adulto mayor, lo cual, es ya, urgente de establecer. Por ello la importancia del  Instituto Nacional de Geriatría, que no tiene una dinámica acorde con el crecimiento poblacional de edades avanzadas, y que se limita a realizar algunos estudios y a emitir una que otra publicación sin acciones concretas en los hechos que beneficien la atención global de estos grupos poblacionales de trascendental importancia para la economía y el desarrollo. La entidades federativas debieran crear los Institutos de Gerontología, que se encarguen de generar propuestas y acciones tangibles, como la ocupación  y aprovechameinto de estas experiencias.

Los estudios, económicos y sociales de la ONU, refieren que la transición demográfica tiene tres etapas. En la primera, la distribución por edades, se rejuvenece poblacionalmente a medida que aumenta la proporción de niños, como consecuencia del aumento de la supervivencia en los primeros años. En la segunda, que es el resultado, de reducciones en la fecundidad, la proporción de niños empieza a disminuir en tanto que aumenta la de adultos en edad laboral. En la tercera, a la que normalmente se llega, después de un largo período de descenso de la fertilidad y la   mortalidad , tanto la proporción de niños como la de adultos, disminuyen, y aumenta las de mayor edad.

El envejecimiento es un proceso que inicia desde la infancia, y que se encamina con una mayor expectativa de vida hacia la vejez. La vejez, la interpretamos como el estado límite de la existencia. La etapa de mayor probabilidad de deterioro, físico o cognitivo. Si no se adecuan a cada etapa, procedimientos para preservar  la inteligencia mental y la memoria quinética, se producen efectos que limitan la existencia misma.  Para ello es importante y recomendable, recurrir al aprendizaje permanente y salir de las rutinas, otorgando al cerebro los dispositivos de búsqueda permanente, para encontrarse en condiciones físicas y psíquicas para la autosuficiencia.

Los estudios de los demógrafos demuestran que la humanidad se encuentra en una etapa de evolución, en la que se esta produciendo un envejecimiento de la población, que se explica, porque las distintas sociedades están acercándose a la transición demográfica, esta transición se va difiriendo en diferentes etapas, que van encausadas hacia una etapa de estabilidad demográfica. La transición se ha producido primero en los países desarrollados, acomodándose el menor número de nacimientos al menor número de defunciones. En los países en donde existe “explosión demográfica” se ha producido el descenso de la tasa de mortalidad, pero no se registra un descenso de la tasa de natalidad. México, se encuentra inmerso en esa transición demográfica, pero se observa ya un marcado crecimiento de la población adulta, y hasta el momento, las propuestas y programas de gobierno no han atendido con interés la formación o establecimiento de acciones para enfrentar la atención convincente a los adultos mayores con enfoque de la pro-actividad, todo se reduce a la conmiseración de una supuesta o aparente atención social.

De Fernando Vallejo

“Durante los veintiséis años del pontificado del polaco Karol Wojtyla (más conocido como Juan Pablo II), la población mundial aumentó en dos mil millones. A una cifra tal había llegado nuestra especie en 1930, después de millones de años de existencia sobre la Tierra. Nadie más responsable de ese aumento desmesurado que él, que anduvo por ciento treinta países de los cinco continentes predicando contra el control natal, llamándose defensor de la vida porque defendía un óvulo fecundado por un espermatozoide, el zigoto, que tiene el tamaño de una amiba. Hoy somos siete mil millones y el daño hecho es irreparable. Esta es la última de las más grandes infamias de la iglesia. Las ocho cruzadas que devastaron la llamada Tierra Santa, el exterminio de las civilizaciones indígenas de América, la oposición a la libertad de conciencia y de palabra y a todo avance de la ciencia, la cohonestación de la esclavitud, la degradación de la mujer, la Inquisición, he ahí otras, a las que hay que sumarles su indiferencia ante la suerte desventurada de los animales. Los albigenses, a quienes el papa Inocencio III, el hombre más poderoso de su tiempo, exterminó porque le enrostraban sus riquezas, llamaron a la iglesia de Roma <la puta de Babilonia>, tomando la expresión del Apocalipsis. Dos milenios lleva delinquiendo, impune, abusando de la credibilidad del rebaño y gozando de su impúdica riqueza. La puta de Babilonia, por lo pronto, le levanta el sumario de sus más grandes crímenes, cuestionando de paso la existencia de un Ser Supremo que de existir los ha permitido, sin que haya servido hasta ahora en lo más mínimo el sacrificio de su único Hijo.”