El ciclo de pláticas Música y Literatura que imparte Guillermo Cuevas en la USBI es un portento de la erudición, las imbricaciones de Eduard Mörike y Mozart, Charlie Parker y Julio Cortázar, Goethe y Beethoven y muchos otros maridajes de música y literatura son desmenuzados, en letra y pauta, hasta desenmarañar sus más íntimos misterios.

La sesión del pasado 23 de agosto giró en torno al poema De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios, del poeta veracruzano Francisco Hernández, tema que será abordado nuevamente el miércoles 6 y el viernes 8 de septiembre, a las 10:00 y 17:00 horas, respectivamente pero ahora con la presencia del autor en sendas mesas redondas en las que se profundizará sobre las obras nuestro paisano y del músico alemán.

En una entrevista con El Universal, la modestia de Hernández lo llevó a proferir: «simplemente, lo que hago es poesía en grado de tentativa (…) dudo muy seguido ser poeta». Esa «tentativa» lo ha llevado a obtener los premios Nacional de Poesía Aguascalientes (1982), Carlos Pellicer (1993), Xavier Villaurrutia (1994), Jaime Sabines (2005), Ramón López Velarde (2008), Mazatlán de Literatura(2010), Nacional de Ciencias y Artes en el área de Lingüística y Literatura ( 2012) y la Medalla Bellas Artes el año pasado (2016).

«Los temas abordados en su obra –escribe alguien de manera anónima en Wikipedia– son el desencanto por el mundo, el amor-erotismo y la violencia, sobre todo, además del tiempo, la muerte, la palabra y, más raramente, la poesía. Estos temas se articulan por medio de motivos recurrentes en la obra: agua (mar, lluvia, río), sueño-enfermedad (delirio), cuerpo-mujer, el viaje, la luz. También pueden destacarse el empleo del humor, así como de estrategias y lenguaje importados de campos como la publicidad, el cine y la televisión, en una parte de su obra, ya que otra parte (los libros premiados, de corte «neo-romántico») se caracterizan por una visión trágica de la existencia».

Sin embargo, Alberto Paredes sostiene que «algo no quiere suicidarse del todo en esta breve obra tensa y desgarrada, una voz de vida emerge de ella porque el panorama es yermo y se asiste a una devastación de las fuerzas vitales. La poesía es germinación imprevista que interrumpe el vacío de todo lo que sucumbe y no podemos retener; es un golpe de ser en las manos de la nada».

Se trata de una obra hondamente existencial, de versos que -continúa Paredes «afrontan la locura, el silencio y la oscuridad. Las palabras de Hernández siguen camino de su noche, van adquiriendo su tono en la cuerda tensa de unos versos aparentemente no eufónicos pero tampoco coloquiales; la sonoridad apagada, reconcentrada, solitaria que acaricia el tono del delirio».

La sede del ciclo Música y Literatura es la Sala Carlos Fuentes Lemus de la Unidad de Servicios Bibliotecarios y de Información (USBI), ahí, los próximos miércoles y viernes Cuevas y Hernández invocarán a los demonios de Schumann, a los propios y acaso a los de quienes asistamos a presenciar el conjuro.

Para irnos familiarizando con el largo poema narrativo, dejo algunos fragmentos

De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios

Francisco Hernández

I

Hoy converso contigo, Robert Schumann,
te cuento de tu sombra en la pared rugosa
y hago que mis hijos te oigan en sus sueños
como quien escucha pasar un trineo
tirado por caballos enfermos.
Estoy harto de todo, Robert Schumann,
de esta urbe pesarosa de torrentes plomizos,
de este bello país de pordioseros y ladrones
donde el amor es mierda de perros policías
y la piedad un tiro en parietal de niño.
Pero tu música, que se desprende
de los socavones de la demencia,
impulsa por mis venas sus alcoholes benéficos
y lleva hasta mis ligamentos y mis huesos
la quietud de los puertos cuando el ciclón se acerca,
la faz del otro que en mí se desespera
y el poderoso canto de un guerrero vencido.

VII

En la primavera conociste a la niña Clara.
Ella jugaba dentro de una jaula
con los címbalos y el armonio
que la escoltaban desde su nacimiento.
De los címbalos partía la ráfaga
que corta los glaciares.
Del armonio brotaba El Intervalo del Diablo,
que al transformarse en burbuja
iba de las guirnaldas de yeso
a los enigmas de raso
y de las margaritas enrojecidas
al temblor de tus años.
Desde ese instante se azufraron las fuentes
y tu risa tuvo la forma
de los labios de la niña Clara,
del corazón maduro de la niña Clara,
de la gracia enjaulada de la niña Clara.

XXVI

La canción de la noche te sorprendió callado.
El mundo puso a tus pies su música incansable.
Frenético, con el semblante descompuesto por la
fiebre, comenzaste
a transcribir el adagio de astros que se deshacían en
la otra pieza,
el scherzo de un árbol contra otro, el prestissimo de
tu
respiración condenada.
Ángeles curvos llevaron tu vigilia hasta laberintos de
pausas
y graznidos, lejos de la clemencia y los lineamientos de la razón.
Un águila cruzó los Alpes y llegó a posarse sobre tu
hombro.
Dos arcoíris se proyectaron en el espejo.
Una catarata brotó de una sortija y con estas visiones
construiste
los arabescos que muchos fariseos tardarán siglos en
descifrar.
Pero también hicieron su entrada los demonios.
Sus oratorios te llenaron el pulso de basiliscos
y los bolsillos de táleros, relojes y papel pautado.
Te ordenaron huir y saliste con el pecho desnudo a la
tormenta.
Sin saber cómo llegaste a la mitad de un puente y las
voces que roían tu cerebro hicieron posible la caída.
En el fondo del río escuchaste por última vez la
música
de tu alma y del sumidero de los ahogados se desató
el olor de la inocencia.
Una red te hizo salir a la superficie.
Un pescador te subió a su barca.
Las voces de ángeles y demonios habían cesado.
Sólo se oyó la tuya que clamaba:
–¡Debo obedecer a los dueños del silencio!
¡No soy digno del amor de Clara!
Al regresar, ya te esperaban en tu casa los
enfermeros.
La niña Clara, encinta nuevamente y dichosa por
tu regreso, te aguardaba en la puerta con una
naranja y un ramo de violetas.

CONTACTO EN FACEBOOK        CONTACTO EN G+        CONTACTO EN TWITTER