La (in)vialidad en Xalapa es un problema que agobia a conductores y pasajeros de todas las categorías posibles, es cierto.

Pero no menos cierto resulta que es un problema que no termina cuando alguien, ¡por fin!, llega a su destino, porque ahí viene otro dilema tan complejo como el de la circulación: dónde estacionar el carro. Y la falta de espacios no solamente afecta al centro de la ciudad, sino que prácticamente se extiende por toda la ciudad, por todos los centros de trabajo, junto a las escuelas, alrededor de los lugares de entretenimiento y/o esparcimiento.

(Cuenta una leyenda urbana xalapeña que cierto día un señor llegó en su vehículo, aunque solo, a un motel. Entró y pidió el servicio de un cuarto. Extrañado, el encargado -después de pensar rápidamente en todas las variables de lo que podría hacer un hombre solo en un cuarto de lo que Catón llama “lugares de pago por evento”- le preguntó si pensaba usar el cuarto sin una pareja a modo, a lo que el otro le respondió que pagaría por el servicio, pero que a él lo único que le interesaba era un lugar donde poder detener su coche, y descansar un rato de manejar, pues llevaba varias horas sin encontrar un lugar donde estacionarse.)

Aparcar en alguna calle del centro es imposible siempre. Entre semana y en horas laborables, los empleados y los dueños de las tiendas comerciales, los burócratas y los funcionarios de Gobierno toman a mansalva cualquier cajón vacío, y lo ocupan durante toda la jornada. Y los domingos y días festivos están ocupados también por padres de familia que llevan a sus hijos a pasear, o por personas que ocupan el feriado para ir de compras.

La única posibilidad, y hasta eso relativa, es resignarse a gastar algunos o muchos pesos en alguno de los estacionamientos, que también son escasos y muchas veces están llenos.

Y en los alrededores la cosa es igual o peor: trate usted de dejar su vehículo en la Secretaría de Educación; trate usted de encontrar un lugarcito en los alrededores de la Secretaría de Finanzas; busque si es valiente un espacio por el rumbo de la Comisión Federal de Electricidad y el mercado Los Sauces; atrévase a tentar a la fortuna con un lugar en la avenida 20 de Noviembre… o sobre Américas… o por la Legislatura… o en la zona universitaria.

La situación es tan grave, que ya es urgente un programa especial de construcción de espacios de estacionamiento, que además debería significaría un gran negocio, por la enorme demanda que hay en esta tan hermosa cuan sufrida ciudad.

Mi mujer, que es la que aporta la cordura y la mayoría de las buenas ideas en mi casa, ha insistido desde hace años que es viable un programa de construcción de estacionamientos que se realice desde el propio Ayuntamiento capitalino.

—Un edificio de ese tipo es mucho más económico que uno de departamentos o de oficinas —me explica— porque solamente se tiene que construir la estructura.

El financiamiento —me dijo… (continuará)

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